Descubren que el arsénico de las aguas de riego se transfiere a los cultivos, pero los niveles detectados no suponen peligro

Este elemento químico natural puede ser tóxico o no para el ser humano dependiendo de la dosis y su origen
Por EROSKI Consumer 14 de mayo de 2009

Investigadores de la Universidad de Valladolid (UVA) y del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC) han constatado que en las patatas regadas con aguas ricas en arsénico este elemento aparece hasta 35 veces más que en los cultivos que no las utilizan. Los científicos también han confirmado el impacto que tiene el agua con alto contenido en arsénico sobre plantaciones de remolacha, zanahoria y trigo.

«El objetivo del trabajo que hemos realizado es conocer el impacto de las aguas subterráneas ricas en arsénico sobre las tierras y cultivos de trigo, patata, remolacha azucarera y zanahoria», explicó al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) Amelia Moyano Gardini, profesora de la Escuela Universitaria de Ingenierías Agrarias de la UVA y coautora de la investigación.

Para llevar a cabo el trabajo, los científicos eligieron 23 parcelas situadas al sur de la provincia de Valladolid y norte de la de Segovia, una zona agrícola conocida por la presencia de arsénico en sus aguas subterráneas (entre 38 y 136 microgramos/litro). Los investigadores analizaron las concentraciones de arsénico en la tierra y en los cuatro vegetales, y compararon los datos con los recogidos en tres zonas de control irrigadas con agua sin apenas arsénico (5 microgramos/litro o menos).

Acumulación en la raíz

Los resultados confirmaron que las concentraciones de arsénico, tanto en el suelo (donde se alcanzaron niveles de hasta 36 miligramos/kg) como en las plantas, eran superiores en las parcelas regadas con aguas ricas en ese elemento respecto a las zonas de control. Los niveles de arsénico disuelto en agua alcanzaron en algunas muestras los 0,9 mg/kg, lo que excede el límite de 0,04 mg/kg propuesto para uso agrícola.

En los cultivos de patatas los científicos encontraron niveles de arsénico 35 veces superiores en las plantaciones irrigadas con aguas con arsénico, y en las remolachas alcanzaron concentraciones también elevadas (entre 3,9 y 5,4 mg/kg). «El arsénico se acumula especialmente en la raíz de estos vegetales, probablemente como un mecanismo de defensa», apunta Moyano.

La investigadora aclara que estas concentraciones «por ahora no son preocupantes para las personas que consumen los productos agrícolas de la zona», pero en el estudio se alerta de que en el caso del trigo se pueden superan los límites establecidos si se consumen más de 400 g al día (o si se combina con otros vegetales del área), lo que puede representar un riesgo para la salud.

Elemento natural

El arsénico es un elemento químico natural que puede ser tóxico o no para el ser humano dependiendo de la dosis y su origen. En los seres vivos se combina con el carbono y el hidrogeno para formar compuestos orgánicos de arsénico, que en general no son nocivos. En el medio ambiente, sin embargo, esta sustancia se combina con oxigeno, cloro y azufre formando compuestos inorgánicos de arsénico, considerados más tóxicos.

La exposición prolongada a altas concentraciones de arsénico (durante más de 10 años) puede producir arsenicosis, una enfermedad cuyos síntomas más frecuentes están relacionados con alteraciones en la piel, aunque en los casos más graves puede derivar en diversos tipos de cáncer (como el de piel, pulmón y riñón).

En la Unión Europea (UE) el nivel máximo de arsénico permitido en aguas para consumo humano es de 0,01 mg/l, una cifra que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar. En todas las parcelas analizadas en la investigación se detectaron más de 0,05 miligramos de arsénico por litro de agua (destinada al riego, no al consumo), y en algunas hasta 0,136 mg/l.

La investigadora precisa que los altos contenidos de arsénico en las aguas subterráneas de la zona de estudio no se deben a una contaminación producida por las actividades humanas, sino a una anomalía geológica inducida por las características químicas del agua de los acuíferos de la región. Los responsables autonómicos de la Junta de Castilla y León están trabajando para paliar este problema.

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