Los cometas son bolas de polvo helado y no de nieve sucia, como se pensaba

Las colisiones de meteoritos no son la causa de las variaciones de la actividad de los núcleos cometarios
Por EROSKI Consumer 14 de octubre de 2005

Un equipo internacional de astrónomos, entre ellos varios españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha analizado los datos del impacto del proyectil lanzado por la nave «Deep Impact» contra el núcleo del cometa «Tempel 1» el pasado 4 de julio, y ha concluido que estos cuerpos celestes no son bolas de nieve sucia, como se creía, sino bolas de polvo helado.

Para llegar a este inesperado resultado, que publica la revista «Nature», el equipo midió la cantidad de fragmentos del cometa que fueron proyectados al espacio tras la colisión. En total, 4.500 toneladas de agua y, lo que resulta más sorprendente, una cantidad aún mayor de polvo.

A la luz de estos datos, los astrónomos consideran que la composición interna de los núcleos cometarios no es la que se creía, esto es, no se trata tanto de enormes bolas de hielo y nieve con «salpicaduras» de otros materiales como de todo lo contrario, grandes acumulaciones de polvo y rocas mezclados con agua helada.

En el estudio de la evolución del brillo del halo interno del cometa después del impacto, los investigadores descubrieron un aumento de éste durante los 40 primeros minutos tras la colisión, lo que podría deberse a la fragmentación de los granos de polvo en otros más pequeños, lo que incrementaría la eficiencia de dispersión de la luz. Esta fragmentación puede estar causada por la sublimación del hielo de agua presente en los granos de polvo y, a su vez, explicaría la cantidad de agua observada tras el impacto, ya que la energía cinética que llevaba el proyectil no era suficiente para sublimar las 4.500 toneladas de agua.

Otra novedosa conclusión es que los impactos de meteoritos que los núcleos cometarios pueden sufrir a lo largo de sus trayectorias no tienen las consecuencias que se creían hasta el momento. De hecho, los científicos pudieron comprobar que, tras la colisión, el núcleo del «Tempel 1» volvió a la más absoluta normalidad apenas unos días después del choque. Esto significa, según los astrónomos, que habrá que buscar otras causas que puedan explicar las variaciones de la actividad de los núcleos de los cometas y que se pensaba se debían a colisiones con pequeños fragmentos de materia en el espacio.

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