Los platos precocinados, ¿cuál debe ser su presencia en la dieta?

Calentar y listo, ésta es la fórmula de infinidad de platos cada día más apetitosos que se encuentran en los mercados
Por EROSKI Consumer 19 de noviembre de 2002

La oferta de productos cocinados o precocinados es casi inagotable. Es posible preparar una apetitosa fabada asturiana con todos sus ingredientes en unos minutos y el resultado es un plato prácticamente «hecho como en casa». Este mensaje es el que utilizan las empresas que se dedican a su producción como estrategia de marketing con el fin de sensibilizar, más si cabe, a un consumidor preocupado por llevar una alimentación saludable, sin renunciar al sabor especial que le trae el recuerdo de una auténtica comida casera.

No obstante, si estos productos forman parte de la dieta cotidiana, a la hora de planificar la alimentación se han de tener en cuenta las distintas formas de elaboración y conservación de dichos productos, para elegir aquellos más acordes a las necesidades individuales y al ritmo de vida.

Diversas opciones a tener en cuenta

Las verduras y las legumbres cocinadas con diversos ingredientes de origen animal y/o vegetal, son aquellas a las que se les ha aplicado un tratamiento térmico de esterilización para mantener el producto en óptimas condiciones higiénicas y nutritivas. Se trata de platos, mayoritariamente de legumbres, elaborados a la manera tradicional y a los que con frecuencia se les añaden ingredientes de origen animal tales como chorizo, tocino, costilla, morcilla… Por este motivo, resultan una opción a tener en cuenta para un consumo esporádico, ya que pueden enriquecer los primeros platos con demasiados ingredientes de origen animal. Una alternativa de consumo saludable es tomarlos como segundo plato, precedidos de una buena ración de ensalada o verdura y eliminando la carne o el pescado de dicho menú.

De más reciente aparición son la variedad de primeros y segundos platos con una extensa oferta que incluye mezcla de verduras solas o combinadas con legumbre, arroz, cuscús, pasta, pollo, etc., precocinados y congelados. La diferencia de estos productos con respecto a la opción anterior estriba en que necesitan un salteado durante poco tiempo (de 5 a 10 minutos), para poder ser consumidos. Muchos de estos productos llevan especias (pimienta, curry…) y/o aditivos saborizantes (glutamato monosódico) que les confieren un sabor particular, pero también los hacen más indigestos, sobre todo para quienes tienen el estómago delicado. Cuantos menos aditivos o especias contengan, más se puede disfrutar del sabor propio de los alimentos, y más fáciles de digerir resultan.

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