Salir de fiesta y alimentarse bien: tres claves para conseguirlo

Una buena alimentación hidrata el cuerpo, mantiene el equilibrio y suma fuerzas para divertirse en vacaciones sin descuidar la salud
Por Maite Zudaire 10 de agosto de 2011
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En verano abundan las ocasiones para saltarse los buenos hábitos, comer de más o de menos, y alargar las noches. Las fiestas del pueblo, los festivales de música o las escapadas con amigos sin horarios ni más obligación que disfrutar son los típicos momentos en los que se descuidan las raciones justas, se olvidan las cinco tomas diarias, se reduce la ingesta adecuada de agua y se aumenta el consumo de alcohol. Pero el descanso y el disfrute no tienen por qué estar reñidos con una buena alimentación, que hidrate el cuerpo y sume fuerzas para divertirse a tope en las vacaciones. A continuación se ofrecen tres consejos prácticos y sencillos para que la alimentación se convierta en nuestra principal compañera de ocio.

Después de unos días de desorden con las comidas, se tiene la sensación de haberse alimentado mal y de haber ganado peso.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

La causa es sencilla: la alimentación ha podido ser caótica, pero no escasa, y muy calórica, basada en alimentos grasos o con demasiados azúcares, lo que dificulta el tránsito intestinal, provoca hinchazón abdominal y, en ocasiones, favorece el estreñimiento. Además, si la hidratación no ha sido correcta y se ha dejado el agua de lado, a la vez que se ha abusado de otras bebidas, es fácil que se padezca una retención de líquidos. Ante esta situación, se pueden tomar medidas a posteriori y realizar una dieta depurativa, pero también se pueden evitar las malas consecuencias sin restar un ápice de disfrute.

1. Una comida caliente al día

El alimento cocinado activa las enzimas en el estómago y los intestinos para una mejor digestión

Sea al mediodía o por la noche, aunque haga calor, se debe ingerir una comida caliente cada 24 horas. El alimento cocinado permite un mejor aprovechamiento de algunos nutrientes, su composición es más heterogénea y activa las enzimas en el estómago y los intestinos, lo cual predispone a una mejor digestión. Sentarse a comer es también importante, y no hay duda de que un alimento caliente obliga a una mejor disposición y mayor atención.

Si solo se consume una comida caliente cada jornada, tienen que estar presentes los hidratos de carbono, como pasta, arroz o cuscús, acompañados de verduras. Las proteínas siempre son más fáciles de introducir en una dieta fría. Por este motivo, es mejor elegir los macarrones con verduras o un plato combinado de arroz y legumbre y dejar el jamón, las pechugas y los huevos para los emparedados.

2. La fruta, una gran aliada

Refrescante, asequible, saciante, apetecible, variada y atractiva. La fruta es un bocado de salud, vitaminas, glucosa, fibra y antioxidantes. Para mejorar el desayuno tomado al mediodía, o para la merienda tras una larga y reponedora siesta, sirve cualquier pieza o rodaja de fruta. Si se adquiere el hábito de comer un par de frutas como tentempié, el bienestar que proporciona lleva a que la persona acostumbrada a su ración de fruta, la busque.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Encontrarla es cada día más fácil, ya que cada vez es más común que la fruta se venda por piezas y no por peso, lo que acerca al consumidor a interpretarla como un refrigerio, más aún en verano, cuando las frutas estivales se alían con la piel y el cuerpo.

Especial atención merecen los más pequeños, que en estos días de fiesta tienden al abuso de dulces. La fruta se puede convertir en una golosina en forma de sorbete o de brocheta, lo que facilitará el objetivo de comer fruta, además de helados.

3. Cambiar horarios, pero no buenos hábitos

Si las noches se convierten en día o la hora tope de acostarse se alarga hasta medianoche, no hay excusa para dejar de alimentarse bien. En el caso de quienes se acuesten de madrugada, es mejor hacerlo con algo sólido en el estómago. Un minibocadillo de jamón o un emparedado de atún o york ayudan a dormir, a descansar y, sobre todo, a levantarse con mejor temple. Es adecuado acompañarlo de una pieza de fruta, un zumo suave, como el de manzana o mosto, y un par de vasos de agua fresca.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

La misma dieta se puede utilizar en el caso de los más pequeños que, acostumbrados a cenar e ir a la cama, rompen con la norma y luchan contra el sueño para ver los fuegos artificiales en días de fiesta. Si el cansancio va a ganar la partida, un vaso de leche templada también puede servir de aperitivo nocturno.

Además, acostarse tarde implica despertarse tarde y hacerlo con orden es clave para que el malestar desaparezca cuanto antes. Es muy apropiado tener a mano algo caliente, pero no contundente. Un caldo, una sopa o una crema de verduras ayudan a superar las resacas y desintoxican el cuerpo, aunque nunca debe olvidarse que se ha de beber agua.

El agua hidrata y también depura

Mayores, pequeños, adolescentes y jóvenes deben consumir al menos un litro y medio de agua al día. Hidratarse es todo un reto para las personas mayores y una obligación para los bebés y los niños, pero también es la mejor acción que se puede repetir para lograr el bienestar de jóvenes y adultos, en especial, cuando se descuida la alimentación.

El agua constituye el medio en el que se diluyen los líquidos corporales (sangre, secreciones digestivas, orina), posibilita el transporte de nutrientes a las células y de productos de desecho, ayuda a la digestión al diluir los nutrientes de los alimentos, al tiempo que contribuye a regular la temperatura corporal mediante la evaporación por la piel.

Mantener el cuerpo hidratado es clave para evitar la deshidratación. Para depurar los excesos de las fiestas veraniegas también se puede echar mano de zumos y caldos depurativos, pero nunca debe olvidarse que el agua realiza funciones vitales como regular la temperatura corporal o transportar los desechos a los sistemas de eliminación y depuración del cuerpo, y no tiene sustituto.

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