Proyecto Cero: cultivos sin fitosanitarios

Esta iniciativa tiene como objetivo reducir el uso de estos compuestos en el cultivo de frutas, verduras y hortalizas
Por Maite Pelayo 17 de septiembre de 2009
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Imagen: Pizzodisevo

Los productos agroalimentarios no sólo deben cumplir una estricta normativa en materia de residuos fitosanitarios. También deben adaptarse a las exigencias de un consumidor cada vez más consciente de la importancia de evitar este tipo de productos en su dieta. El sector agroalimentario debe buscar alternativas. La Consejería de Agricultura de la Comunidad Valenciana promueve, a través del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), la iniciativa “Proyecto Cero”, destinada a la investigación y experimentación para reducir el uso de compuestos fitosanitarios en los cultivos y mantener los niveles productivos y de calidad final.

Imagen: Pizzodisevo

La utilización de productos fitosanitarios de manera indiscriminada acarrea la disminución de la biodiversidad y la contaminación del suelo y del agua. Si no se aplican de forma conveniente pueden ser peligrosos para la salud de los trabajadores agrícolas, sobre todo si no han recibido una formación adecuada. También son causa de intoxicación alimentaria si se han utilizado en exceso o de forma incorrecta, o si no se han respetado los periodos de tiempo necesarios para su degradación.

Aceitunas sin fitosanitarios

Entre las iniciativas para reducir la presencia de fitosanitarios en productos alimentarios destaca el «Proyecto Cero», que tras varias experiencias con otras especies aborda un nuevo tipo de cultivo: los olivos. La obtención de aceitunas libres de estos compuestos, así como la posterior elaboración de aceite, centran durante estos meses la actividad del proyecto. Los expertos siguen en olivos seleccionados un método de lucha biológica contra la mosca del olivo («Bactrocera oleae Gmelin»), a base de trampas con feromonas, y contra el repilo («Spilocaea oleagina»), mediante tratamientos en primavera y en otoño.

Los métodos de extracción de aceite reducen la presencia de compuestos fitosanitarios

Las feromonas son sustancias químicas que secreta un individuo y que provocan un comportamiento específico en otro de la misma especie o diferente. Constituyen un medio de señales que son arrastradas por vía aérea. En el caso de la mosca, se han colocado trampas en tres zonas de cultivos diferentes. A finales de octubre o principios de noviembre se estimará su incidencia y se realizará la analítica correspondiente para su valoración.

En los cultivos tradicionales, los métodos de extracción del aceite reducen los compuestos fitosanitarios que quedan retenidos en los subproductos de la aceituna, al contrario de lo que ocurre en la fruta, que no se somete a ningún tratamiento previo a su consumo.

Principales amenazas

La mosca del olivo constituye una de las plagas más importantes para el cultivo de olivo. Produce una gran pérdida económica en el sector, sobre todo en las zonas del litoral mediterráneo, donde es endémica. El insecto se parece a la mosca común, pero de menor tamaño y diferente coloración. Tiene un tono castaño claro, con manchas negras distribuidas por todo el cuerpo y alas transparentes, con un par de pequeñas manchas en su extremo. Invernan como pupa enterradas en el suelo y en primavera aparecen los adultos. Tras poner un huevo por aceituna, la larva se alimenta de la pulpa de la oliva hasta que la pudre y reseca. Los frutos que contienen larvas sufren una picadura triangular, por donde se introducen los huevos. La aceituna picada tiende a caer al suelo.

El repilo es una enfermedad originada por un hongo que provoca graves defoliaciones prematuras. El árbol experimenta un debilitamiento progresivo y una disminución de la productividad. Diversas variedades de olivo son más sensibles a la enfermedad. Una temperatura templada con la hoja mojada, al menos, durante 14 ó 15 horas es óptima para que se produzca la infección. Estas condiciones se dan, sobre todo, en el mes de octubre y de enero a marzo, de ahí que los tratamientos se realicen en primavera y en otoño.

Mayor protección de cultivos

El olivar valenciano ocupa una superficie de unas 100.000 hectáreas, mientras que la producción de aceite supera las 100.000 toneladas, tanto para consumo propio como para comercialización, según datos de la Consejería. Desde abril de 2009, se cuenta con el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida «Aceite de la Comunitat Valenciana», que aglutina su producción con la misma marca de calidad e incentiva la mejora en estos procesos, así como el control, la certificación y la divulgación de la calidad de los aceites producidos en la zona.

El «Proyecto Cero» se enmarca en la política de inversión en I+D+i de la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Comunidad Valenciana. Es un elemento clave para aumentar la competitividad del sector agroalimentario. Con los datos todavía por valorar de la reciente campaña de frutas de hueso (melocotón, albaricoque y ciruelo), incluida en este proyecto, responsables del estudio puntualizan que no se puede generalizar. En su opinión, «el sistema precisa de más estudios y ajustes de cara a futuras campañas», aunque los resultados han sido positivos.

En el caso del ciruelo, se han elegido dos variedades en función de su representatividad y fechas de maduración. Esto permite comprobar la eficacia de la estrategia adoptada en variedades tempranas y en otras más tardías. Las variedades seleccionadas son «Black Beauty» y «Black Amber». Para la realización del experimento en campo se han elegido varias parcelas ubicadas en la comarca de la Vall d’Albaida (Valencia). Otros cultivos que son objeto de investigación dentro de este proyecto son los aguacates y los pimientos.

FITOSANITARIOS

El producto fitosanitario se define, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), como la sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir la acción, o a destruir, insectos (insecticidas), ácaros (acaricidas), moluscos, roedores (rodenticidas), hongos (fungicidas), malas hierbas (herbicidas), bacterias (antibióticos y bactericidas) y otras formas de vida animal o vegetal perjudiciales para la salud pública. En agricultura actúan sobre plagas durante la producción, almacenamiento, transporte, distribución y elaboración de productos agrícolas y sus derivados. Entre los productos fitosanitarios se incluyen los defoliantes, desecantes y las sustancias reguladoras del crecimiento vegetal o fitorreguladores.

La Comisión Europea, en colaboración con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y los Estados miembros, ha completado la revisión de las cerca de mil sustancias activas que formaban parte de los plaguicidas en la UE antes de 1993. Sólo 250 han pasado de forma satisfactoria la evaluación de riesgo, que se basa en tres principios fundamentales:

  • No tendrán efectos nocivos sobre los consumidores, agricultores ni demás personas en contacto con los mismos.
  • No causarán efectos indeseables en el medio ambiente.
  • Serán eficaces contra las plagas.
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