Postura corporal y autoconfianza

La expresión física afecta a los pensamientos y al nivel de seguridad en uno mismo
Por Núria Llavina Rubio 19 de octubre de 2009
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Sentarse de forma correcta es un signo de confianza en uno mismo. Por el contrario: mantenerse cierto tiempo con la espalda encorvada refleja inseguridad y hasta aburrimiento. Pero es más que eso. Investigadores de la Universidad de Ohio (EE.UU.) y de la Universidad de Madrid aseguran que la posición del cuerpo provoca a su vez cambios internos en la toma de decisiones. La postura corporal influye en la forma de pensar de uno mismo y en la opinión que los demás tienen acerca de esa persona.

El proceso comunicativo está repleto de gestos, expresiones faciales, movimientos y posturas que reflejan sentimientos, opiniones y preferencias. La mayoría de estas conductas comunican a los demás estados de ánimo internos, pero también pueden tener una fuerte influencia en quien los emite. Una sonrisa transmite bienestar tanto al receptor como al emisor. También una señal de afirmación o negación con la cabeza ayuda a corroborar o rechazar una opinión.

Sentarse de forma correcta puede aportar bienestar psicológico, confianza y autoestima. Richard Petty, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.), asegura en un trabajo publicado en «European Journal of Social Psychology» que una postura correcta da mayor seguridad en los propios pensamientos y en la manera de pensar sobre uno mismo, sean creencias positivas o negativas.

Pensar en pensar

Una sonrisa transmite bienestar tanto a quien la recibe como a quien la emite

Este comportamiento, que parece lógico e intuitivo, es el resultado de un complejo proceso mental. La autovalidación, como se denomina, consiste en reflexionar acerca de los propios pensamientos y, de alguna manera, intenta confirmar qué se piensa. En este asunto ha centrado sus investigaciones Pablo Briñol, de la Universidad Autónoma de Madrid, junto con el equipo de Petty. Ambos han determinado que los gestos o las posturas no influyen de manera directa en los pensamientos («si asiento con la cabeza es que estoy de acuerdo»), sino que atañen más bien a la confianza que se tiene sobre las reflexiones.

Los pensamientos positivos sobre una determinada propuesta implican la posibilidad de que, al asentir con la cabeza, se aumente la confianza en la validez de los pensamientos favorables. Como consecuencia, el convencimiento es mayor.

Los primeros trabajos de Briñol se centraron en el estudio de los movimientos de cabeza. Desde entonces, tras ser nominado para el Premio Anual a la Innovación Teórica en Psicología Social por la Society for Personality and Social Psychology, ha realizado más investigaciones centradas en otras conductas: expresiones faciales, postura de la espalda o movimientos de extensión y flexión de brazos. Estos pueden influir también en la persuasión y aumentan o disminuyen la confianza de la gente sobre sus pensamientos.

Sentarse bien para quererse más

El trabajo más reciente ha profundizado en la postura de la espalda. Los investigadores examinaron de nuevo cómo la posición del cuerpo interviene en las autoevaluaciones y concierne a la confianza de un individuo. Se pidió a 71 estudiantes de la Universidad de Ohio que pensaran acerca de sus propias cualidades para conseguir un trabajo. Antes, les solicitaron que se sentaran en una postura determinada: unos con la espalda erguida y con el pecho hacia fuera -postura de confianza- y otros, cabizbajos, con la espalda encorvada -dudosos.

Tras generar pensamientos sobre puntos fuertes o debilidades con ambas posturas, todos los participantes contestaron a una encuesta sobre su futuro profesional: si se consideraban buenos candidatos, si creían que podían superar un proceso de selección con éxito y si pensaban que serían trabajadores capaces de rendir.

Las evaluaciones acerca de sí mismos estuvieron determinadas por los pensamientos anteriores. Quienes se centraron en sus puntos fuertes se evaluaron mejor como candidatos que los estudiantes que deliberaron sobre sus puntos débiles. Sin embargo, esta correlación entre pensamientos y evaluación sólo se produjo cuando se había tenido una postura correcta. Los investigadores explican el resultado: al pensar en los puntos fuertes, una posición corporal segura ayuda a confiar más en ellos y, por tanto, a sentirse mejor con uno mismo.

Tener pensamientos negativos con una mala postura aumenta la confianza en esa creencia y conlleva una evaluación peor de uno mismo. Por el contrario, tener pensamientos negativos cuando se mantiene una postura adecuada implica, en su mayoría, una evaluación general favorable, ya que la posición reduce la validez percibida de las limitaciones.

CONFIANZA EN UNA ENTREVISTA DE TRABAJO

ImgImagen: lee

Los movimientos del cuerpo pueden afectar a cuestiones importantes de la vida cotidiana que requieren una autoevaluación, es decir, pensar en las acciones que se llevan a cabo. Richard Petty señala que la postura del cuerpo es natural y fácil en el día a día. Tiene beneficios psicológicos destacados, por lo que recomienda entrenarse para hacerlo bien. Ante un examen de tipo test, la autoconfianza en uno mismo ayuda al alumno que duda entre varias respuestas a confirmar, con probabilidad, que la primera conjetura era la correcta.

En una entrevista de trabajo, aunque no hay que obsesionarse, es fundamental el control postural. No hay una fórmula idónea, pero sentarse en posición recta, con una ligera inclinación hacia adelante y las manos entrelazadas (sin apoyar los codos en la mesa) es una posición correcta de salida. Junto a ésta, los sutiles movimientos de cabeza para dirigir la atención aumentan la energía, la confianza y la variedad en las comunicaciones. Todo debe desarrollarse sin exagerar para no transmitir al entrevistador un exceso de autoconfianza o, de forma contraproducente, inseguridad. Hay que establecer un estilo propio y natural.

Mirar al entrevistador de frente, no decir “sí” con cara de “no”, sonreír de manera ocasional para comunicar una imagen de persona agradable, usar las manos para ilustrar acciones difíciles de verbalizar, evitar tics nerviosos y no invadir el espacio del interlocutor son otras recomendaciones habituales para el éxito en una entrevista de trabajo.

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