EEUU estudia llevar a los tribunales la moratoria europea sobre transgénicos

Por Xavier Pujol Gebellí 19 de marzo de 2003

Varias organizaciones estadounidenses vinculadas al sector agrícola están empezando a debatir seriamente la posibilidad de llevar la moratoria establecida en 1998 por la Unión Europea ante tribunales de comercio internacional. Desde EEUU se ve con preocupación la demora en el levantamiento de una moratoria que provoca pérdidas por ventas no efectuadas de unos 300 millones de dólares anuales.

La fecha para el levantamiento de la moratoria que pesa desde 1998 sobre la comercialización y autorización de variedades vegetales modificadas genéticamente está todavía en el aire. Asimismo, desde hace más de cuatro años, la UE no ha dado luz verde a ningún nuevo evento genético (modificación genética) y, salvo España, ningún país ha inscrito en su Registro de Variedades, ningún nuevo producto. España sí lo ha hecho: la semana pasada autorizó la inscripción de cinco variedades ya aprobadas en 1998.

La incertidumbre creada, así como el largo periodo de inactividad normativa, han empezado a hacer mella entre los agricultores estadounidenses y en diversas de las organizaciones comerciales que los agrupan. Fruto de un nerviosismo creciente, que se traduce en pérdidas por valor de unos 300 millones de dólares anuales de venta directa, se han levantado las primeras voces que claman por llevar la moratoria ante la World Trade Organization (WTO), la organización que rige las reglas del juego del comercio internacional.

Christopher A. Padilla, asesor del gobierno de Estados Unidos para asuntos comerciales, fue el primero, el pasado mes de febrero, que clamó por una solución drástica. En un foro auspiciado por la Pew Initiative on Food and Biotechnology, una de las más prestigiosas del sector, celebrado en Washington, Padilla planteó abiertamente lo que a su juicio piensan muchos de sus compatriotas: «La moratoria no tiene nada que ver con la ciencia, sino que es debida a motivos políticos», aseguró.

Padilla reclamó en el foro biotecnológico la mediación de la WTO, el único organismo que, a su entender, puede forzar a la UE a levantar la moratoria. Ron Gaskill, de la poderosa American Farm Bureau Federation, añadió más razones: «La moratoria no tiene ninguna base legal». En un documento hecho público semanas después por esta organización, Gaskill esgrime las pérdidas multimillonarias que causa la negativa europea como argumento para demostrar que contraviene «las más esenciales normas» de libre-comercio.

¿Se atreverán?Entre los asistentes al foro biotecnológico, según recogía recientemente The Scientist, había pocas dudas de que el conflicto tiene suficiente base legal como para ser llevado ante los tribunales internacionales y ganar el caso. Otra cosa muy distinta es que una actuación de este tipo fuera o no conveniente.

En opinión de Julia Moore, de la Woodrow Wilson International Center for Scholars, llevar a la UE ante el WTO podría ser «claramente contraproducente». Y más en el momento actual. Moore considera que una acción legal de este tipo podría influir negativamente en la percepción que tiene el consumidor europeo con respecto a los organismos modificados genéticamente (OGM). Y que si el caso se llegara a ganar, provocaría una reacción de rechazo que, a efectos prácticos, acabaría siendo peor que la propia moratoria. Para la académica estadounidense, la aceptación por la fuerza de la biotecnología, aunque estuviera argumentada legalmente, sería equivalente a una imposición.

Clyde Prestowitz, presidente del Instituto de Estrategia Económica de EEUU, sostiene que una imposición de este tipo no sólo acarrearía efectos negativos en el consumidor europeo, sino que arrastraría esta misma percepción a otros lugares del mundo. Según distintos informes, varios países africanos y asiáticos, como Zambia, han rechazado la importación de semillas transgénicas de acuerdo con las directrices marcadas por la moratoria europea.

Por otra parte, varios expertos argumentaron en el mismo foro la delicada situación en la que se encuentran las relaciones bilaterales entre EEUU y la UE por el conflicto de Irak. Iniciar un pleito legal cuando varios países europeos se han mostrado abiertamente en contra de la política estadounidense, podría acarrear todavía peores consecuencias económicas para la industria biotecnológica alimentaria de este país.

La fecha de caducidadQue no se plantee un litigio legal no parece obstáculo, sin embargo, para que se ejerzan presiones a distinto nivel. Si bien los agricultores y productores de semillas estadounidenses son uno de los sectores afectados, no se trata ni mucho menos de los únicos. La industria biotecnológica es la otra gran damnificada. El nivel de presión que puedan ejercer unos y otros puede resultar determinante si se añaden contactos políticos al más alto nivel.

Poco o nada de todo ello ha trascendido, pero entre pasillos se comenta que entre los temas tratados entre los presidentes George W. Bush y José María Aznar se encuentra, además del apoyo de EEUU para que España logre ser el país receptor del proyecto ITER, el reactor experimental de fusión nuclear, un claro posicionamiento español a favor de los alimentos transgénicos. En concreto, los analistas consultados por consumaseguridad.com detallan la posibilidad de que España pudiera lograr una posición de ventaja en cuestiones biotecnológicas a cambio de su mediación ante la UE a favor de los OGM. Los mismos analistas opinan que la inscripción de nuevas variedades en el registro nacional podría ser un primer paso en este sentido.

Sea o no cierta esta consideración, el caso es que desde la propia UE se apunta una cierta división en lo que respecta al levantamiento de la moratoria. Por el momento ha trascendido que hay al menos 19 peticiones de autorización para nuevos eventos genéticos y que se considera «probable» que en el próximo otoño alguna de ellas pueda ser aprobada. En este sentido, las mejoras legales introducidas en materia de etiquetado y trazabilidad, según han confirmado fuentes de la Comisión Europea, podrían ser suficientes para poner fin a esta larga moratoria. Quedará pendiente, como reclaman miembros de la comunidad científica, además de organizaciones de consumidores y ecologistas, que se aclare qué va a ocurrir con el principio de responsabilidad ambiental, un aspecto todavía no resuelto.

MAYOR CONTROL EN ESTADOS UNIDOS

Uno de los aspectos que podrían contribuir a cambiar la percepción europea acerca de los OGM, es la introducción de mayores y más eficaces medidas de control en el cultivo de transgénicos en Estados Unidos, en especial, los destinados a la industria farmacéutica o de componentes industriales distintos a los alimentarios. Este grupo de vegetales, junto a los destinados a la producción de piensos, ocupan la mayor parte del cultivo de transgénicos al otro lado del Atlántico.

Desde el Departamento de Agricultura de EEUU se ha lanzado una batería de propuestas de carácter restrictivo que, en esencia, pretenden reforzar las medidas de control en las fases de ensayo de nuevas variedades genéticas antes de proceder a su liberación en el medio ambiente. Aunque el capítulo de propuestas no está cerrado, sí queda más o menos claro que el objetivo final es evitar el escándalo que supondría el descubrimiento de contaminaciones cruzadas y el descrédito que ello supondría para los promotores de OGM.

La posibilidad de contaminación, entendida como la aparición de caracteres genéticos en especies no modificadas debido a fenómenos de polinización o a la mezcla accidental de semillas, ha sido objeto de agrios debates en el pasado. Este es el punto al que se agarran, además, los sectores más beligerantes al cultivo de transgénicos. La cuestión se agrava si los cultivos se destinan a la industria farmacéutica o de componentes. La transferencia del transgen en estos casos podría llegar a constituir un problema de carácter sanitario.

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