Maquillaje infantil: con brillantinas, pero también sombras

Los maquillajes infantiles y pintacaras deben ser hipoalergénicos, pero su aplicación puede producir problemas cutáneos como dermatitis de contacto
Por María Huidobro González 11 de diciembre de 2018

Jugar con maquillajes y pinturas no es una práctica inofensiva. A los niños les parece fascinante asemejarse a sus superhéroes, personajes de dibujos animados y animales preferidos. En cualquier fiesta, si no llegan a disfrazarse, al menos se pintan la cara para parecerse a ellos. Incluso quieren ser como mamá o sus ídolos de la canción. Por eso cogen sus cosméticos de juguete y se maquillan, se esmaltan las uñas y hasta se atreven con un tatuaje temporal. No ven el peligro que estos juegos pueden suponer para su delicada piel. En este reportaje se comentan los principales riesgos que comporta este maquillaje, las precauciones que se deben tener tomar al comprarlo y aplicarlo y qué hacer si producen reacción.

Los maquillajes infantiles y pintacaras están formulados expresamente para el público infantil y cumplen tanto la normativa española de cosméticos como con la de juguetes. «Estas pinturas están pensadas para ser fácilmente retiradas y deben ser hipoalergénicas, pensando en la piel de los más pequeños», sostiene el dermatólogo pediátrico Francisco Javier del Boz. Pero ¿qué quiere decir hipoalergénicas? Según la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), «significa que ese producto tiene un reducido potencial de causar reacciones alérgicas. Implica que el fabricante ha puesto más énfasis en la selección de ingredientes y en las pruebas llevadas a cabo para reducir aún más la posibilidad de provocar reacciones adversas».

Por lo tanto, cabe la posibilidad de que la aplicación de estos maquillajes sobre la piel produzca problemas cutáneos como dermatitis de contacto, ya sea alérgica -en caso de estar sensibilizado o ser alérgico a alguno de los componentes que contienen los productos- o irritativa -por la propia naturaleza irritante de una sustancia-. Y más en el caso de niños con piel sensible (atópicos). Eccemas o zonas de piel rojas, formación de pequeñas vesículas, hinchazón y picor serían los síntomas que alertan de ellos.

Otros productos, como lacas de uñas o pintalabios, contienen sustancias químicas (colorantes, conservantes, fragancias, disolventes) que pueden ser alergénicas y/o irritantes, recuerda el especialista. «Deben evitarse en niños, sobre todo en los pequeños», insiste.

Los tatuajes temporales también tienden a originar reacciones alérgicas relacionadas con los aditivos añadidos a la henna para aumentar su durabilidad, en especial la parafenilendiamina. Y pueden suponer un peligro serio, ya que estas reacciones podrían «condicionar problemas posteriores con tintes textiles o capilares», apunta Del Boz, que pertenece al Grupo Español de Dermatología Pediátrica, que depende de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Cuidado con los más pequeños

Así que en el caso de los niños más pequeños la recomendación es única: no usar estos productos. Incluso en las etiquetas de muchos de ellos que se comercializan ya lo advierten. La piel de los menores de tres años es extremadamente vulnerable a cualquier agente externo. Tiene una epidermis muy fina y con poca grasa subcutánea. Y la relación entre la superficie de su piel y su peso es tres veces mayor que la de un adulto, así que el riesgo de toxicidad por sustancias es mucho mayor. Además, su pH es neutro (7) y, por tanto, con menos acidez que el del adulto (5,5), lo que la hace más sensible a las irritaciones e infecciones.

En el resto de los niños, teniendo en cuenta que hasta los seis años su piel no se asemeja a la de un adulto -y hasta la pubertad las glándulas sebáceas no están del todo activas-, hay que tomar precauciones, tanto al comprar estos productos como al aplicarlos. Porque no es común, pero, a veces, los controles de seguridad fallan. Desde el 2013 no se han notificado a través de la Red de Alerta de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) productos de estas características que pudieran entrañar riesgos graves para los niños. Sin embargo, en agosto pasado saltaron las alarmas en la República Checa y se extendían a España y Portugal: unos estuches de maquillaje infantil se retiraban del mercado porque contenían restos de amianto (material cancerígeno), según recogía el Sistema Europeo de Alerta Rápida (RAPEX).

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Imagen: serrnovik

Etiquetado clave

Pero, aunque sean productos fabricados de acuerdo con la legislación, es vital fijarse en el etiquetado y la lista de los componentes para descartar posibles reacciones. Además de las fragancias y los parabenos, en la dermatitis de contacto tiene mucho que ver el conservante Kathon CG (metilcloroisotiazolinona y metilisotiazolinona), la citada parafenilendiamina, el formaldehído y sus liberadores, como diazolidinil urea o -2-Bromo-2-nitropropano-1,3-diol, o la lanolina (cera a raíz de lana de oveja). Los aceites minerales, conocidos como paraffinum, petroleum o paraffinum liquidum, hacen la piel más vulnerable a muchas afecciones como el acné.

De todas formas, los expertos recomiendan usar ciertos productos para minimizar los riesgos. Es preferible emplear maquillajes con base de agua, que sean sólidos y de colores claros, porque, como recuerda el Fondo contra el Cáncer de Mama estadounidense (Breast Cancer Fund) en su estudio ‘Pretty Scary 2. Unmasking toxic chemicals in kids makeup‘ (octubre 2016), los colores oscuros contienen más metales pesados que los claros.

Prevención y qué hacer si hay reacción

En cualquier caso, siempre es conveniente hacer una prueba del cosmético en la muñeca para comprobar que no provoca efectos como picores o rojez. La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica también cree necesario hidratar bien con cremas para pieles atópicas, antes y después de maquillarles, que será lo antes posible con ayuda de agua y jabón neutro o una leche desmaquillante hipoalergénica y apta para niños. Además, los especialistas de la piel consideran que se debe evitar el empleo de productos muy grasos o maquillajes excesivos, así como su uso diario.

Pero si aun tomando todas las precauciones de compra y aplicación, hay reacción, habrá que retirar el producto y, por supuesto, no utilizarlo más. Para calmar el picor se debe hidratar la piel con cremas sin color ni olor, aunque también resulta útil aplicar compresas o trapos húmedos sobre la piel afectada. Pero si el picor persiste, se deberían emplear corticoides tópicos de baja potencia por periodos cortos y antihistamínicos orales. El pediatra o dermatólogo aconsejará el producto más adecuado en cada caso, por lo que conviene guardar el envase.

Además, es importante comunicarlo al fabricante, a través de la línea de atención al cliente o los números de información que aparezcan en el envase, a fin de que tenga constancia de que alguien ha experimentado una reacción adversa a su producto.

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