Disputas en el mercado de las vitaminas

El control por el mercado mundial de vitaminas ha llevado a las empresas productoras a ejercer prácticas monopolísticas ilegales
Por Jordi Montaner 17 de septiembre de 2003
Img

Las empresas dedicadas a la producción de vitaminas, buena parte de ellas concebidas como suplemento alimenticio, llevan años disputándose el mercado mundial y controlándolo con éxito. Pero la irrupción de compañías asiáticas amenaza con desarbolar unas estrategias comerciales que, como en el caso de la vitamina E, ofrecen todavía más sospechas que certezas.

La filosofía de la alimentación saludable tiene a vitaminas y oligoelementos por pilares básicos. El mercado global de las vitaminas no para de crecer y, por si fueran pocas las empresas occidentales con voluntad de competir entre sí por un mejor elixir, manufacturadores chinos se suman al empeño con preparados de bajo precio, destinados a colmar la demanda asiática sin renunciar a la exportación a los países occidentales.

La adquisición de Roche Vitaminas a cargo de la empresa DSM estaba destinada a convertirse en noticia del año dentro del apartado empresarial farmacéutico y alimentario con vocación vitamínica, pero en Asia, y a rebufo de la mayor epidemia neumónica continental, se ha desatado una fiebre provitamínica sin precedentes que ha desestabilizado el mercado internacional.

Una investigación llevada a cabo por la cadena BBC cifra para 2007 en más de dos mil millones de euros la facturación anual por compra de vitaminas en todo el mundo. Esta suma es similar a la alcanzada en 1999; teniendo en cuenta que el volumen de ventas descendió a un ritmo del 1% desde entonces hasta ahora y que, a partir de este año, aumentará en la misma proporción. Sin embargo, la creciente demanda se localiza sólo en Asia y favorece sólo a las industrias chinas.

En Europa y EE.UU. la industria farmacéutica ha variado su enfoque de I+D y prefiere las iniciativas vinculadas a la fermentación que a la síntesis química. La cesión que Roche hizo de su departamento de vitaminas a DSM, vino acompañada de la adquisición de la rama de vitaminas de Takeda por parte de BASF, la disolución de Rhône-Poulenc y la aparición de una nueva compañía manufacturadora: Adisseo.

Las fusiones empresariales son moneda corriente para extender al límite el control del mercado de vitaminas

En el continente asiático, no obstante, la competencia de la industria china ha obligado a las empresas occidentales a aplicar aquella estrategia de «si no puedes luchar contra el enemigo, prueba a luchar con él». BASF, por ejemplo, se ha unido a la empresa china North-East en la producción de vitamina C, y Roche se ha aliado con la también china Sunve para fabricar complejos vitamínicos C, E, A y B6. Así las cosas, Roche/DSM, BASF y la corporación de productores chinos copan actualmente más del 90% del mercado vítamínico mundial.

Acusación estadounidense

Las industrias de EE.UU. no han encajado nada bien esta nueva supremacía euroasiática en lo que a producción y venta de vitaminas se refiere. Pero el enfado viene de lejos. Hace 10 años el mercado mundial de las vitaminas estaba regido por un acuerdo entre los principales productores para mantener elevados los precios de sus productos vitamínicos. Estos acuerdos implicaron a una quincena de fabricantes, que por entonces representaban la casi totalidad de dicho mercado.

Tan buen punto la división anti-trust de la justicia americana tuvo conocimiento de esta práctica, así como de reuniones periódicas del supuesto cartel vitamínico en las que se repartían y se fijaban los precios, los volúmenes de fabricación, las campañas publicitarias y se intercambiaban informaciones sobre la situación del mercado y los clientes, decidió llevar el asunto a los tribunales. Las vitaminas más frecuentemente sometidas a estas maniobras eran: A, B2, B5, C y beta caroteno.

Tanto Roche como BASF han aceptado en los últimos años el pago de fuertes multas (500 y 250 millones de dólares, respectivamente) para poner término al litigio. Las cantidades impuestas como multa son, además, las más elevadas pagadas jamás por acciones anti-trust. Las empresas japonesas Takeda, Eisai y Daichi, también han sido condenados a multas de inferior cuantía. La situación se agravó cuando dos responsables de la división de vitaminas de Roche fueron condenados a varios meses de prisión, además del pago de una multa.

Roche y BASF niegan la existencia de un cartel vitamínico, tal como se interpreta al otro lado del Atlántico, y se excusan con que se trata de iniciativas particulares a cargo de miembros de los laboratorios. La crisis se zanjará en breve con el despido de los implicados.

Lo cierto es que no se trata tampoco de un hecho aislado: en 1997, Roche fue condenada a pagar una multa nada despreciable por alcanzar acuerdos sobre el precio del ácido cítrico.

Réplica europea

Img
Imagen: ARS Image Gallery

En noviembre de 2001, la Unión Europea no quiso ser menos y amplió el cartel denunciado por EE.UU. a tres empresas más: Aventis, Solvay y Merck. Mario Montin, comisario de competencia de la UE denunció que Roche había sido la principal instigadora de los acuerdos anti-trust, así como que la multa impuesta al grupo francés Aventis iba a verse rebajada por ser «la primera compañía que colaboró en la investigación, de forma simple pero que luego resultó vital» [En el juicio de EE.UU., Aventis gozó de inmunidad por este mismo motivo].

