Cómo influye en la salud infantil crecer en barrios sin espacios para jugar

Un estudio revela que vivir en barrios pobres y con calles poco transitables perjudica los niveles de actividad física de niños, niñas y adolescentes. Mejorar la accesibilidad para caminar incrementa su práctica
Por María Huidobro González 11 de abril de 2024
ciudad espacios sin actividad física
Imagen: Javid Hashimov
Realizar actividad física es saludable a todas las edades. A los niños, niñas y adolescentes les proporciona múltiples beneficios relacionados con la salud, como abordamos en nuestro monográfico sobre obesidad infantil (2021-22). Pero los peques no se mueven tanto como debieran, y en parte porque el entorno en el que viven no lo facilita. Un estudio reciente llevado a cabo en toda España alerta de ello. A continuación, vemos de qué manera repercute crecer en ciertos espacios y qué se puede hacer al respecto.

Actividad física en menores y salud

Son muchas las razones por las que los niños, niñas y adolescentes deben realizar actividad física. Les ayuda a socializar, favorece su autoestima y mejora su rendimiento académico. Pero, sobre todo, resulta muy beneficioso para su salud. Practicar ejercicio es la mejor medicina contra la obesidad infantil y, de cara al futuro, tiene propiedades protectoras, ya que incrementa de forma considerable las posibilidades de que los peques no sufran de mayores enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes o diferentes tipos de cáncer.

Sin embargo, los datos sobre los niveles de actividad física en los menores son “alarmantes”. El 63,3 % de los jóvenes entre 8 y 16 años en España no sigue las recomendaciones que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS):

  • al menos una hora diaria de actividad física aeróbica de moderada a intensa (juego activo, andar a paso ligero o montar en bicicleta).
  • y al menos tres días a la semana de actividades de intensidad alta que fortalezcan músculos y huesos (correr, baloncesto, fútbol, nadar).

El código postal influye en la actividad física de niños, niñas y adolescentes

Y si bien son muchos los factores que tienen que ver con este comportamiento infantojuvenil, tiene su importancia el entorno físico en el que habitan los chavales. En ello se ha centrado una investigación que forma parte del estudio PASOS de la Fundación Gasol y que ha sido publicada recientemente en la revista PLOS ONE y presentada por dos de sus autores en una sesión informativa organizada por SMC España.

El objetivo del artículo científico era analizar en una muestra representativa de niños y adolescentes españoles si la facilidad de movilidad peatonal (“caminabilidad”) por el barrio o el estatus socioeconómico podrían afectar a actividades físicas como andar, jugar al aire libre y practicar deportes. Y sí, “el mensaje clave sería que el código postal es casi tan importante como el código genético para la salud”, reconocía en la presentación Susana Aznar, coautora del estudio, catedrática en Actividad física y Salud de la Universidad de Castilla-La Mancha y directora del grupo PAFS (Promoción de la Actividad Física para la Salud).

➡️​ El estudio

ciudad saludable
Imagen: Pavel Danilyuk

Para llegar a esta conclusión, en el estudio tomaron parte 4.092 chicos y chicas de 8 a 16 años, procedentes de 245 colegios de 121 localidades de las 17 comunidades autónomas. Con el fin de medir sus niveles de actividad física, a todos se les preguntó sobre cuántos días a la semana iban a andar, jugaban en el recreo, lo hacían durante el tiempo libre después de la escuela o durante el fin de semana, tenían clase de educación física en la escuela, jugaban a un deporte de equipo o lo hacían de manera individual. Y al 10 % de los participantes, se les midió con acelerómetros la actividad física que realizaban.

Además, para ver cómo son los lugares en los que crecieron se registraron otros datos. Por un lado, se utilizó el Walk Score con el fin de evaluar la facilidad para caminar en los barrios. Y es que con solo introducir el código postal en su web este índice determina en una escala de 1 al 100 cómo de amable para vivir es una determinada zona o ciudad: con más de 90 puntos supone un paraíso para el caminante, ya que tiene muy cerca todo tipo de servicios e instalaciones, mientras que con menos de 40 significa que depende del coche para acceder a ellos. Y, por otro lado, se recurrió al ingreso familiar como indicador del nivel socioeconómico.

Los menores caminan más en las ciudades

Los hallazgos de este estudio, en la línea de investigaciones anteriores en adolescentes, destacan porque señalan interacciones significativas entre la “caminabilidad” (espacios al aire libre amables y accesibles) y el nivel socioeconómico con actividades físicas específicas entre una muestra representativa de menores españoles. De hecho, según Santi F. Gómez, coautor de la investigación, director global de Investigación y Programas de la Fundación Gasol y miembro del CIBER de Epidemiología y Salud Pública, “los resultados que se desprenden de este estudio son extrapolables al conjunto de la población infantojuvenil de 8 a 16 años en España”.

¿Y cuáles son esos resultados? El nivel de “caminabilidad” del entorno afecta de forma determinante a la hora de que los chavales se desplacen a pie. En las ciudades, ese nivel se asocia principalmente al total de minutos dedicados a la práctica de actividad física moderada o vigorosa en general, mientras que, en los entornos rurales, a los minutos diarios a la práctica deportiva. Los jóvenes de zonas más “caminables” —sin apenas pendientes y sí aceras y vías libres de obstáculos— dedican más minutos al día de caminata diaria, en comparación con los de barrios menos amables para desplazarse a pie (51,4 minutos frente a 48,8 minutos).

En ciudad y pueblos, la facilidad de movilidad peatonal alrededor del hogar, la escuela y los principales puntos de interés para los menores (parques, plazas donde jugar, instalaciones recreativas, deportivas…) se relaciona con un mayor cumplimiento de las recomendaciones sobre ejercicio físico. 

🔴 Desigualdades sociales

Además, en el estudio se observa que crecer en un barrio de menor nivel socioeconómico se vincula significativamente con hacer menos deporte durante el fin de semana y con un menor cumplimiento de las recomendaciones de actividad física.

Así, la investigación ha concluido que los niños, niñas y adolescentes que viven en barrios pobres y menos transitables —por ejemplo, con aceras estrechas, cuestas, alta densidad de población o mal planificados urbanísticamente— caminan menos y practican menos actividad física durante los fines de semana respecto a los que residen en zonas más transitables y de mayor estatus socioeconómico. Estas asociaciones son especialmente relevantes para el caso de los menores de ciudad respecto a los que viven en un entorno rural.

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Imagen: Allan Mas

La media más baja de minutos dedicados a jugar al aire libre (44,3 minutos/día) se encuentra entre los vecinos de barrios con un menor nivel socioeconómico y menos accesibles. Además, el nivel socioeconómico del barrio influye en la participación en deportes de equipo durante el fin de semana, que es mayor en los barrios de mayor nivel socioeconómico (50,6 minutos versus 48,5 minutos día). 

Mejoras en los barrios para fomentar la actividad física

Con esta investigación se confirma que el modelo de ciudad es clave para la práctica de ejercicio físico entre los menores. Como señalan en el estudio sus autores, “proporcionar entornos con alta facilidad para caminar parece ser una buena estrategia para promover la actividad física”, independientemente de los niveles socioeconómicos. Y consideran que mejorar la accesibilidad resulta fundamental “para superar parcialmente” las desigualdades socioeconómicas. Y es que no hay que pasar por alto que las zonas con altos niveles suelen ofrecer mejores instalaciones deportivas y más actividades físicas organizadas.

Entonces, ¿cómo hacerlo? En esos entornos, aparte de hacer intervenciones que traten de promover la actividad física entre las familias (ir al cole andando o hacer planes  activos en familia, por ejemplo), los investigadores sostienen que conviene implantar mejoras estructurales o reutilizar espacios que ya existen dentro de esos barrios. “Es importante que todas las políticas públicas tengan una mirada sensible hacia la infancia y hacia las desigualdades sociales en salud a las que se enfrenta la infancia que vive en entornos de menor nivel socioeconómico”, afirma Gómez. 

✔️ Más espacios seguros para jugar

Porque contar en nuestros pueblos y ciudades con entornos de ocio seguros (y sin riesgos) para los niños, niñas y adolescentes garantiza el derecho de la infancia a jugar. Y es que el juego es muy importante en esta primera etapa de la vida. Más allá de la actividad física, jugar fomenta aspectos clave como la creatividad, la imaginación o las aptitudes sociales y emocionales.

En este sentido, la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia en la que participa UNICEF aboga por planificar entornos urbanos saludables centrados en los niños y las niñas con medidas como las siguientes, que ahondamos en este artículo:

  • Invertir en la planificación y gestión urbana sostenible.
  • Movilidad en el espacio público, dando prioridad a los desplazamientos a pie y en bicicleta.
  • Espacios verdes donde poder correr, jugar o hacer deporte.
  • Espacios de juego: canchas deportivas, plazas amplias para hacer juegos al aire libre con los amigos, parques infantiles, parques acuáticos gratuitos
  • Equipamientos colectivos (biblioteca, ludotecas…) y viviendas asequibles y adecuadas.
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