Los insectos representan el 70% de los animales conocidos en el planeta

En Logroño ha comenzado un curso de iniciación al estudio de este grupo animal
Por EROSKI Consumer 19 de junio de 2003

Representan más del 70% de los animales conocidos, están presentes en todos los ecosistemas terrestres y son esenciales para la vida de numerosas especies. Son los insectos, unos «bichos» poco conocidos y generalmente molestos para la mayoría. Estos días la Casa de las Ciencias de Logroño, en colaboración con la Asociación para el Desarrollo de la Biología en La Rioja (ADEBIR), imparte un curso de iniciación al estudio de este grupo animal, «el más grande y diverso que existe».

Sus tres pares de patas y la presencia de un par de antenas, por minúsculas que sean, caracterizan a estos animales de cuerpo dividido en tres partes (cabeza, tórax y abdomen) y dotados, en la mayor parte de los casos, de alas voladoras. Se conocen unas 800.000 especies distintas en todo el planeta y cada año se descubren varios miles más. «Entre los insectos existe una diversidad muy elevada -explica Ignacio Pérez Moreno, vicepresidente de ADEBIR- y eso hace que sus funciones ecológicas, dentro de los ecosistemas en los que habitan, sean también muy variadas».

Estas funciones están relacionadas de forma directa con el tipo de alimentación de cada especie. Así, las que se alimentan de polen y néctar contribuyen a la polinización de las plantas, hasta tal punto de que en ocasiones, como ocurre con algunas orquídeas, la forma y color de la flor simula la del insecto, en este caso una abeja, para atraer al animal.

Otros insectos se alimentan de cadáveres, contribuyendo a su descomposición, o de excrementos (coprófagos), con lo cual favorecen el ciclo de los nutrientes y evitan que las deposiciones se acumulen. Los hay depredadores que devoran a otros congéneres, parásitos, y chupadores de sangre, como los mosquitos (sólo las hembras pican). Algunas polillas prefieren ingerir lana y otras encuentran su festín en la harina de la despensa o, como los gorgojos, en los cereales y las legumbres.

Un numeroso grupo de insectos se alimenta de plantas (fitófagos), de modo que ayudan a controlar la expansión de los distintos vegetales. A su vez, son capturados por otros animales insectívoros, de modo que el ecosistema tiende a equilibrarse. Sin embargo, cuando las condiciones naturales son alteradas, como ocurre con los cultivos controlados por el hombre, algunas especies se ven más favorecidas que otras y pueden llegar a constituir una plaga. Esto sucede cuando el número de individuos supera determinado umbral y causa daños severos en las plantaciones.

«Sin los insectos -señala Ignacio Pérez- desaparecerían muchas plantas ligadas a ellos y también pájaros, reptiles, anfibios, artrópodos y algunos mamíferos que se alimentan de ellos, y que a su vez son alimento de otros».

Vida corta

Otra característica de los insectos es la corta duración que parece tener su vida. En su fase adulta suelen vivir entre un día y un par de meses, tan sólo el tiempo necesario para reponer fuerzas y reproducirse. Incluso hay especies, como la mariposa de la seda, que sólo se dedican a aparearse. Ni siquiera se alimentan, ya que tienen el aparato bucal atrofiado.

Sin embargo, su vida inmadura puede ser muy larga. La cigarra, por ejemplo, pasa 17 años en estado de larva, aunque su vida como adulto sea mucho más corta. Algo parecido sucede con las denominadas «efímeras», que pueden permanecer en fase larvaria hasta tres años, mientras que como adultas apenas resisten unas horas.

Muchos insectos pasan en forma de huevo o en periodo de larva el invierno. Se trata de una estrategia que les permite sobrevivir mejor que en estado adulto, ya que al ser animales de sangre fría no pueden regular su temperatura. En ocasiones segregan un capullo a su alrededor, o construyen un estuche en el que refugiarse, como ocurre con algunas larvas que viven en el agua. Otros permanecen inactivos durante el periodo de frío, ocultos en algún escondrijo donde es difícil localizarlos.

Bioindicadores

Los insectos forman parte fundamental de la mayor parte de los ecosistemas que conocemos, desde los desiertos hasta las selvas pluviales, y constituyen un elemento esencial de la biodiversidad.

Además de sus funciones ecológicas, «los insectos nos pueden dar idea de la calidad ambiental de un determinado lugar, del estado de un bosque o de si una formación vegetal ha seguido su evolución natural o ha sido más o menos alterada por el hombre», explica Ignacio Pérez. Así, por ejemplo, hay especies que se alimentan de madera muerta (saproxílicos), por lo que su presencia suele indicar que nos encontramos en un bosque maduro, de cierta edad, en el que hay ejemplares viejos y se ha alcanzado cierto equilibrio.

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