Setter inglés: todo lo que debes saber sobre esta raza

El setter inglés tiene un porte distinguido y bello que transmite fortaleza y  agilidad.

De tamaño mediano, cuerpo fuerte y musculatura bien desarrollada. Su cabeza y su hocico son largos.

Los machos suelen ser un poco más grandes que las hembras, con una altura media de entre 65 y 68 cm a la cruz (desde la base del cuello al suelo) y un peso de 25 a 36 kg. Las hembras, por su parte, miden alrededor de 61 a 65 cm y pesan entre 20 y 31 kg.

La mirada del setter inglés tiene una expresión entre dulce y alerta. Sus ojos, de forma ovalada, son de un color que varía desde el avellana al marrón oscuro dependiendo del ejemplar.

Las orejas son de tamaño medio, de inserción baja, colgantes y cubiertas de flecos de pelo largo y sedoso. Están bien colocadas en la cabeza, caen hacia adelante y ligeramente hacia los lados con gracia y elegancia.

La cola es de largura media y está cubierta de abundantes flecos. Suele estar ligeramente curvada hacia arriba, pero nunca enrollada sobre el dorso, sino en línea.

La esperanza de vida del setter inglés suele situarse entre los 10 y los 12 años.

Tiene un manto largo y sedoso. El pelaje es más largo y ondulado en las orejas, el pecho, el abdomen, las patas y la cola. La capa superior es fina, la capa interna es suave y densa y le protege del frío y la humedad.

El setter inglés presenta variedad de tonalidades y patrones con moteados (reconocidos en el estándar de la raza como “Belton”). Los colores comunes tienen como base el blanco:

Azul Belton: blanco y negro.

Naranja Belton: blanco y naranja.

Hígado Belton: blanco e hígado.

Limón Belton: blanco y limón.

Tricolor: azul belton y naranja e hígado belton y naranja.

El setter inglés tiene su origen en Gran Bretaña hace unos 500 años. Se cree que sus antepasados proceden del cruce de varios perros de caza, entre los que se encontraban antiguos spaniel y pointers. Desde el principio se crió como un perro de caza para rastrear y señalar aves como la perdiz, la codorniz y el faisán.

Fue durante el siglo XIX cuando el setter inglés experimentó un período de estandarización de la raza, gracias al trabajo de aficionados a la caza como Edward Laverack, que comenzó la selección y la cría a partir de una pareja relacionada genéticamente en 1825; posteriormente, Richard Purcell Llewellin cruzó la línea Laverack con otras variedades de setter de otros criaderos, obteniendo ejemplares más pequeños.

Del esfuerzo de ambos surgió el linaje de la raza moderna, siendo en esta época cuando se establecieron los estándares actuales y se fundaron los primeros clubes dedicados a su crianza y exhibición.

La popularidad del setter inglés se extendió rápidamente a partir de la década de 1860 más allá de las fronteras británicas, ganando admiradores en toda Europa y en América del Norte. Hoy en día es una de las razas más valoradas y utilizadas para la caza. 

El primer Club de la raza, el English Setter Club, se fundó en 1890 y la Federación Cinológica Internacional (FCI) la reconoció oficialmente en 1963.

Si el entusiasmo y la estima tuvieran cuatro patas, tendrían un representante perfecto en el setter inglés.

Es un perro muy amistoso y sociable al que le encanta dejarse querer, recibir cariño y mimos, y no sólo por parte de los miembros de su familia. Siente debilidad por las muestras de afecto y la atención constante tanto de humanos como de otros animales.

Su apego a los suyos le hace bastante dependiente y, por ese motivo, no lleva bien la soledad. Si no está acostumbrado a quedarse solo, inquieto, aburrido, frustrado o poco ejercitado, puede tener un comportamiento destructor en casa y ladrar más de la cuenta.

El setter inglés es inteligente, de carácter amable, dócil y complaciente. Es un perro al que se debe educar en positivo, con caricias y premios, evitando los castigos, las palabras rudas o los gritos.

La habilidad fuera de toda duda es la que tiene como perro de caza, especialmente en la búsqueda y la muestra de aves. Los setter ingleses tienen un olfato muy fino y una excelente capacidad para rastrear, localizar y señalar presas en una perfecta colaboración con los cazadores, que les pueden manejar fácilmente en el campo.