El comisario europeo, de hecho, sostiene que, en realidad, «fueron doce [y no ocho] cárteles los que actuaron de forma simultánea, y se ha multado a las empresas que fijaron precios más altos que los que habrían correspondido normalmente al juego de la competencia, perjudicando a los consumidores y permitiendo a dichas empresas embolsarse beneficios ilícitos». Fue basándose en estos excesos de precio que la UE calculó el montante de las sanciones.

El cartel proscrito, establece la comisión, barrió a toda la competencia en la producción y distribución de las vitaminas A, E, B1, B2, B5, B6, C, D3, biotina (H), ácido fólico (M), betacaroteno y carotínidos. Dicho cartel funcionaba de forma muy sofisticada, según se desprende de los resultados de la investigación: Roche controlaba el 50% del mercado mundial de vitaminas, se pactaron precios fijos para los productos, se asignaron cuotas de mercado a los participantes, se decidieron de común acuerdo subidas o bajadas de precios e incluso se creó un mecanismo de supervisión de todos estos vericuetos con reuniones periódicas de sus integrantes. «Los arreglos fueron siempre concebidos y orquestados por las mismas personas, integradas en los puestos de máxima responsabilidad de cada empresa», concluyó la investigación que duró más de 2 años.

Según las estimaciones de la comisión, los productos cubiertos por la sanción representaron en 1998 unas ganancias que superan los 800 millones de euros, sólo en el espacio económico europeo.

LAS CONTRADICCIONES DE LA VITAMINA E

Si las aguas del torrente vitamínico andan revueltas en lo que a negocio se refiere, no lo andan menos en lo que a virtudes médicas. El pasado 3 de septiembre en Viena, la doctora E. Lonn (Hamilton, Canadá) presentó los resultados del estudio clínico HOPE-TOO. Lo hizo coincidiendo con una cumbre anual de los cardiólogos europeos y para ratificar o corregir los resultados a que dio pie el estudio HOPE hace 3 años. El acrónimo HOPE corresponde a las siglas de Heart Outcomes Prevention Evaluation, y se trata de un estudio destinado en su día a dilucidar el papel de un inhibidor de la ECA (ramipril) y de un antioxidante clásico como la vitamina E sobre el perfil de riesgo cardiovascular de los pacientes tratados con uno u otro.

Al igual que en el 2000, el HOPE-TOO despeja toda duda acerca del papel protector de ramipril en estos enfermos, pero advierte que la vitamina E no sólo no aporta ningún beneficio sino que puede resultar perjudicial en pacientes con compromiso cardiaco. «Tal vez hagan falta más estudios para conocer exactamente por qué nuestra hipótesis inicial en este sentido no ha funcionado; pero, mientras, sería bueno que cardiólogos y médicos de cabecera evitaran a toda costa que los cardiópatas tomen vitamina E», señaló Lonn en Viena.

La hipótesis de partida del estudio HOPE (y del HOPE-TOO) era que en la patogénesis de la insuficiencia cardiaca participa un mecanismo de estrés oxidativo. No existen estudios sobre la expresión genética de enzimas antioxidantes en corazones humanos, y el HOPE pretendió adentrarse asimismo en esta cuestión.

Los autores utilizaron homogeneizados de tejido miocárdico de la pared del ventrículo izquierdo provenientes de corazones en estadio avanzado de insuficiencia cardiaca por miocardiopatía dilatada o isquémica, para comparar con lo que ocurría en voluntarios sanos. Las muestras fueron analizadas para niveles de ARN mensajero de manganeso-superóxido dismutasa, cobre, zinc, glutatión peroxidasa y catalasa. Resultó que los niveles de ARN mensajero fueron similares para todos los grupos, excepto los correspondientes a la catalasa, que se hallaban aumentados en un 123% en las muestras de miocardiopatía dilatada, y en un 93% en las de miocardiopatía isquémica. Este hallazgo se asoció inmediatamente a un aumento del 124% y del 117% en la actividad de la catalasa para la miocardiopatía dilatada y la isquémica, respectivamente, dando una incidencia altamente significativa respecto a las muestras de corazones sanos. Como conclusión, y pese a la administración de vitamina E, Lonn y cols. sugieren que tiene lugar un estrés oxidativo importante en estos corazones y que esta situación produce un aumento de la regulación de expresión genética de catalasa como mecanismo compensador. Se desconoce, por ahora, el motivo por el cual no se observa la misma respuesta con otros antioxidantes.

Los pacientes incluidos en el estudio fueron asignados de forma aleatoria para recibir 400 IU de vitamina E diarias o placebo durante un periodo que en las dos fases del estudio cubre hasta 9 años. Los resultados obtenidos, sin embargo, se contradicen con los resultados de una investigación llevada a cabo en Cambridge (Reino Unido) hace poco y en la que la vitamina E natural (no se utilizó como suplementación) sí protegió frente a los infartos.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube