Hormonas en carne

La EFSA advierte del riesgo para la salud de consumir carne con restos de hormonas
Por Marta Chavarrías 26 de julio de 2007

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas), a petición de la Comisión Europea, ha analizado el riesgo que supone el uso de hormonas para favorecer el crecimiento de los animales en vacuno y concluye que implica riesgos para la salud de los consumidores. Con esta valoración, los expertos mantienen lo que ya confirmaron en 2002, cuando 17 estudios ya pusieron en evidencia este peligro. Entonces, la negativa de la UE de autorizar el uso de hormonas para el engorde de vacuno la enfrentó a EEUU, donde sí utilizan este tipo de sustancias.

El uso de hormonas como promotoras del crecimiento en ganado ha suscitado entre la comunidad científica preocupaciones derivadas de los riesgos que tienen para la salud. Esta preocupación viene determinada también por el uso, poco generalizado, de pruebas analíticas sensibles que permitan identificar y cuantificar la presencia de estos residuos. Todo ello implica que no se tengan datos del alcance real del problema y que afirmaciones como la que relaciona el consumo de carne roja con la aparición de ciertos tipos de cáncer vayan acompañadas de algún que otro interrogante.

Ahora, y tras la petición de la Comisión Europea, la EFSA acaba de analizar nuevas informaciones científicas sobre el uso de ciertas hormonas y poder así revisar o no las restricciones impuestas actualmente. La organización aclara que hacen falta datos sobre los tipos y cantidades de residuos de hormonas en la carne sobre los que hacer estudios.

Expertos de la EFSA han estudiado tres hormonas naturales (estradiol-17ß, progesterona y testosterona) y tres hormonas sintéticas (acetato de trembolona, zeranol y acetato de melengestrol), cuyo uso ha generado cierta controversia y que llevó a la UE, en marzo de 2002, a proponer su eliminación progresiva como agentes potenciadores de crecimiento y para incrementar la producción de leche en vacas. Antes de emitir la valoración, el Comité Científico de la UE realizó, entre 1999 y 2000, varias advertencias sobre la peligrosidad de las hormonas, algo que enfrentó a la UE con EEUU, donde el uso de estas sustancias para engorde de ganado sí está permitido.

Ahora, los expertos de la EFSA confirman de nuevo lo que ya concluían en 2002 un total de 17 estudios: que el uso de hormonas para estimular el crecimiento del ganado «supone un riesgo potencial para la salud de los consumidores». Hasta ahora, los estudios sí han permitido confirmar que la hormona beta-estradiol 17 puede tener efectos cancerígenos, por lo que su uso en la UE ya está prohibido. Para las otras sustancias, la prohibición es temporal, a la espera aún de análisis científicos más completos.

Efectos secundarios

Bruselas mantiene la prohibición de importar productos de animales tratados con estas sustancias

Pero no sólo el ganado, y el consumo humano, sale perjudicado. En el análisis de la EFSA además se pone en evidencia un problema asociado al uso de hormonas en ganado vacuno, y es que algunos datos sugieren que se producen efectos también en especies de peces que viven en ríos a los que llega agua procedente de las explotaciones donde se cría ganado. Otro estudio, publicado a finales de 2006 en la revista Archives of Internal Medicine, asocia el consumo elevado de carne roja con un mayor riesgo de cáncer de mama. Y el motivo se atribuye a la presencia de hormonas o compuestos parecidos con influencia en los tumores.

En el Reino Unido, Richard Sharpe, del Consejo de Investigación Médica y Ciencias de Reproducción Humana, en Edimburgo, asegura que algunos de los estudios afirman que los efectos se producen sobre todo cuando se combina el uso de hormonas con productos químicos. Según el experto, cada una de las sustancias pueden «no tener ningún efecto» si actúan solas. Un informe británico, publicado por el Comité Veterinario (VPC), examinaba también a finales de 2006 el uso de hormonas como potenciadoras del crecimiento y atribuye la prohibición comunitaria a la dificultad para determinar niveles seguros de residuos en carne.

UN USO CONTROVERTIDO

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Suministrar hormonas de crecimiento o antibióticos al ganado es, desde hace años, un foco de polémica. No se discute el uso con fines terapéuticos, es decir, para curar animales enfermos en medicina veterinaria, y menos aún cuando se opta por el más apropiado para combatir el microorganismo. Lo que sí se objeta es cuando se usan como promotores del crecimiento, ya que algunos permiten reducir la cantidad de alimento y favorecen el crecimiento. Se ha demostrado que se pueden acumular pequeñas cantidades de residuos en el tejido adiposo, los riñones y el hígado de los animales. ¿Tiene esto consecuencias en la salud humana? Además asociarse con la aparición de especies de bacterias resistentes a los antibióticos, también podría relacionar con algunas enfermedades humanas.

Estimular la velocidad de crecimiento de los animales e incrementar la producción de leche en las vacas han sido dos de los principales objetivos que se persiguen con el uso de hormonas. El problema radica fundamentalmente en el riesgo del consumo de productos cárnicos que contienen, por ejemplo, hormonas estrogénicas. A pesar de todos estos datos, un estudio realizado por el Comité Mixto FAO/OMS de expertos en aditivos alimentarios concluía que la cantidad de residuos que se pueden ingerir a través del consumo de carne de animales tratados con estas sustancias (17 estradiol, progesterona y testosterona) es muy inferior a la cantidad diaria de hormona producida por las personas. Los expertos concluían que las hormonas exógenas ingeridas con la carne no pueden ejercer un efecto ni hormonal ni tóxico en personas.

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