Entrevista

Iñaki Arto, experto en energía del Basque Centre for Climate Change

La bajada del precio del petróleo es una mala noticia para el medio ambiente y los ciudadanos
Por Alex Fernández Muerza 26 de diciembre de 2014
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Imagen: BC3

La bajada del precio del petróleo no se debe a una abundancia de este combustible no renovable, sino más bien a su escasez. Para desentrañar esta aparente contradicción y sus efectos en el medio ambiente y los ciudadanos, hablamos con Iñaki Arto, experto en energía del Basque Centre for Climate Change (BC3), uno de los ‘think tanks’ de referencia mundial sobre cambio climático. Según este investigador, detrás se encuentra la burbuja de inversión que se está creando en torno al fracking y la guerra de precios con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC en sus siglas en inglés). Un petróleo barato, explica Arto, perjudica el medio ambiente y la salud, ya que supone más contaminación, más emisiones nocivas para el cambio climático y un freno a la expansión de las energías renovables. Y aunque los ciudadanos se beneficien de unos precios de los combustibles algo más baratos, a largo plazo podría desembocar en una crisis financiera.

¿Por qué ha bajado el precio del petróleo si supuestamente es cada vez más escaso y caro?

“Un precio del petróleo bajo de forma sostenida podría desencadenar una crisis financiera”
Hay dos factores fundamentales que han hecho bajar los precios del petróleo. Por un lado, el aumento en la demanda se ha ralentizado por un menor crecimiento económico, en especial en China. Por otro lado, y quizás el más relevante, el aumento en la producción de petróleo no convencional en Estados Unidos (EE.UU.). Aunque parezca una contradicción, este ‘boom’ en la extracción de petróleo está íntimamente relacionado con la escasez del mismo.

¿Podría explicar esta aparente contradicción?

No todo el petróleo que se extrae en el mundo se hace de la misma forma. Hasta hace una década, la mayor parte se hacía de forma relativamente barata, con técnicas convencionales. A medida que ese petróleo se ha ido agotando, el precio ha aumentado de forma paulatina, llegando a superar los 80-100 dólares por barril. A ese precio resulta rentable el no convencional, más difícil de extraer, para el que se utilizan técnicas como el fracking. En este contexto de altos precios, la empresas estadounidenses de fracking no han tenido problemas en atraer capital para explotar estas reservas, de tal forma que en EE.UU. ha aumentado de forma notable. Al mismo tiempo, la OPEC, ante el temor de perder su cuota de mercado (en la actualidad cerca de 30%), ha comenzado una guerra de precios para expulsar del mercado a los operadores de fracking, que tienen unos costes notablemente superiores (el coste medio en la OPEC ronda los 30 dólares el barril frente a los más de 80 dólares del fracking), además de grandes niveles de endeudamiento. Con precios por debajo de 60 dólares de manera sostenida, es cuestión de tiempo que algunos productores de fracking estadounidenses se declaren en bancarrota, lo que podría desencadenar una crisis financiera.

¿Por qué no se ha notado tanto en el precio de los carburantes que pagan los consumidores?

“La bajada del precio del petroleo obedece a una burbuja de inversión en fracking y a una guerra de precios”
El precio de la materia prima constituye sólo una parte del precio. En los últimos tiempos, este porcentaje ha oscilado entre el 30% y el 40%, dependiendo de la cotización del petróleo. El resto son, por un lado, costes y márgenes de producción y distribución (en torno a 16 céntimos/litro) y, por otro lado, los impuestos. Estos últimos componentes hacen que cualquier subida o bajada del precio del petróleo se vea amortiguada. Además, el petróleo cotiza en dólares, por lo que las fluctuaciones del tipo de cambio euro-dólar también influyen en el precio final que pagan los consumidores. De esta forma, una bajada de un céntimo en el precio del petróleo se debería traducir en una reducción aproximada de 0,3 céntimos en el precio de los carburantes gasolinas.

¿En qué manera afectan estas decisiones al medio ambiente?

No son buenas noticias para el medio ambiente. Unos precios bajos de la energía incentivan el consumo y provocan un aumento en las emisiones contaminantes, en especial de dióxido de carbono (CO2). Los precios bajos desincentivan la inversión en energías alternativas y en eficiencia, y ralentizan la necesaria transición hacia una economía baja en carbono.

¿Y para los ciudadanos?

Son noticias buenas y malas. La buena es que la factura energética de los ciudadanos se reduce, de manera que disponen de más renta para otras necesidades. La mala es que, en gran medida, asistimos a un pulso entre los productores de fracking y los países de la OPEC. El resultado podría llegar a tener consecuencias negativas en el medio-largo plazo en forma de crisis financiera y aumento en los precios del petróleo.

¿Qué podemos hacer los consumidores frente a ello?

Con independencia del precio, los consumidores deberíamos ser conscientes de las implicaciones ambientales de nuestro consumo de energía. En cierta medida, todos somos responsables de un cambio climático que está ya aquí y que si no detenemos puede llegar a tener consecuencias desastrosas para el futuro de la humanidad. Por otro lado, además de ejercitar un consumo responsable, debemos presionar a nuestros políticos para que reorienten el modelo energético actual, de forma que no suponga un riesgo para el futuro del planeta.

Visto que los productores son capaces de bajar los precios, ¿va a seguir habiendo combustibles fósiles para rato?

“Los recursos fósiles actuales son suficientes como para provocar un cambio dramático en el clima del planeta”
La bajada actual de los precios es un fenómeno coyuntural que obedece más al efecto conjunto de una burbuja de inversión en fracking y una guerra de precios que a una situación de abundancia. Hay combustibles fósiles, pero la tendencia es que cada vez serán más caros, pues son más difíciles de extraer, y más sucios. Es más, si bien los recursos fósiles no son tan abundantes como en ocasiones nos hacen creer, son suficientes como para provocar un cambio dramático en el clima del planeta.

Si se supone que hay que tomar decisiones ya en la lucha contra el cambio climático, ¿esta cuestión del petróleo no es contradictoria?

Esta situación es un claro ejemplo de la lógica cortoplacista que en muchas ocasiones guía las decisiones económicas. El capital financiero se guía por la obtención del beneficio rápido. En el caso del fracking en EE.UU., los altos precios del petróleo, unos tipos de interés a mínimos históricos y el impulso de la Administración Obama han contribuido a que una gran cantidad de capital se haya invertido en este sector, detrayendo recursos para el desarrollo de fuentes de energías renovables, que serán tan necesarias en el futuro para tratar de estabilizar la temperatura del planeta.

Petróleo en Canarias, fracking en diversas comunidades autónomas… Los combustibles fósiles también quieren tomar protagonismo en España. ¿Cómo puede afectar al medio ambiente y a los ciudadanos?

Es difícil decirlo, pues apenas hay información para analizar la situación de manera rigurosa. Sin embargo, desde la óptica climática, si queremos evitar sobrepasar los umbrales de seguridad, deberemos dejar una buena parte de los recursos fósiles en el subsuelo. ¿Estamos dispuestos a ello?

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