La bronquiolitis, un catarro complicado

El virus respiratorio sincitial provoca una infección del tracto respiratorio inferior muy contagiosa, que afecta a lactantes y a niños menores de dos años
Por Jordi Montaner 4 de enero de 2009
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Imagen: Jyn Meyer

En España, la bronquiolitis causa más de 10.000 ingresos hospitalarios anuales, al obstruir las vías respiratorias bajas y dificultar la respiración de los bebés. Constituye, de hecho, la primera causa de ingreso hospitalario en niños menores de un año, además de provocar una gran carga al sistema de salud. Dos tercios de los bebés se infectan durante el primer año de vida y el 90% contraen la enfermedad una o varias veces antes de los dos años. La investigación avanza, ahora, hacia una vacuna dirigida a la glicoproteína F del virus respiratorio sincitial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el virus respiratorio sincitial (VRS), principal causante de la bronquiolitis, es el culpable de la muerte, en todo el mundo y cada año, de casi cuatro millones de niños menores de 24 meses. Esta infección vírica aguda del tracto respiratorio suele afectar a lactantes y a niños pequeños. Se trata de una enfermedad grave que causa la inflamación de las vías respiratorias inferiores en el pulmón, lo que bloquea la entrada del aire y provoca una consecuente falta de aire.

Se calcula que uno de cada 25 españoles menores de un año ingresa anualmente en un hospital de la red pública por este proceso, siendo Extremadura, Andalucía, Galicia, el norte de Cataluña, norte de la Comunidad Valenciana y Cantabria las áreas con tasas más elevadas de hospitalización. La media de ingreso es de siete días y, en los rangos estudiados, un 21% de los pacientes debe permanecer en el hospital más de una semana. Por otra parte, representa una carga económica nada desdeñable al Sistema Nacional de Salud, ya que llega a comportar un coste directo anual de hospitalización superior a los 3,6 millones de euros.

Una situación complicada

La infección se caracteriza por dificultad respiratoria, tos persistente, fatiga, aumento de la frecuencia respiratoria y pérdida del apetito

Los síntomas con los que se presenta la bronquiolitis suelen ser similares a los de un catarro de las vías altas. Sin embargo, esta infección se caracteriza por cierta dificultad para respirar, tos persistente e intensa, fatiga ostensible, sibilancias (sonido similar a un silbido) espiratorias, aumento de la frecuencia respiratoria y pérdida notable de apetito. Según estudios epidemiológicos, los meses de septiembre a abril son los más propicios para el contagio por virus respiratorio sincitial.

En adultos, la infección no llega a las vías bajas y pasa, a menudo, desapercibida, pero en los menores de dos años los efectos de la bronquiolitis son más graves que los de la gripe y causan cerca de 25.000 consultas de urgencia. La OMS estima que el VRS tiene un papel predominante en la muerte de casi cuatro millones de niños cada año y que afecta a más de 64 millones de personas en todo el mundo. También hay datos recientes que avalan una relación entre la infección por virus respiratorio sincitial antes de los dos años y un posterior desarrollo de asma.

Los bebés prematuros, sobre todo los nacidos antes de las 35 semanas de gestación, los nacidos con cardiopatía congénita o con enfermedad pulmonar crónica son los más vulnerables a padecer esta enfermedad. Estos niños presentan un riesgo de hospitalización por bronquiolitis diez veces superior al de los nacidos a término. Los lactantes prematuros tienen mayor riesgo de infección grave por VRS debido a la anatomía de sus vías respiratorias, menos desarrolladas que en nacidos a término y con menor población de anticuerpos.

Según estudios llevados a cabo, cada año un 13% de los niños prematuros ingresa en un hospital por infección debida a este virus. Los expertos recomiendan a los padres de estos niños acudir al médico durante los meses de septiembre a abril para elaborar una estrategia preventiva y vigilar de cerca el debut de la enfermedad. La Sociedad Española de Neonatología ha elaborado unas recomendaciones para los bebés más vulnerables de padecer bronquiolitis, que contemplan también la indicación de un tratamiento preventivo o profilaxis.

Contagio

Como en la gripe, el contagio de esta enfermedad es muy fácil. El VRS se propaga a través de las secreciones nasales, tos y estornudos de la persona contagiada y mediante el contacto con las manos o con los objetos que esa persona haya tocado. El virus puede vivir hasta cinco horas en los juguetes, en la ropa y en los pañuelos.

Debido a que se extiende con facilidad por el contacto, los expertos recomiendan a los padres y cuidadores que establezcan una serie de medidas higiénicas a la hora de cuidar a estos pequeños: lavarse bien las manos antes de tocar al bebé, evitar toda exposición al humo del tabaco y a los entornos cerrados, así como el contacto físico del bebé con otros menores o familiares contagiados, usar pañuelos desechables y tirarlos inmediatamente, limpiar a fondo los juguetes y no utilizar aquellos que hayan sido tocados por otros bebés o mayores enfermos.

Gonzalo Cabrera Roca, del Hospital Universitario Materno-Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, recomienda a los padres de todo bebé de menos de 12 meses «con signos acompañantes de infección vírica, como son enfriamiento, otitis y fiebre» consultar al pediatra, ya que mediante una simple radiografía de tórax se detecta el atrapamiento aéreo y las atelectasias (disminución del volumen pulmonar). Añade este especialista que la incidencia máxima se da en los seis primeros meses de vida, predominando en niños por encima de las niñas.

«Además, la mayor gravedad se da también en los varones», porque «proporcionalmente, las niñas tienen vías aéreas mayores». Cabrera atribuye, asimismo, cierto efecto protector a la lactancia materna, «que se sustentaría en las regurgitaciones con inmunoglobulina A (IgA), que impregna las vías respiratorias superiores e impide la adhesión en ellas del VRS».

EN BUSCA DE UNA VACUNA

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No es fácil tratar la bronquiolitis dada la escasa edad de los pacientes y la complejidad de los tratamientos antivíricos. Los médicos conjugan el empleo de fármacos antivíricos, como la ribavirina, con agentes sintomáticos como los empleados para el broncoespasmo asmático (broncodilatadores, adrenalina y corticoides). Los bebés ingresados en centros hospitalarios reciben un mayor aporte de líquidos y oxigenoterapia para mantener una saturación de oxígeno (oxígeno transportado por la hemoglobina en el interior de los vasos sanguíneos) de más del 93%.

Otras modalidades de tratamiento aún no establecidas de forma definitiva son la aplicación de presión positiva en las vías aéreas, ventilación con mezcla de helio y oxígeno y aporte de surfactante en pacientes intubados. Pese a que el virus respiratorio sincitial lleva años identificado, no se ha podido desarrollar todavía una vacuna efectiva y segura. “Al contrario”, recuerda Gonzalo Cabrera Roca, del Hospital Universitario Materno-Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, “se intentó la profilaxis con una vacuna inactivada y se produjeron casos aún más graves en los bebés vacunados”.

Se siguen realizando intentos de vacuna dirigidos esta vez hacia la glicoproteína F del virus respiratorio sincitial, de naturaleza estable y validez antigénica. Otra medida profiláctica ensayada es la administración de agentes biológicos, como palivizumab.

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