También es destacable su talento en una variedad de competiciones caninas como el agility, la obediencia, las pruebas de campo o field trials, pruebas de caza y las exhibiciones o exposiciones de belleza. Actividades en las que puede mostrar su agilidad, su inteligencia y su disposición para trabajar en equipo con su dueño.

El setter inglés puede ser un buen compañero de juegos para los niños porque es tolerante y paciente, aunque éstos deben aprender a respetarle y a cuidarle. Su naturaleza jovial y sus ganas de actividad constantes harán que vea en ellos unos fantásticos aliados de aventuras. Sin embargo, como con cualquier raza, es importante supervisar las interacciones entre el perro y los niños más pequeños para evitar accidentes.

Es una raza sociable que necesita conectar con otros animales y otros perros para sentirse feliz.

Aunque sea extrovertido para las relaciones con humanos y otros animales, es preciso socializarle adecuadamente desde cachorro para que su comportamiento sea siempre el adecuado.

Mantener una higiene adecuada y regular es esencial para garantizar la salud y el bienestar del setter inglés.

Su manto es largo, sedoso y propenso a enredarse. Para que conserve su brillo, prevenir la formación de nudos y eliminar el pelo suelto y la suciedad, es recomendable un buen cepillado al menos dos o tres veces por semana. Se puede utilizar un cepillo de cerdas suaves o un peine de metal.

En los periodos de muda puede ser necesario cepillarle diariamente, porque pierde bastante pelo.

No es aconsejable bañar al setter inglés a menudo porque una frecuencia alta de baños puede causar problemas en su piel. Para mantener su pelaje limpio y saludable, suele ser suficiente con hacerlo cada dos meses  o cuando sea realmente necesario, secándolo muy bien después, para que no queden restos de humedad que le perjudique.

Se tiene que utilizar un champú suave para perros, evitando que el agua entre en sus oídos porque pueden sufrir otitis con mucha facilidad.

Las orejas largas y con flecos del setter inglés son un riesgo para las infecciones de oído porque pueden acumular más suciedad y humedad. Como medida de prevención es preciso revisarlas semanalmente y limpiar los oídos con una solución auricular recomendada por el veterinario.

La limpieza de los ojos también debe ser frecuente si se quiere eliminar bien posibles restos de suciedad, legañas o secreciones acumuladas que pueden causar irritación. Se puede usar un paño o una gasa humedecida.

Para prevenir la acumulación de placa y el desarrollo de enfermedades periodontales, el cepillado de los dientes debe realizarse al menos tres veces por semana. La limpieza siempre tiene que hacerse utilizando un cepillo y una pasta dental para perros.

Las uñas deben cortarse cada dos o tres semanas para que no se vuelvan demasiado largas y provoquen molestias al caminar.

De vez en cuando puede ser necesario visitar un peluquero canino que corte y arregle el pelo largo del setter inglés, en especial los flecos.

Teniendo en cuenta que es un perro de caza, o que va a pasar mucho tiempo al aire libre, es fundamental protegerle bien tanto de parásitos internos (lombrices, etc.) como de los externos (pulgas y garrapatas). Es conveniente llevar al día el calendario de desparasitación con el veterinario y usar productos para combatir las pulgas y las garrapatas que se puedan adherir a su largo pelo.

Es una raza muy activa que necesita grandes dosis de ejercicio diario y actividades que desafíen su inteligencia y estimulen su mente para sentirse feliz y mantener un temperamento equilibrado.

Su nivel de exigencia va a ser alto y requerirá un dueño o una familia que pueda seguir su ritmo. No bastará con que dé dos o tres paseos diarios en los que pueda correr o trotar. También se le debe dar la oportunidad de practicar algún deporte canino como el agility, el rally o el canicross para que pueda desfogarse más y liberar su gran energía.

Además, por su instinto natural para la caza, a los setter ingleses les encantan los juegos de olfato en los que deben rastrear, buscar y encontrar premios, golosinas o juguetes escondidos. Otra actividad muy satisfactoria para ellos también puede ser jugar a lanzar una pelota que tienen que perseguir y atrapar.

