Intoxicación diarreica por consumo de moluscos

Las medidas de vigilancia para evitar infecciones deben orientarse al control de zonas de producción y de la concentración de toxinas en los moluscos
Por Mª Manuela Hernández Herrero, Universidad Autónoma de Barcelona 25 de agosto de 2004

Es frecuente que en las zonas de playa se recolecten moluscos que se encuentran adheridos a las rocas. Esta práctica, que en principio parece que sólo depende de la pericia de la persona que la realice, puede tener implicaciones sanitarias, ya que algunos de estos moluscos pueden haber acumulado algún tipo de biotoxinas, lo que puede suponer un peligro importante para la salud de las personas que consuman ese tipo de producto.

Las intoxicaciones por consumo de moluscos tienen una importancia relativa, que ha ido disminuyendo a medida que se han extremado los controles en la producción de estos productos de la pesca. Sin embargo, su presentación es dependiente de la presencia de determinados organismos en la alimentación de los moluscos, lo que puede dar algunos problemas si se produce un marisqueo incontrolado.

Entre las miles especies de fitoplancton, principal fuente alimenticia de los moluscos y de los peces herbívoros, se han descrito unas sesenta especies que en circunstancias determinadas pueden multiplicarse en el mar y producir sustancias tóxicas para el ser humano. Las consecuencias de la presencia de estas algas planctónicas tóxicas son importantes tanto desde el punto de vista económico (por el cierre del área de producción) como evidentemente sanitario.

Fitoplancton y seguridad

En función de las especies de fitoplancton, la toxina producida y el molusco donde se acumula, pueden producirse diversas sintomatologías que varían desde una gastroenteritis leve a importantes secuelas neurológicas y la muerte. Es por lo tanto muy importante el control de la presencia de estas especies de fitoplancton en las costas de producción de moluscos así como la cuantificación de las toxinas (biotoxinas o fitotoxinas) que se acumulan en las diferentes especies de moluscos, especialmente de moluscos bivalvos que por su forma especial de alimentación por filtración retienen las toxinas durante un tiempo variable. Cuando se produce la acumulación de biotoxinas en los moluscos bivalvos, generalmente no se aprecian signos visibles que permitan una diferenciación de las especies no contaminadas.

La multiplicación de la especies fitoplanctónicas se produce como consecuencia de circunstancias naturales ambientales, influido por diversos factores climáticos (lluvias, temperatura del agua…) y ecológicos (nutrientes, polución, salinidad…) y su presencia es fácilmente apreciable ya que se observan las denominadas mareas rojas o hematotalasia, aunque la coloración dependerá de la pigmentación de las especies de microalgas. Se debe destacar igualmente, que no siempre la proliferación de microalgas o mareas están asociadas a la multiplicación de especies de fitoplancton tóxicas.

Intoxicación diarreica

Entre los síndromes asociados a la acumulación de biotoxinas en moluscos bivalvos cabe destacar la intoxicación diarreica por moluscos (Diarrhetic Shellfish Poisoning, DSP), importante por su amplia distribución mundial y su elevada morbilidad.

El síndrome de la intoxicación diarreica (DSP) ligada a la presencia de biotoxinas se describió por primera vez en Japón, en 1978, aunque previamente, en los años 1960, se declararon numerosos brotes de intoxicación por consumo de moluscos en Holanda, en los que se presentaba sintomatología gastrointestinal sin que se determinara que el agente casual fuera de origen bacteriano o vírico. Más tarde en España, en 1981, se declararon 5000 casos asociados a esta intoxicación. Actualmente, se considera que presenta una amplia distribución geográfica, describiéndose casos en Japón, Europa, Sudamérica y Nueva Zelanda.

Este síndrome se asocia a la acumulación en los moluscos bivalvos de diferentes grupos de biotoxinas. Estas toxinas son éteres policíclicos y estructuralmente pueden dividirse en cuatro grupos: El grupo del ácido ocadaico y las dinofisistoxinas, el de las pectenotoxinas, el de las yesotoxinas y el de los azaspirácidos. En general la sintomatología producida es de tipo gastrointestinal, con náuseas y diarreas que en general no necesitan de la intervención médica, por lo que en muchas ocasiones no es declarada oficialmente. El propio consumidor a menudo establece como un hecho normal el consumo de marisco y la aparición de síntomas gastrointestinales.

