Obesidad: ¿vivimos en un entorno obesogénico?

El entorno o ambiente obesogénico causa y facilita el sobrepeso y la obesidad
Por María Manera 29 de julio de 2011
Img obesos
Imagen: colros

La obesidad es una enfermedad multifactorial que afecta, sobre todo, a personas con una predisposición genética y sobre la que actúan determinados factores ambientales y culturales que favorecen su desarrollo. De acuerdo con esta premisa, se considera que puede llegar a ser obesa la persona con una determinada carga genética desfavorable para esta enfermedad y que viva en un ambiente donde predomina el exceso calórico y el sedentarismo.

El exceso de energía es algo habitual en nuestro medio. Cuando se investiga la relación entre la disponibilidad alimentaria y la ingesta dietética, se evidencia el ambiente obesogénico. Los estudios indican que la presencia y proximidad de puntos de venta de frutas y hortalizas se asocia con un una población con menor Índice de Masa Corporal (IMC). También se detecta que una mayor densidad de locales de comida rápida guarda relación con una población más afectada por el exceso de peso.

Muchos elementos ambientales por controlar

Numerosos factores ambientales favorecen entornos propicios para adoptar hábitos que no son saludables

Historia y tradición, influencia familiar, nacionalidad, religión y moral, factores psicológicos, el coste de los alimentos y los ingresos son algunos de los factores que determinan las elecciones alimentarias y, al final, la ingesta calórica y nutricional. Sin embargo, hay muchos más elementos ambientales relacionados con el comportamiento alimentario y la actividad física que tienen influencia y que, con más o menos facilidad, pueden modificarse.

Los diseños urbanísticos (transporte público, transporte privado, carril-bici, rutas para pasear o parques), los arquitectónicos (ascensores, escaleras, controles remotos, etc.) o la legislación (publicidad de los alimentos superfluos, tasas a los alimentos azucarados o seguridad pública) son aspectos que están en manos de las administraciones y que pueden favorecer entornos propicios a la adopción de hábitos saludables o, por el contrario, a construir ambientes obesogénicos.

Regulación de la publicidad obesogénica

Según el Ministerio de Sanidad, los niños españoles ven una media de 54 anuncios publicitarios al día. Muchos de ellos son de alimentos y, la mayoría, de productos ricos en azúcar, sal y grasas saturadas. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS), consciente de que existe cierta evidencia científica acerca de cómo la publicidad afecta a las preferencias alimentarias, las demandas de compra de productos y, al final, el comportamiento alimentario, insta a los Estados miembros a desarrollar estrategias conjuntas con la industria para restringir la cantidad de anuncios y controlar el contenido de la publicidad alimentaria dirigida a menores.

En España, bajo el paraguas de la Estrategia NAOS, se desarrolla desde 2005 el Código PAOS (Código de Autorregulación de la Publicidad dirigida a menores), que ha conseguido mejorar de forma notable la calidad de la publicidad de alimentos destinada al público infantil y reducir el número de reclamaciones por infracciones en estos anuncios. También la reciente aprobada Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición incluye un capítulo dedicado a la publicidad de alimentos, que regula varios aspectos de este importante elemento de influencia.

RED ESPAÑOLA DE CIUDADES SALUDABLES

Esta iniciativa se enmarca en el proyecto europeo de ciudades saludables, dirigido por la Organización Mundial de la Salud, y constituye un buen ejemplo, aunque más amplio y global, de lo opuesto a un entorno obesogénico. Según la Red Española de Ciudades Saludables (RECS), una sección de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) constituida en el año 1988, se define este modelo de población como aquella que mejora de forma constante su contexto físico y social, amplía los recursos de la comunidad que permiten a los ciudadanos realizarse y mejorarse en todos los aspectos de la vida y desarrolla al máximo su potencial.

Muchas de las acciones que se desarrollan en las ciudades saludables tienen que ver con la planificación urbanística, al crear entornos que facilitan la adopción de hábitos saludables, como espacios de ocio y relación que favorecen, además, la práctica de actividad física de manera cotidiana, fácil y agradable. Si se tiene en cuenta el papel trascendental que desempeña el sedentarismo en el desarrollo de la obesidad, las mejoras en este aspecto son trascendentales para la prevención de esta enfermedad.

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