Una empresa francesa crea un «chip de ADN» que verifica la composición de los alimentos

Contiene una pequeña placa con hasta 88.000 fragmentos de material genético de 33 vertebrados
Por EROSKI Consumer 14 de marzo de 2004

Una empresa francesa de biotecnología ha desarrollado un pionero «chip de ADN» dirigido al sector alimentario para que pueda verificar las especies de animales y peces que figuran en la composición cárnica de los productos elaborados para consumo humano o para el ganado.

Este «biochip» consiste en una pequeña placa de cristal con diminutos orificios que contienen hasta 88.000 fragmentos de material genético de 33 vertebrados diferentes, desde los mamíferos de consumo más habitual (vaca, cerdos, conejos y ovejas) hasta las aves (pollos o pavos) y peces (bonito, salmón o trucha). Pero además de esas especies tan comunes en nuestra dieta alimentaria, este «biochip» también contiene ADN de gato, rata, anguila de Monzabique, avestruz e incluso de ser humano, este último como elemento de control, según el fabricante Biomerieux.

Con todos esos fragmentos genéticos, el «biochip» puede identificar rápidamente el origen animal de la carne presente en diferentes productos, desde los patés al relleno de carne de las pastas elaboradas. El diseño de esta nueva herramienta, destinada a luchar contra el fraude y garantizar la seguridad alimentaria, es obra de los científicos de esa firma francesa, aunque se apoya en la tecnología de la estadounidense Affymetrix, principal proveedora de los «chips de ADN» que utilizan los laboratorios científicos de todo el mundo para estudiar la genética del cáncer y otras enfermedades.

Análisis genéticos

El nuevo «chip» ha sido experimentado con 500 alimentos de consumo humano y animal, aunque a finales de este año está previsto que los gobiernos del Reino Unido, Francia y Holanda inicien sus propias pruebas para evaluar su eficacia.

Actualmente, este tipo de análisis genéticos se realizan en centros públicos o privados de investigación por encargo del sector alimentario. En España, por ejemplo, se hacen desde el año 2000 en el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria/ Laboratorio del Ebro, con sede en Navarra. Pero si se cumplen las expectativas comerciales de estos «biochips» específicos, la industria alimentaria dispondría de capacidad propia para elaborar sus «carnés de identidad» de todas las especies que entran en la composición de sus productos, un paso importante para garantizar la fiabilidad de los etiquetados.

Esta pequeña herramienta analítica pretende también responder al reto de la prohibición de las harinas cárnicas en la alimentación del ganado, decretada en la Unión Europea (UE) para frenar la epidemia de las «vacas locas». De igual manera que puede detectar la presencia de carne en productos elaborados para personas vegetarianas, este sistema halla si hay harinas de carne procedentes de rumiantes en los piensos.

El funcionamiento del «biochip» es sencillo. Para saber si el paté de oca de una lata de fue elaborado con hígado de ese ave, se extrae ADN de una muestra del producto y posteriormente se obtienen múltiples copias con una técnica de uso rutinario en los laboratorios. El material genético se coloca luego sobre el «biochip», que mediante fluorescencia revela si el ADN presente en el paté es realmente de oca.

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