Temperatura, clave en la calidad del tomate

Una investigación revela que la calidad del tomate depende más de la temperatura que de la luz natural
Por EROSKI Consumer 26 de marzo de 2008
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Imagen: Feggic

El trabajo podría servir para obtener hortalizas de mayor calidad en zonas geográficas de baja intensidad lumínica, aseguran sus responsables. Patrick Riga, perteneciente al departamento de producción y protección agrícola del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo, ha llegado a la conclusión de que la luz no es tan importante como se pensaba para obtener un tomate «de buena calidad», porque ésta depende más de otros factores como la temperatura.

Según Riga, el hallazgo resulta interesante sobre todo para regiones del norte de España en las que la nubosidad es frecuente y se registra una media de 140 días lluviosos al año. En la Cordillera Cantábrica sería posible cultivar «buenos» tomates aunque a las plantas les lleguen pocas radiaciones solares.

La temperatura más adecuada

Ahora, los investigadores se centrarán en analizar cuánto se puede reducir la temperatura para disminuir el gasto energético sin que se afecten los parámetros de calidad. El hallazgo también podría aplicarse en otro tipo de frutos con alto contenido valor nutritivo, como las fresas, los pepinos, o los melones. En el estudio se evaluaron distintos indicadores de la calidad organoléptica (sabor y textura), y nutritiva de las hortalizas como la acidez, el contenido de sólidos solubles, los compuestos fenólicos, el pH o el contenido de vitamina C de los tomates.

Para ello, las tomateras fueron expuestas a una reducción de las radiaciones fotosintéticas del 30 y del 50%, incluyendo un control de plantas expuestas a un 100% de emisiones lumínicas. El cultivo se realizó en el suelo, en un invernadero sin calefacción artificial, donde se sombreó una pequeña parte para que las corrientes de aire homogeneizaran la temperatura dentro del mismo.

Otra de las conclusiones del estudio abre la posibilidad de reducir los costes en calefacción, algo en lo que también están trabajando investigadores de países europeos como Holanda, a través de la selección de variedades de semillas que demanden menos energía. Para Riga, es posible reducir los costes en calefacción y conseguir la misma calidad de tomates, aunque, como desventaja, se obtendría menor cantidad de hortalizas. «Los agricultores deben elegir entre producción o calidad», concluye el experto.

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