Detección instantánea de contaminantes en marisco

Un nuevo método dotado de biosensores permite detectar toxinas en el marisco de forma más rápida y fiable
Por Natàlia Gimferrer Morató 24 de enero de 2011
Img ostras
Imagen: Javier Lastras

La principal causa de contaminación a través del consumo de marisco se debe a la presencia de toxinas, producidas sobre todo por algas presentes en el plancton y que constituyen la principal fuente de alimento de los moluscos bivalvos, una de las especies más afectadas. De esta manera, las toxinas se acumulan y se pueden metabolizar en el interior del animal y, por tanto, llegar a intoxicar al consumidor final. Hasta la fecha, para la detección de toxinas en el marisco eran necesarios varios días de análisis. No ha sido hasta ahora que un grupo de científicos británicos ha ideado una prueba que permite verificar de manera mucho más rápida la presencia de toxinas en el alimento y su buen estado general.

Uno de los objetivos de esta nueva herramienta será, tal como indican los expertos, de la Universidad de Queen’s, en Belfast, (Reino Unido), detectar toxinas en el marisco antes de su introducción en la cadena alimentaria, además de otras aportaciones de carácter revolucionario en el sector. Hasta ahora, el periodo necesario para la detección de toxinas en marisco dañinas para el consumidor era de unos dos días, Con el nuevo método, que trabaja con biosensores, el proceso de detección puede reducirse hasta sólo 30 minutos y, además, con unos resultados muy fiables.

Se hace hincapié en la detección de la toxina paralítica, capaz de provocar una parálisis a quien la consume e incluso provocar la muerte. La nueva técnica, ejecutada en el marco del proyecto europeo «Nuevas tecnologías para la detección de múltiples contaminantes químicos en alimentos» (BIOCOP), supone un gran avance en cuanto a la seguridad alimentaria y ofrece además rapidez y fiabilidad.

Eficacia asegurada

Ya hace tiempo que se tiene conocimiento de la existencia de las toxinas en el marisco, en concreto de su procedencia, las formas existentes y sus efectos en los consumidores. Pero el campo de la detección y la fiabilidad de las pruebas utilizadas para ello aún precisaban nuevas investigaciones. La importancia de evitar que las toxinas entren en la cadena alimentaria es creciente, no sólo porque cada vez se conocen más sus efectos en el consumidor sino que cada vez se hallan también más indicios de que el cambio climático multiplica los casos de intoxicación en todo el mundo. Los expertos de la Unión Europea han llevado a cabo numerosos estudios científicos para detectar, de manera fiable, la presencia de toxinas antes de que éstas entren en la cadena alimentaria y disminuir las intoxicaciones en los consumidores.

Mediante ‘proteínas detectoras’ es posible detectar cantidades casi inapreciables de toxinas en todos los mariscos
La nueva herramienta permite captar cantidades muy pequeñas de toxinas mediante unas «proteínas detectoras». La técnica se ha probado en vieiras, ostras, mejillones y otros mariscos y el resultado ha sido excelente. Se han detectado cantidades casi inapreciables de toxinas en todos los mariscos estudiados. Con este nuevo avance se garantiza la seguridad del marisco en todo el mundo, un gran paso para la acuicultura, un sector que lleva mucho tiempo luchando contra el aumento de toxinas provocado por el cambio climático.

Este nuevo instrumento se une a una pequeña gama de pruebas rápidas de seguridad alimentaria ideadas por los expertos británicos. La Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) ha proporcionado una nueva subvención a este grupo de investigadores para continuar con los estudios y desarrollar la prueba al otro lado del Atlántico y reducir así el plazo de comercialización de marisco. El objetivo es establecer los controles tanto en los laboratorios como en las embarcaciones justo en el momento de la captura del marisco.

La marea roja

Este fenómeno natural se produce por la presencia de grandes cantidades de algas unicelulares con una coloración rojiza debido a sus pigmentos, aunque también poseen otras coloraciones. Estas algas forman parte del plancton que los animales marinos, sobre todo marisco, consumen. Estas mareas se encuentran en aguas con una temperatura elevada y con una baja salinidad. Los dinoflagelados son los componentes mayoritarios de este plancton, aunque también se encuentran las diatomeas y otros organismos. Los dinoflagelados tienen la capacidad de realizar la fotosíntesis con la luz del sol y también con compuestos inorgánicos presentes en el agua.

Se concentran en los moluscos durante el proceso de filtración, típico de estos organismos, y se acaban por acumular en el aparato digestivo de los mismos. La intoxicación se produce tras el consumo de este marisco contaminado, sobre todo moluscos bivalvos, ostras, almejas o mejillones, entre otros. El nivel de afectación en los humanos está relacionado por factores como la cantidad de marisco consumido, el nivel de toxinas que tienen los alimentos o su edad.

INTOXICACIÓN PARALÍTICA

Conocida desde hace un siglo en Canadá, esta intoxicación esta provocada por las saxitoxinas y las gonyautoxinas. Es una afectación rara pero grave ya que provoca una paralización de los músculos respiratorios y puede causar la muerte. Las toxinas se acumulan en las vísceras de los moluscos, aunque dependerá de las especies a las que intoxiquen. Los mejillones son unos de los más afectados. Esta especie elimina el 50% de la toxina en unos 12 días, de ahí la importancia de la nueva herramienta para detectar tóxicos con más antelación. El resto se puede mantener durante meses con unos niveles de toxicidad bajos. Los síntomas de intoxicación por estas toxinas son inmediatos, a los pocos minutos de la ingestión ya pueden aparecer, pero igual de rápida puede ser su eliminación. Cabe destacar que con sólo comer uno o dos mejillones contaminados de saxitoxina ya puede aparecer una intoxicación grave.

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