Las alergias alimentarias suelen confundirse con la intolerancia a los alimentos

Por Mar Mediavilla 7 de septiembre de 2001

Uno de cada cinco niños con alergia a determinados alimentos sufrirá un reacción alérgica mientras está en la escuela. Este dato se extrae de un estudio publicado por el servicio de pediatría del hospital Johns Hopkins en Estados Unidos.

Una ficha del niño alérgico, que contenga información sobre los alimentos que le provocan la alergia, y el conocer cómo actuar ante una crisis alérgica, por parte del profesorado, son dos factores claves para una actuación rápida y efectiva ante una reacción alérgica. Este planteamiento realizado desde diversos organismos en Estados Unidos se ha visto refrendado por el estudio publicado por investigadores del servicio de pediatría del Hospital Johns Hopkins. En sus resultados apuntaban que un 18% de los niños que participaron en el estudio sufrieron al menos un episodio alérgico mientras estaban en la escuela. Los principales causantes de la reacción fueron la leche y los cacahuetes ante los que reaccionaban con síntomas como sarpullidos, dificultad para la respiración, vómitos, diarrea e hipotensión.

Un modelo de actuación exportable pero todavía no implantado en muchos países. En general, la familia es la encargada de advertir a los profesores sobre la alergia del niño e informar sobre cómo deben actuar en caso de que presente una crisis.

¿Alergia o intolerancia?

Muchas veces hemos padecido reacciones alérgicas, pero nos han pasado desapercibidas. Son situaciones a las que no se da mayor importancia y pasan desapercibidas, apunta José Luis Justicia, del servicio de alergología del Hospital Reina Sofía en Córdoba. Es el denominado síndrome de alergia oral, «significa que cuando ingieres un alimento, al que eres alérgico, se producen síntomas leves, tales como una especie de picor en la boca y lengua, o pueden aparecer pequeños hinchazones pequeñitos o una especie de urticaria, una los labios; y en estos casos, la respuesta más frecuente es dejar de ingerir ese alimento que ha producido la reacción.

En cambio, los síntomas más graves son la aparición de una urticaria por todo el cuerpo hasta un cuadro de shock anafiláctico que requerirá de atención urgente. Se produce una bajada de tensión brusca, crisis de asma, hinchazón de las cuerdas vocales, vómitos, diarreas y en algunos casos se ha producido alguna muerte.

A la búsqueda del alimento

En el caso de la alergia a un alimento concreto, en una pequeñísima cantidad se puede tener una reacción muy grave. Algo que se tiende a confundir con la intolerancia a determinados alimentos, y que en algunos casos se produce tras una ingesta abundante del mismo. Un alimento natural, que esté bien conservado, sólo provocará reacción en las personas predispuestas, y lo hará de forma imprevisible.

Pero ¿qué alimento ha producido esa reacción? Cuando se desconoce esta información suele comenzar un periplo de pruebas hasta llegar a identificar el componente al cual somos alérgicos. «La alergia a los alimentos es muy complicada, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. Porque, en muchos casos suele confundir las reacciones de intolerancia, el caso de la leche es el más frecuente, con las reacciones alérgicas.», remarca José Luis Justicia.

En primer lugar se realiza un historia detallada en la que se registra información sobre el alimento sospechoso, cuándo se produjo la ingesta o qué reacción se observó. Una vez los alergólogos encuentran el alimento sospechoso, se llevan a cabo las pruebas alérgicas cutáneas, intentando reproducir una pequeña reacción alérgica en la piel del brazo del paciente, utilizando extractos elaborados con distintos alimentos. Si se produce una erupción en la piel quiere decir que manifiesta una sensibilización alérgica. «Pero en ocasiones se dan los falsos positivos, es decir, puede ser que exista una reacción pero que el paciente tolere el alimento perfectamente; entonces se continúa el estudio con una determinación de anticuerpos en sangre; y por último, si todas las anteriores son dudosas, se hace un test de provocación, bajo condiciones controladas en niños o en adultos». Esta última prueba es proporcionar ese alimento a pequeñas dosis que se irán incrementando para ver si se reproducen las reacciones que el paciente ha comentado..

Niños y adultos

Son distintos tipos de alimentos los que afectan a los niños y a los adultos, «fundamentalmente porque la alimentación es distinta». En el caso de los mas pequeños se suelen presentar más reacciones alérgicas más frecuente ante el huevo, la leche y los pescados; y también en menor grado a los frutos secos o algunas frutas o verduras. En los adultos las frutas, las verduras, el pescado son las que predominan.

Además se encuentran un grupo de alimentos de la familia de las rosáceas -melocotón, pera, manzana, albaricoque, fresa- que suelen ser los que presentan mayores problemas. Muchas personas tienden a evitar que sus hijos coman fresas porque se cree que producen alergia, pero no hay una evidencia científica que lo demuestre. Son otras frutas de consumo más frecuente, a las que no se presta tanta atención, las que producen reacciones de este tipo, por ejemplo la manzana o la pera. Lo que ocurre es que hay determinados alimentos ricos en sustancias histaminoliberadoras, que si se comen en mucha cantidad producen una intolerancia, no una reacción alérgica.

La incidencia de las alergias respiratorias es más elevada que hace varias décadas, pero los casos sobre alergias a los alimentos, aunque no existen estudios científicos que lo demuestren, parece seguir la misma tendencia. En parte es debido a que antes había otras preocupaciones respecto a su salud; y hoy en día se busca calidad de vida, y si un alimento le provoca alergia busca el consejo médico.

Padres con niños alérgicos

Las alergias de los niños menores de cinco años en España son: al huevo(35%), la leche (34%), el pescado (11%), la fruta (8%), los frutos secos (6%) y las legumbres (6%). Estos datos, de la Asociación Española de Padres y Niños con Alergia a los Alimentos (AEPNAA), remarcan que en muchos casos las personas del entorno no comprenden el alcance real del problema y respecto a los niños, lejos de considerar que tienen un problema de salud, se tiende a pensar que son niños consentidos.

Desde la asociación se suelen celebrar talleres o cursos destinados a concienciar sobre este problema. Entre otras actividades destaca la relación con el profesorado para conseguir una integración escolar completa del niño afectado por este problema; así como talleres con niños alérgicos para que conozcan cuáles son los alimentos que les provocan alergia y educarles para que sepan actuar ante los síntomas.

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