Iniciativas «cash for work», dinero por trabajo

Este tipo de proyectos permiten el desarrollo de zonas devastadas, como la afectada por el terremoto de Haití
Por Azucena García 26 de enero de 2011
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Imagen: Arregialde

Cash for work, dinero por trabajo. No hay nada más justo. Este tipo de iniciativas han permitido en los últimos meses recuperar zonas afectadas por desastres naturales, como Haití o Pakistán. A través de ellas, se llevan a cabo trabajos de recuperación con personal local, que cobra un salario por esta labor. El objetivo es que superen la situación que atraviesan y recuperen cuanto antes la normalidad.

Dinero y alimentos en Haití

Imagen: Arregialde

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) puso en marcha hace más de un año la iniciativa «Dinero por Trabajo» en Haití, donde miles de trabajadores han participado en ella hasta ahora. Uno de los principales retos de este tipo de programas es la coordinación con las autoridades locales para «hacer efectivos los pagos y ofrecer una gestión transparente y responsable de las finanzas».

Se provee al personal empleado de todo el material necesario y se le paga un salario por día

Durante su desarrollo, se provee al personal empleado de todo el material necesario, pero el factor fundamental es el dinero, ya que gracias a él consiguen que su vida recupere la normalidad de manera progresiva. En Haití, las personas empleadas han recogido escombros y basura en las calles, han separado los materiales adecuados para su reutilización, han realizado trabajos de reparación del servicio de iluminación, infraestructuras, acceso al agua y protección de las fuentes de agua y se han encargado de la rehabilitación de los mercados, áreas comunitarias de higiene personal y otros centros comunitarios, explica el PNUD. A cambio, según sus datos a 1 de febrero de 2010, los trabajadores percibían un jornal de 180 gourdes, unos 4,50 dólares, por seis horas de trabajo. El salario mínimo en Haití es de 200 gourdes por 8 horas de trabajo.

Este programa se inició el 20 de enero de 2010, apenas ocho días después del trágico terremoto. Se aplicó como medida de urgencia para facilitar empleos a corto plazo e inyectar dinero en la economía local de las áreas afectadas. Hasta el 26 de marzo habían tomado parte un total de 75.916 trabajadores, el 40% mujeres. Se prevé que el programa dure tres años, complementado por una iniciativa similar del Programa Mundial de Alimentos, anunciada a mediados de febrero: programas de dinero y comida por trabajo en áreas urbanas y rurales.

En Haití, la asociación Arregialde también desarrolla esta iniciativa. Con financiación procedente íntegramente de los fondos de la entidad, el año pasado envió 30.000 euros que se destinaron a la contratación de unas 80 personas para finalizar un tramo de carretera en la población de Areguy, «que les permite estar mejor comunicados con la ciudad». A finales de este mes se enviarán 30.000 euros más para continuar con el programa. «En esta ocasión será menor el número de personas contratadas, todavía por determinar, pero rondará la treintena», explica un portavoz de la asociación.

En colaboración con la ONGD Lanbi, dos voluntarios cooperantes se desplazaron hasta Haití durante tres meses para poner en marcha la primera fase y, ya en verano, «se acordó con la población local y con las Misioneras de la Madre Laura continuar con el programa en 2011», precisan.

Ayuda a otros países

Intermón Oxfam ha hecho lo propio en Pakistán. La entidad recuerda cómo el país sufrió el pasado año «el peor desastre natural de su historia». «Se calcula que las inundaciones se cobraron más de 1.750 víctimas y han dejado a 20 millones de personas sin nada», recalca. Los proyectos de dinero por trabajo supusieron los primeros trabajos de recuperación mediante tareas de limpieza, desescombro y rehabilitación. A cambio, la población empleada recibió un salario, dinero en efectivo para tratar de sobrevivir tras el desastre.

En Iraq, el Programa Mundial de Alimentos puso en marcha en mayo un proyecto piloto en la provincia de Diyala «para ayudar a que algunos de los sectores más pobres de la población puedan comprar su comida». Por 10 dólares diarios durante tres meses y 13 dólares diarios para los supervisores, se realizaron tareas de limpieza y rehabilitación del drenaje y los canales de irrigación, siembra de árboles, rehabilitación de tierras de cultivo y una campaña sanitaria. En agosto, el programa se extendió a más de 11.000 personas.

Por qué merecen la pena

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Haití se divide en 10 departamentos con sus correspondientes capitales. Areguy se localiza en el departamento Sudeste y su capital es Jacmel, la ciudad más cercana y con la cual se comunica a través de un camino rural de unos 10 kilómetros. La comunidad de Areguy es la mayor de la zona, con un total de 21 comunidades. La dispersión geográfica hace que entre algunas haya una distancia de “cuatro horas a pie”, explican desde Arregialde.

“Las familias viven de la agricultura, con pequeñas parcelas de terreno donde se cultiva”, prosiguen. Cada familia reside, en general, en una vivienda, con 5,6 personas de media. El 90% de las casas están construidas en madera, con tejado de zinc u hojas de palmeras y en un 30% el suelo es la propia tierra.

Al estar situada a 675 metros sobre el nivel del mar y ser una zona rural con construcciones bajas, Areguy sufrió menos que Jacmel las sacudidas del terremoto, indica la organización. Sin embargo, tras el terremoto, el Programa Mundial de Alimentos estimó en un 52% la población en situación de inseguridad alimentaria, poco favorecida por su ubicación geográfica aislada del país y unos costes de transporte que encarecen la vida: “Con el terremoto, los precios de alimentos básicos como el arroz han aumentado un 50%, el 20% más que en la capital”.

Img dsc02055Imagen: Arregialde

Tras el seísmo, la carretera de conexión con la capital quedó dañada. Las ayudas comenzaron a llegar a Jacmel por barco desde Pedernales (República Dominicana) una semana después. Mientras, llegaban también hasta las zonas rurales familiares que huían de las ciudades afectadas. “Muchos habitantes de Areguy -recoge Arregialde en un informe- acuden diariamente a Jacmel”, bien a la escuela, al mercado o a encontrarse con familiares y amigos. Poder disponer de un camino asfaltado es una gran ayuda para todos ellos.

Críticas al programa

Una vez destacadas las bonanzas de este tipo de iniciativas, Haïti Vedor, considerada a sí misma la asociación guardián de la reconstrucción de Haití -compuesta por la organización Groupe Medialternatif/AlterPresse, la Sociedad para la Animación de Comunicación Social (SAKS), la red de mujeres que trabajan en radios comunitarios (REFRAKA) y la Asociación de Medios Comunitarios de Haití (AMEKA)-, aseguró a finales del pasado año que el nombre dado a estos programas es en realidad un nombre inapropiado porque muchos de los organismos que los respaldan son “subcontratistas directos” de los gobiernos.

Haïti Veedor asegura que “ninguna persona o agencia sabe realmente cuántas personas están trabajando”

Critica que a los trabajadores se les paga el salario mínimo o menos y que “ninguna persona o agencia sabe realmente cuántas personas están trabajando en la multitud de programas de DPT (dinero por trabajo) y APT (alimentos por trabajo) en Haití”. Asegura que falta coordinación y que así lo han comprobado tras hablar con trabajadores y supervisores de DPT, con representantes de varias agencias humanitarias y después de escanear “docenas de documentos y sitios web”.

Respecto a los trabajos, describe que en general son empleos de ocho horas al día, durante cinco o seis días a la semana, de dos a cuatro semanas, con un salario diario de 200 gourdes, una cifra similar a la expresada por el PNUD.

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