Intoxicaciones por setas, un fenómeno otoñal

Por Mar Mediavilla 8 de octubre de 2001

Los diagnósticos y tratamientos por intoxicación de setas han mejorado con el transcurso de los años, pero también aparecen nuevos casos, sobre los que es necesario investigar. La inexperiencia y los falsos mitos sobre su comestibilidad suelen ser factores claves en los casos de intoxicación.

Las intoxicaciones por setas suelen ser colectivas, afectando por igual a hombres y mujeres, se producen generalmente en otoño y sobre todo durante los fines de semana y días festivos. En su mayoría, los afectados pertenecen al ámbito urbano y cuando los síntomas requieren de una consulta médica el recurso más utilizado son los servicios de urgencias de un hospital.

Este es el retrato robot que dibuja Josep Piqueras, médico del Servicio de Hematología del Hospital Vall d’Hebron, y que se corresponde con los dos tercios de las visitas recibidas en el citado centro. Desde 1982 hasta 1999, 615 pacientes acudieron a los servicios de urgencia del hospital Vall d’Hebron en Barcelona por intoxicación de setas y hongos. «Éstos son los casos que debido a su gravedad acabarán visitando los servicios de urgencias», comenta Piqueras. Según el experto, representan más o menos la mitad de los que se producen.

En general, puede esperarse una incidencia de 5-10 casos por millón de habitantes y año, es decir, de 200 a 400 casos anuales en España, según datos epidemiológicos. El 40% de los casos es catalogado como intoxicación grave (tipo Amanita phalloides), con una mortalidad que se sitúa alrededor del 10%; un 50% son gastroenteritis, más o menos severas, que se solucionan sin complicaciones en un par de días; y el 10% restante son diversos tipo de intoxicaciones que, en general, son de escasa gravedad.»

Pese a la severidad de las cifras, el índice de mortalidad por esta causa ha descendido significativamente en los últimos años. «Entre 1919 y 1939 la mortalidad alcanzaba el 30,7%, mientras que entre 1982 y 1997 se situó en un 7,2%». Las campañas de difusión desde los diferentes departamentos de sanidad han servido para sensibilizar al gran público sobre qué riesgos son evitables en la recolección y consumo de setas en el monte.

No obstante, este tipo de intoxicaciones continúan siendo relevantes. Prueba de ello son los datos recogidos por los centros de información toxicológica de Estados Unidos. «Seis de cada mil llamadas registradas están relacionadas con las intoxicación por setas u hongos» explica Piqueras.

El factor humano

«Para quienes no saben, todos las setas se parecen», afirma Piqueras. Y es que el factor humano es el origen de muchas de las imprudencias que se cometen en la recolección. Son muchos los que no saben distinguir un hongo comestible de otro tóxico. Y muchos más los que se dejan llevar por falsos mitos, dichos o tradiciones populares acerca de su toxicidad. Por ejemplo, ennegrecer una moneda de plata o mientras se cocinan, un «supuesto» buen aspecto, o si han sido «picadas» por algún animal, son algunos de los argumentos que han llevado a más de una intoxicación.

Para los nuevos aficionados, las visitas guiadas por sociedades micológicas, con expertos en este campo, se convierten en un cursillo básico para conocer más datos sobre el mundo micológico y también ser respetuoso con la naturaleza a la hora de la recolecta.

Dos tipos de intoxicaciones

Desde el punto de vista clínico, según el Instituto Nacional de Toxicología, las intoxicaciones se clasifican en dos grandes grupos en función del periodo de incubación. El primer grupo está formado por las que tienen un periodo de incubación corto, entre 30 minutos y cuatro horas después de la ingesta. Este tipo de intoxicaciones, generalmente leves, suelen caracterizarse por síndromes de tipo alucinógeno (por hongos de los géneros Psilocybe, Paneolus, Stropharia, Conocybe, Inocybe, Copelandia y Pluteus); gastrointestinal (Entoloma lividium y otras especies de los géneros Russulas, Lactarius, Boletus, Clitocybe y Agaritus, entre otros); panteriano (producido por Amanita muscaria y Amanita pantherina); coprínico (setas del género Coprinus); o sudoriano (por las de los géneros Clitocybe e Inocybe).

El segundo grupo engloba aquellas intoxicaciones que se presentan con un periodo de incubación largo, cuyos síntomas aparecen pasadas las seis horas de la ingesta, aunque el tiempo medio suele situarse entre las 9 y las 15 horas. Son las intoxicaciones más graves, causadas por setas hepatotóxicas (Amanita phalloides, A.verna, A.porrinensis y algunas especies del grupo género Galerina y Lepiota), nefrotóxicas (hongos del género Cortinarius, en especial Cortinarius orellanus) e hidrazínicas ( Gyromitra esculenta, G.gigas, G.infula y Morchella esculenta). En estos casos, la complicación deriva de lo tarde que se manifiestan los síntomas y de las graves consecuencias que pueden implicar, como la pérdida de la función renal o hepática.

La eficacia del tratamiento depende en buena medida de la rapidez con la que se actúe. Según Piqueras, que la persona afectada permanezca tranquila e hidratada son las pautas básicas hasta que llega la visita del médico. E insiste en la urgencia en los casos en los que se sospeche la ingesta de Amanita phalloides así como conservar alguna muestra de la seta ingerida para establecer un diagnóstico más rápido.

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