  • El ácido ocadaico y derivados: En este grupo de incluyen las toxinas clásicas asociadas al la intoxicación diarreica, incluyendo a las dinofisistoxinas 1 y 3 (DTX1 y DTX3. Son producidas por dinoflagelados del género Dinophysis (D. acuminata, D. fortii, D. norvegica, D. acuta), así como de dinoflagelados bénticos como Prorocentrum lima, especie predominante en las costas de Japón.
  • Las pectenotoxinas: Son toxinas producidas especialmente por la especie de dinoflagelados Dinophysis fortii, que se encuentran como fracción minoritaria asociadas al ácido ocadaico o sus derivados, por lo que se desconoce su efecto por sí mismas como productoras de síntomas diarreicos en el hombre, aunque en 1997 se produjo un caso de intoxicación diarreica en Australia al parecer asociada a la presencia de pectenotoxina-2 (PTX-2).
  • Las yesotoxinas: Son producidas por especies de dinoflagelados como Protocertium reticulatum. Son toxinas de baja toxicidad y en estudios experimentales no provocan efectos diarreicos en los animales. Es por ello que se está discutiendo su real inclusión entre las biotoxinas causantes del síndrome de intoxicación diarreica.
  • Los azaspirácidos: La inclusión de estas toxinas dentro del síndrome de intoxicación diarreico es discutida, ya que son estructuralmente diferentes a las biotoxinas anteriores. Por sus propiedades diferenciales se les incluyó específicamente como causantes de un nuevo síndrome denominado Intoxicación por los Azaspirácidos (Azaspiracid poisoning, AZP). Su descubrimiento, como tóxicos causantes de sintomatología gastroentérica, se produce entre los años 1995-1997 cuando se describieron intoxicaciones en Francia y Holanda por el consumo de moluscos originarios de Irlanda. En estos moluscos, la presencia de ácido ocadaico y de las otras biotoxinas estaba a niveles traza. Son toxinas que además de afectar al intestino, afectan a otros órganos como el sistema inmunitario por lo que se postula que pueden suponer un riesgo mayor para el hombre. Al parecer la especie de fitoplancton tóxica es Protoperidium crassipes.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y CONTROL

Img virus1Son pocos los medios de prevención que eviten la contaminación de las costas con estos dinoflagelados, siendo importante controlar la presencia de estas especies tóxicas y la acumulación de toxinas en los moluscos. En los últimos años adicionalmente, por diversos motivos como la mayor polución, se ha producido un aumento de mareas tóxicas, así como su frecuencia e intensidad, siendo su distribución geográfica cada vez más amplia.

Es importante tener en consideración aspectos relacionados con las microalgas tóxicas y con las características de las toxinas. Entre los factores a tener en cuenta se deben considerar:

  • Factores ambientales: La proliferación de las microalgas es consecuencia de una secuencia compleja de procesos que incluyen las condiciones ambientales y ecológicas, como la luminosidad, los nutrientes o la temperatura del agua. En el caso de las especies implicadas en la intoxicación diarreica la mayor proliferación tiene lugar habitualmente, en primavera-verano. La proliferación de estos dinoflagelados puede apreciarse por la aparición de mareas aunque en el caso de la intoxicación diarreica se ha determinado que la presencia de dinoflagelados a una concentración de 100-200 células/l son suficientes para que los moluscos se contaminen con toxinas. A estas concentraciones no hay evidencia visual, en forma de marea, de la proliferación de estas microalgas.
  • Características de las toxinas: Cada episodio de intoxicación por moluscos presenta unas características propias dependiendo de la especie de dinoflagelado que modifica la estructura química de las toxinas, así como de los cambios producidos en las diferentes especies moluscos que metabolizan estas sustancias tóxicas. Esta metabolización depende no sólo de la especie de molusco bivalvo sino también de sus características fisiológicas, por lo que la acumulación y eliminación de las toxinas difiere sustancialmente. Adicionalmente, estas biotoxinas son termoestables, por lo que los procesos habituales de cocción o congelación no destruyen las toxinas.

La toxinas causantes de la intoxicación diarreica son de carácter lipofílico, y su distribución en los tejidos de los moluscos no es homogénea, concentrándose especialmente en el hepatopáncreas. En moluscos bivalvos como las vieras, en las que se consume el músculo adductor, sería posible su comercialización (bajo control), tras la eliminación de los órganos tóxicos. Sin embargo, los azaspirácidos se concentran igualmente en todos los tejidos, perdurando en los moluscos durante períodos superiores a los 8 meses.

Teniendo en cuenta estos factores, las medidas de vigilancia deberán estar encaminadas tanto a controlar las zonas de producción, realizando un estudio periódico de las especies de microalgas presentes, como a controlar la concentración de toxinas en los moluscos.

La concentración de las diferentes toxinas viene limitada por la Decisión de la Comisión de la CE de 15 de marzo de 2002 por la que se establecen normas detalladas para la aplicación de la Directiva 91/492/CEE del Consejo en lo que se refiere a los niveles máximos y los métodos de análisis de determinadas biotoxinas marinas en moluscos bivalvos, equinodermos, tunicados y gasterópodos marinos, donde se establece que la concentración máxima permitida de ácido ocadaico, dinofisistoxinas y pectenotoxinas es de 160 microgramos de ácido ocadaico equivalente/kg, el de las yesotoxinas de 1 mg/kg y de los azaspiroácidos de 160 microgramos azaspirácidos equivalentes/kg.

El consumidor como medida preventiva debe comprar moluscos que hayan sido capturados de zonas de cultivo adecuadamente controladas (toxinas y especies planctónicas), comprando productos adecuadamente etiquetados y con la correspondiente marca sanitaria. Así como, no consumir moluscos capturados por el mismo consumidor u obtenidos fuera de los circuitos comerciales habituales como ventas ambulantes. Se debe recordar que la cocción no destruirá las toxinas.

Bibliografía
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