Problemas como la contaminación del aire en las ciudades o la dependencia energética y económica del petróleo son causados en buena parte por los vehículos a motor. Cada vez son más las iniciativas para tratar de generalizar nuevos modelos de coches sin emisiones nocivas para el medio ambiente y alimentados con fuentes de energía limpias y baratas. Este artículo explica las características de los principales automóviles sin emisiones contaminantes y matiza en qué consiste el concepto “cero emisiones”.
Vehículos eléctricos e híbridos
Los vehículos eléctricos se consideran el futuro de la automoción por sus ventajas económicas y ambientales. El coste de la electricidad para alimentar sus baterías es menor que el de los combustibles fósiles. La diferencia se acentuará además en los próximos años: el petróleo será cada vez más caro y escaso y la electricidad, más barata y ecológica gracias a fuentes renovables como la energía solar.
Los vehículos eléctricos no producen las emisiones contaminantes de los convencionales
En circulación, los vehículos eléctricos no producen las emisiones contaminantes de los convencionales con motor de combustión, como las nocivas PM2,5 y PM10 o los óxidos de nitrógeno (NOx), ni gases de efecto invernadero, implicados en el cambio climático, como el dióxido de carbono (CO2).
La Unión Europea señala a la «electrificación del transporte» como una prioridad. En España, el plan Movele intentó impulsar la compra de vehículos eléctricos. Sin embargo, todavía tienen que mejorar para ser competitivos y superar sus actuales inconvenientes: necesitan varias horas para recargar (aunque ya hay sistemas de recarga rápida) y tienen una autonomía pequeña o un coste mayor en comparación con los de combustible. Su generalización en más o menos años dependerá de aspectos como el avance de la tecnología de las baterías y los sistemas de recarga, la implantación de «electrolineras» o puntos de recarga a lo largo de la red de carreteras y zonas urbanas, el impulso institucional y empresarial (con iniciativas como el alquiler de coches eléctricos) o la concienciación ciudadana. Las investigaciones con coches solares, que se alimentan de forma directa con energía solar a través de las células fotovoltaicas ubicadas en su superficie, también podrían suponer avances interesantes. Las motos eléctricas son la opción para los amantes de las dos ruedas.
Aunque no son 100% sin emisiones contaminantes, una opción más a mano en la actualidad y considerada de transición hacia los eléctricos son los denominados híbridos: combinan un motor convencional con una batería eléctrica que se recarga con la energía del frenado. La industria automovilística trabaja en diversas variantes, como los híbridos con motor diésel o los híbridos conectables, que se pueden enchufar a la red para recargarlos como los eléctricos «puros».
Coches con combustible de hidrógeno
Algunos expertos señalan al hidrógeno como el verdadero futuro de la automoción e, incluso, de la economía mundial. Este gas es abundante y no produce emisiones contaminantes ni CO2. Aplicado a los vehículos, se basa en las pilas o células de combustible, que transforman la energía química del hidrógeno.
A pesar de sus ventajas, los vehículos de hidrógeno se encuentran lejos de su generalización. En realidad, es un vector energético: sirve para almacenar (y transportar) energía procedente de fuentes primarias. Por ello, se la considera el compañero ideal para el desarrollo de las energías renovables. Sin embargo, ahí radica su principal inconveniente: a temperatura y presión ambiente, es muy voluminoso y su capacidad de liberación de energía le convierte en un gas muy inflamable. Diversos investigadores de todo el mundo (también en España) trabajan con diversas tecnologías para mejorar las pilas de combustible de hidrógeno.
Bicicleta: a pedales y eléctrica
La bicicleta es el medio de transporte más ecológico, sano y sostenible: no necesita combustibles fósiles, reduce la contaminación acústica, mejora la salud tanto de las personas como de las ciudades, y ahorra tiempo y dinero.
Las personas que no se encuentran tan en forma, que tienen que salvar cuestas pronunciadas, o quieren aumentar la distancia recorrida, disponen de las bicicletas eléctricas, con modelos cada vez más económicos. La tecnología también ayuda a su avance, como el pedelec o bicicleta asistida eléctrica: cuando detecta que al usuario le cuesta pedalear, le ayuda con su batería.
El aire como combustible
Diversos fabricantes han puesto en el mercado modelos de coches de aire comprimido (CAC) como alternativa de transporte más ecológica, económica y segura que los vehículos convencionales. Los CAC se mueven gracias a la expansión del aire almacenado en su tanque.
Otra posibilidad que se prueba de forma experimental es una gasolina a partir del aire. La idea consiste en transformar el CO2 y el hidrógeno del vapor de agua en una especie de gasolina más «limpia» que la derivada del petróleo. Otros investigadores proponen extraer el CO2 del agua de mar, que tiene mayor concentración que el aire. Sin embargo, como señala César Tomé, divulgador científico y autor del blog «Experientia Docet», son en ambos casos soluciones para contingencias (como los generadores eléctricos de un hospital cuando se va la luz), pero no una solución a gran escala.
Cuidado con las denominaciones «cero emisiones»
El concepto «sin emisiones contaminantes» es muy relativo. La tendencia es a utilizarlo para el momento en el que el vehículo circula: si no emite gases contaminantes, contribuye a la calidad del aire del lugar en el que se mueve.
Sin embargo, en un sentido estricto del término, se tendría que pensar en todo el ciclo de vida del vehículo, desde que se extraen las materias primas para su fabricación hasta que se convierte en un residuo. No es lo mismo que la energía provenga de una central térmica de carbón que de una instalación de energía solar. Algunas de estas fases tienen un impacto mucho mayor en el medio ambiente que el momento de circulación del vehículo. En Reino Unido, la ASA, la institución que vela por la calidad de los contenidos publicitarios, prohibió en 2010 un anuncio de un supuesto «vehículo cero emisiones» por no incluir todo el ciclo de vida.