Las relaciones con el banco pueden ser objeto de revisión por parte de los usuarios con la finalidad de ahorrar algún dinero todos los años. Los gastos se derivan, sobre todo, de las comisiones de mantenimiento y administración, pero también de las tarifas para la contratación de algunos productos que comercializan las entidades de crédito. En estas líneas se indica cómo se puede ahorrar, siempre que se conozcan estos servicios y productos y se adapten a las necesidades particulares de cada usuario.
Optimizar la relación con el banco
Las relaciones de los usuarios con sus bancos y cajas de ahorros son, por lo general, muy estrechas. La gran mayoría tiene contratadas cuentas corrientes o de ahorro, tampoco faltan las suscripciones masivas de tarjetas de crédito o débito y, en una escala menos masificada, se ubican la demanda de créditos e hipotecas o la titularidad en varios productos de ahorro (depósitos, pagarés bancarios, deuda pública, etc.). Esto, sin contar con que son cada vez más los clientes que se interesan por la renta variable como fórmula para canalizar sus ahorros y que cuentan con una amplia oferta para suscribirla: fondos de inversión, warrants, derivados, operaciones de futuro y la entrada en los mercados bursátiles para comprar acciones. Pero la realización de estas operaciones puede reportar a los usuarios muchos beneficios, aunque también unos gastos que, al cabo de cada año, pueden lastrar su presupuesto.
Los servicios y productos que prestan los bancos son útiles pero, al cabo de cada año, pueden lastrar el presupuesto familiar
En unos momentos de recesión económica como el actual, cabe la posibilidad de ahorrar en estos gastos, que pueden ser canalizados de una forma sencilla por medio del análisis de las ofertas de cada momento y las características de todos sus productos. No significa renunciar a ninguna prestación imprescindible, sino en conseguir las mejores herramientas para optimizar la relación con los bancos que redunde en una estrategia de ahorro.
¿De dónde se puede ahorrar?
Ahorrar a través del banco puede ser una labor rentable, pero para ello es imprescindible conocer cómo funcionan sus productos y estar al tanto de las ofertas que lanzan las entidades de forma regular todos los años.
La actual oferta va encaminada a eliminar las comisiones de las cuentas corrientes en gran parte de sus propuestas
No solo con estas premisas se logra hacer efectiva la estrategia de ahorrar, sino que es también necesario detectar qué producto nos conviene más en función de nuestras características como usuario. No es lo mismo disponer de una cuenta para autónomos, que otra destinada a los clientes más jóvenes. Tampoco es igual una tarjeta para hacer pagos solo en los comercios, que si se utiliza para casi todas las operaciones bancarias y de forma regular.
Cuentas corrientes.
Se pueden contratar estos productos bancarios con la característica de estar exentos de comisiones y gastos de mantenimientos y administración. La actual oferta va encaminada a la eliminación de estos gastos en gran parte de sus propuestas y, en algunas, incluso, devuelven una pequeña parte de los recibos domiciliados (hasta un 5%).
Fondos de inversión.
Todos ellos disponen de comisiones de diversa índole, de forma que la estrategia en este caso pasaría por inclinarse por buenos fondos y correctamente gestionados, que además no conlleven un desembolso excesivo por su contratación. De pagar un 1,5% en comisiones a un 0,5% en otro de similares características, hay una buena diferencia. Entre varios fondos de inversión de parecidos planteamientos habrá que decantarse por el que menos comisiones genere.
Tarjetas:
Todas tienen cuotas anuales de entre 20 y 50 euros, en función de sus modalidades y categorías, y se pueden evitar a través de la contratación de otro producto bancario básico, aunque esta estrategia para ahorrar dinero puede durar solo un año. A través de la domiciliación de la nómina o pensión, pueden prolongarse de manera permanente y ahorrarse estos gastos todos los años.
Depósitos a plazo:
Si no se incumplen sus condiciones, se pueden eliminar las penalizaciones que tienen estos productos, que oscilan entre el 0,5% y el 2% sobre el capital depositado.
Transferencias:
Hay que consultar todas las ofertas de los productos bancarios para conseguir que hacer estas operaciones sea gratuito. Los clientes que utilizan esta herramienta bancaria con cierta frecuencia pueden afrontar un importante gasto todos los años, que quedaría anulado de contratarse una cuenta que exima a estos pagos.
Compra de acciones en Bolsa:
Si el usuario bancario realiza operaciones de este tipo con frecuencia, es preferible que se decante por alguna tarifa promocional que rebaje la cuantía de su inversión. Incluso puede acudir a las «tarifas planas», que contemplan importantes bonificaciones en cada una de las operaciones llevadas a cabo, siempre que sean varias al mes, no de forma esporádica ni ocasional.
Por hacerse cliente, algunas entidades ofrecen bonos de hasta 500 euros para operar en Bolsa, y para realizarlas desde el móvil les proporcionan varias operaciones gratis. Las promociones, en este caso, son la mejor herramienta para ahorrar dinero en Bolsa.
Otros productos de renta variable:
También en este caso las entidades bancarias generan nuevos modelos de tarifas para que sus operaciones sean más rentables y se puedan ejecutar con un menor coste económico. Aunque conviene saber que en la mayoría de los casos están destinadas a inversores que realizan muchas operaciones durante el año.
Otra forma de ahorrar en las relaciones con el banco es evitando duplicidades, que solo reportan gastos innecesarios. ¿Para qué queremos dos productos de las mismas características?
Esta estrategia se puede llevar a cabo en varios productos bancarios de forma sencilla y sin renunciar a ningún servicio o prestación financiera:
Con disponer de una tarjeta de débito y otra de crédito será suficiente.
Una colección de tarjetas en la cartera supone un gasto superfluo, debido a que son productos con las mismas prestaciones y, en muchos casos, ni tan siquiera se utilizan.
Se debe tener una sola cuenta corriente o de ahorro en donde centralizar todas las operaciones bancarias y, si acaso, una segunda para domiciliar los pagos o para otra funcionalidad de sus titulares.
Las restantes sobran y se corre el riesgo de entrar en números rojos como consecuencia de la aplicación de comisiones y gastos en un producto que no está operativo.
Si bien contratar varios planes de pensiones puede compensar al usuario en función de sus perspectivas para la jubilación, en otros casos (como en los seguros) supone un derroche que no debe permitirse en épocas de austeridad.
Una óptima manera de mejorar nuestros ahorros consiste en no abusar de los créditos personales o para el consumo, y recurrir a ellos solo cuando sea en realidad necesario, ya que generan unos tipos de interés cercanos al 10%, más las comisiones que puedan incorporar.