El setter inglés es inteligente y receptivo al entrenamiento de obediencia. Enseñarle normas básicas y trucos en sesiones regulares le proporcionará no sólo ejercicio físico, sino que también fortalecerá el vínculo entre amo y perro, y fomentará su capacidad de aprendizaje.

Para alimentar correctamente al setter inglés hay que tener en cuenta que es un perro muy enérgico. Su dieta tendrá que estar perfectamente adaptada a su nivel de ejercicio, su edad, su tamaño, y aportar los nutrientes necesarios que cubran el desgaste calórico diario.

La alimentación puede estar formada por comida comercial de alta calidad, formulada específicamente para perros de tamaño mediano a grande. Las opciones pueden ser tanto pienso o croquetas secas como alimentos enlatados que contengan carne magra, granos enteros y vegetales.

Otra alternativa es darle de comer recetas elaboradas en casa. En este caso es recomendable consultar con un veterinario o un nutricionista canino para obtener orientación acerca de cómo formular una dieta casera que combine equilibradamente las proteínas, los hidratos de carbono, las grasas, las vitaminas y los minerales.

Por lo general, los setter ingleses adultos deben ser alimentados dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. Dividir la cantidad diaria de alimento en dos comidas, ayudará a mantener los niveles de energía estables, evitando la sobrealimentación. Además de ser beneficioso para prevenir una peligrosa torsión del estómago, a lo que también contribuirá que no hagan ejercicio inmediatamente después de comer y se mantengan en calma.

Los cachorros pueden necesitar una frecuencia mayor de comidas, tres o cuatro al día en porciones más pequeñas, para satisfacer mejor sus necesidades en la etapa de crecimiento y desarrollo.

La raza tiene mucha fortaleza y es muy sana. Pero hay problemas genéticos, congénitos y propios de perros de su tamaño y su naturaleza activa, que son muy comunes en ella.

Por un lado, la displasia de cadera y de codo. Ambas de origen normalmente hereditario y que se producen por una malformación de las articulaciones. Son afecciones que resultan dolorosas y limitan mucho el movimiento. Por otro lado, la sordera congénita por la que algunos ejemplares nacen con una pérdida auditiva parcial o completa.

La torsión gástrica también puede ser uno de las complicaciones graves que pueden sufrir los setter ingleses. Se produce cuando el estómago se retuerce sobre sí mismo, al dilatarse por tener atrapado en su interior gases, líquido o comida, lo que interrumpe el flujo sanguíneo, y sin atención médica puede producir la muerte.

Originalmente, el setter inglés se clasificaba en dos variedades: el setter inglés laverack y el setter inglés llewellin, nombrados así en honor a los criadores que fueron decisivos en su desarrollo. Hoy en día, ambos son considerados parte de la misma raza, aunque algunos criadores aún prefieren uno u otro tipo. El laverack es más grande y vistoso, apto para las exposiciones caninas y el llewellin, es más pequeño y enfocado a la caza y al trabajo en el campo.

Es tal su grado de energía que, a menudo, su cola puede sufrir roturas cuando la mueve efusivamente y la golpea contra alguna superficie dura.

Resulta característico en la raza su estilo distintivo a la hora de moverse cuando detecta una presa. El setter inglés se va acercando a ella sigilosamente, agazapado, con el cuerpo muy cerca de tierra, pero moviéndose ágilmente totalmente estirado y con la cola extendida.

Al setter inglés le cuesta estar quieto mucho rato, por eso la vivienda más adecuada será aquella que disponga de un patio o un jardín cercado al que pueda salir cuando quiera. Satisfechas sus ganas de correr, trotar o jugar, será tranquilo en casa, acurrucándose en el sofá al final del día.

El setter inglés es un perro de compañía ideal aunque no se tenga experiencia previa, pero sólo recomendado para personas y familias que lleven una vida activa y les guste la naturaleza y el deporte. Hay que tener muy presente que, para sentirse bien, va a tener que ejercitarse bastante a diario.

Como sucede con muchos perros de caza, el setter inglés puede “perder la cabeza” si percibe un rastro interesante y salir detrás de él. Por eso, si se tiene jardín, es necesario tenerlo bien vallado, hay que educarle para que responda a la llamada cuando corra libremente por el campo, y estando en zonas no seguras, como la ciudad, llevarle siempre con correa.