Diferencias higiénicas entre lavar a mano o en lavavajillas

El lavaplatos agiliza el trabajo de limpieza e higieniza y desinfecta los utensilios
Por Maite Pelayo 16 de diciembre de 2010
Img lavaplatos
Imagen: Peter Lindberg

En el hogar, es un electrodoméstico que facilita el trabajo diario en la cocina, pero además de fregar los platos y utensilios, el lavavajillas tiene ventajas añadidas desde el punto de vista sanitario. A consecuencia de las altas temperaturas de lavado, impensables en un fregado a mano, supone un incremento en el grado de desinfección de las piezas. En el momento de elegir el modo de lavado, a mano o a máquina, deben tenerse en cuenta otros factores, como el grado de necesidad según la cantidad de piezas que vayan a fregarse, la economía o el espacio, pero lo importante es que el fregado se realice de forma correcta.

Imagen: Peter Lindberg

Obligatorios en hostelería, opcionales en el hogar. La legislación exige a los establecimientos públicos, tanto de hostelería como comedores, que utilicen máquinas lavaplatos por seguridad e higiene. De esta manera, con el uso de temperaturas elevadas, se impide que vasos, tenedores y otros utensilios utilizados tanto en la cocina como en el servicio de comedor se conviertan en herramientas transmisoras de enfermedades y focos de infección alimentaria. Sin embargo, en el ámbito doméstico es elección de cada persona instalar o no un trapo limpio. Dejar escurrir las piezas fregadas mantiene la humedad en ellas, en la superficie o en el trapo sobre el que se colocan, un aspecto que favorece el desarrollo de microorganismos.

  • Un correcto aclarado y secado son dos fases claves del fregado para evitar contaminaciones químicas (restos de detergentes) en el primer caso y microbiológicas (humedad como factor de crecimiento microbiano), en el segundo.
  • Resulta muy recomendable diferenciar los fregaderos para el lavado de alimentos de los destinados a la limpieza de equipo y utillaje, pero si se comparten, nunca debe simultanearse su uso, sino limpiarse y desinfectarse entre ambas actividades.
    LIMPIEZA DE UTENSILIOS DE MADERA

    No es recomendable introducir los utensilios de madera, como cucharas o tablas, en la máquina lavavajillas. Las elevadas temperaturas aceleran su deterioro. Sin embargo, dadas las características del material (porosidad, grietas…), es fundamental una profunda limpieza y desinfección para evitar que estas herramientas se conviertan en posibles focos de contaminaciones cruzadas. Resulta conveniente un fregado a mano normal (retirada de restos de alimentos, enjuagado, enjabonado y aclarado) y, a continuación, introducir las piezas en una disolución de agua con un chorro de lejía. Tras dejar los utensilios de madera dentro durante unos minutos, debe hacerse un profundo aclarado y secado con un trapo limpio para dejarlos extendidos hasta su completo secado, antes de guardarlos. Por su elevado riesgo sanitario, la utilización de cucharas y otros utensilios de madera está prohibida en cocina profesional.

    UNA HISTORIA MUY HIGIÉNICA

    El lavavajillas lo inventó a finales del siglo XIX la esposa de un influyente norteamericano que, tras ver cómo el servicio rompía una tras otra las piezas de su valioso menaje de porcelana, decidió inventar una máquina que las librara de sus manos. Con esta idea, diseñó un rústico aparato de grandes dimensiones que, sin embargo, cumplía a la perfección su labor de fregar platos y cazuelas. Aunque solicitado por las damas de su entorno y cierto estatus social, y primer premio en la Exposición Universal de Chicago de 1893, su uso generalizado no caló entre las amas de casa, que lo veían como un lujo innecesario.

    No fue hasta años después cuando otros factores, como la incipiente emancipación de la mujer, le dieron un lugar de relevancia en las cocinas. Pero, sin lugar a dudas, el hecho que más favoreció la introducción de los lavavajillas en los hogares fue que permitía lavar con agua muy caliente a temperaturas tan elevadas que un fregado a mano no era capaz de soportar. De este modo, se podía higienizar y desinfectar platos y utillaje, además de evitar la proliferación y contagio de bacterias y otros gérmenes. Éste constituyó el punto fuerte en el que se basó su publicidad y por el que las amas de casa demandaron la instalación de máquinas lavavajillas en sus cocinas.

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