Niños y piscinas: qué precauciones tener en cuenta para evitar ahogamientos

En las piscinas, los adultos deben vigilar siempre a los niños y no delegar esta labor en el socorrista ni en otro niño más mayor
Por María Huidobro González 9 de agosto de 2023
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Durante todo el año disfrutamos del agua en las piscinas climatizadas de instalaciones municipales, hoteles y fincas privadas. Cursillos de natación desde bebés, competiciones deportivas, gimnasia acuática… copan sus vasos a diario. Pero en verano, con la apertura de las piscinas al aire libre, esta vertiente didáctica pasa a un segundo plano y el agua se convierte en lugar obligado de diversión para niños y mayores, en especial durante las olas de calor. A la vez, se suceden trágicos accidentes en entornos acuáticos, que alertan de la seguridad en estas zonas de ocio. De hecho, muchos fallecimientos son de menores de cinco años en piscinas familiares. Para evitar los ahogamientos, los expertos insisten en que la prevención es la clave. En este artículo exponemos los riesgos más comunes en las piscinas con los niños y cómo prevenirlos.

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Imagen: Steve Buissinne

Cada año pierden la vida en piscinas, ríos y playas en torno a una treintena de niños, según datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. La mayoría de estos ahogamientos mortales se producen en bebés menores de tres años y adolescentes entre 11 y 17 años.

Y es que el exceso de confianza, no seguir las normas y la falta de atención son los principales factores de riesgo. «Los padres son los principales responsables en el caso de los más pequeños, y los preadolescentes, los más complicados de controlar», reconoce Isabel García, formadora de socorrismo acuático de Cruz Roja y socorrista en la Fundación Estadio de Vitoria-Gasteiz.

«Nos fiamos de que su hermana de 12 años estaba al tanto de él, y de repente le vimos al borde de la piscina. Menos mal que estábamos a 20 metros. Nunca en mi vida corrí tan poca distancia con tanta rapidez», relata Rubén Monasterio recordando a su hijo de 20 meses a punto de caer al agua en la piscina privada de su lugar de vacaciones. Y es que, en unos segundos, un despiste momentáneo puede resultar fatal. Y más en espacios acuáticos no vigilados, como piscinas particulares, pantanos o ríos.

De ahí que desde la Asociación Nacional de Seguridad Infantil siempre se recomiende tener en cuenta la denominada norma 10/20 cuando los niños están en el agua: cada 10 segundos el adulto responsable de la vigilancia debe mirar si hay menores dentro o alrededor de la zona acuática y no debe tardar más de 20 segundos en llegar donde están.

Pero en las piscinas hay más precauciones que, de cara a los niños y no tan niños, es conveniente considerar. Y no solo en el agua; también en tierra.

🏊‍♂️ 1. Vigilancia activa de los padres dentro y fuera de la piscina

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Imagen: Anna Humphreys

No hay que confiarse jamás: ni con bebés ni con menores que lleven manguitos o se desenvuelvan bien en el agua, ni, aunque por ley, sean piscinas vigiladas por un socorrista. Nunca hay que dejarles solos.

Bastan 27-60 segundos y 6 centímetros de agua para que un niño menor de cinco años pueda ahogarse. Una caída, un golpe, un mareo o un resbalón pueden provocar que acaben en el agua, y no precisamente en condiciones para actuar en consecuencia. Por eso, no solo basta aplicar la norma 10/20. Resulta esencial:

  • una supervisión adulta permanente de los pequeños.
  • hacer turnos para controlarlos tanto dentro como fuera del agua.
  • dejar a un lado distracciones como teléfonos móviles.

«La estrategia esencial es la vigilancia o supervisión en los niños pequeños, entendiendo como tal que el menor esté a una distancia de una brazada del cuidador», acorta la Asociación Española de Pediatría (AEP).

🏊‍♂️ 2. Medidas de seguridad adicional

A pesar de que sepan nadar, lo recomendable es que, como ayuda para flotar, los menores de siete u ocho años lleven sistemas de seguridad adicional homologados: manguito, flotador, churro, tabla, burbuja, bañador con flotador incorporado o chaleco salvavidas (el más seguro).

Y hay que cerciorarse de que no están pinchados o tienen alguna tara. Esto es especialmente importante durante el desarrollo de actividades acuáticas recreativas, donde los chalecos son obligatorios, como recuerda esta guía elaborada por la Alianza Europea para la Seguridad Infantil.

Otros elementos de seguridad —tampoco infalibles— son los artilugios que previenen ahogamientos, como pulseras, otros gadgets y aplicaciones que aparecen en nuestro artículo ‘6 tecnologías para nadar seguro‘.

🏊 3. Instalaciones seguras

La normativa española para la seguridad en piscinas públicas y comunitarias exige su vallado, pero no en el caso de las privadas (familia, vecinos e invitados de los propietarios).

De todas formas, «la mejor medida de seguridad es el cercado completo y con una puerta con seguro y que se cierre sola», sostiene la guía para las familias ‘Disfruta del agua y evita los riesgos‘, elaborada por el Ministerio de Sanidad en colaboración con Cruz Roja Española. Además, es recomendable que disponga de pértiga, salvavidas y teléfono cerca como dispositivos de rescate.

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Imagen: Simone Ramella

🏊 4. Respeto de las normas

Una medida de prevención fundamental es respetar las normas de seguridad de la piscina y cumplir las indicaciones del servicio de socorrismo. Tomar una ducha previa, usar chancletas, llevar gorro, no tirarse de cabeza, no meterse en el agua por la noche… son reglas que deberían acatarse siempre.

Guardar los turnos en los toboganes y calles de la piscina, no tirarse cerca de las escaleras o no chapotear junto a otras personas entra dentro de la educación.

🏊 5. Juegos y juguetes seguros

«No permitimos utilizar flotadores grandes flotadores o colchonetas porque ocupen mucho espacio de la piscina, sino principalmente por seguridad», advierte Isabel García, quien también alerta de procurar no dejar juguetes en el agua: «Los más pequeños podrían lanzarse a cogerlos». Tampoco son seguras dentro del agua las colas de sirena, un juguete muy de moda en las fiestas infantiles.

Por supuesto, ni drenajes ni rejillas de desagüe ni los accesorios de limpieza son para jugar, pues pueden resultar peligrosos, con atrapamiento por succión incluido, como recuerdan los profesionales médicos en este artículo en ‘Anales de Pediatría’.

Y, por su parte, las ahogadillas, correr junto a la orilla o zambullirse en grupo están entre los juegos más divertidos, pero también entre los nada recomendables en cuanto a la seguridad, como recuerda la socorrista de Cruz Roja.

🏊 6. Aprendizaje de natación para niños y primeros auxilios para padres

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Imagen: flattop341

Enseñar a los niños a flotar, nadar y actuar con prevención figuran como las máximas de los cursillos de natación a partir de los cuatro años que se imparten en las instalaciones acuáticas. Asistir a estas clases, como de más pequeños hacerlo en las de matronatación y familiarización al medio acuático pueden disminuir las tasas de ahogamientos en los niños.

Mientras, el entrenamiento en maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), tanto de los padres como de los adolescentes y niños mayores, es también una medida efectiva. «El tiempo transcurrido desde el ahogamiento y la aplicación de primeros auxilios resultan cruciales para mejorar el pronóstico en un ahogamiento», apunta García, quien no olvida los ahogamientos secundarios.

🏊‍♂️ 7. Protegerse del sol

Además del agua y su orilla, Lorenzo es otro de los protagonistas de las piscinas. Aplicarse cremas protectoras cada poco tiempo, llevar gorra o sombrero, cobijarse bajo buenas sombras y usar gafas de sol están entre los consejos más repetidos para no sufrir quemaduras, deshidratación o un golpe de calor.

🏊‍♂️ 8. Cuidado con la hidrocución

La mayoría de los accidentes en las piscinas suceden los fines de semana y después de comer, a primera hora de la tarde, cuando los progenitores están más distraídos. De ahí que sea conveniente que los baños se dejen para después de la siesta, cuando los responsables de su cuidado ya han descansado y pueden vigilar a sus hijos. De esta manera, también se dejará tiempo suficiente para hacer la digestión.

Pero no por ello se debe bajar la guardia. Hay peligro de hidrocución o síndrome de inmersión (más conocido como corte de digestión): un choque de temperaturas entre el cuerpo (caliente) y el agua (fría), que puede ralentizar de forma refleja la frecuencia cardíaca y puede causar pérdida de conocimiento e incluso paro cardíaco y, por lo tanto, ahogamiento. ¿Cómo prevenirlo? Los cambios bruscos de temperatura se pueden evitar «entrando en la piscina poco a poco, mojándose primero pies, nuca, muñecas y barriga, como decían nuestras abuelas», indica la formadora de socorristas.

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