¿Merece la pena contratar el acceso a Internet por fibra?

El ancho de banda de 100 megabits por segundo excede las necesidades domésticas, pero no debe desecharse de cara al futuro
Por Jordi Sabaté 27 de noviembre de 2013
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Imagen: Sean MacEntee

Tanto las ofertas de cable como las de fibra hasta el hogar (FTTH) de las principales operadoras de telecomunicaciones de nuestro país se caracterizan por dar acceso con un ancho de banda igual o superior a los 100 megabits por segundo (Mbps) en descarga de datos y 10 Mbps en carga desde la conexión del usuario. Esta capacidad era impensable hace diez años y difícil de creer hace solo cinco, pero el cableado de las principales ciudades con cable coaxial y la extensión de la fibra óptica hasta los distintos hogares de los edificios ha permitido tener una cobertura por estos sistemas ya superior al 52% de la población, en su mayoría urbana. Pero ¿merece la pena contratar el acceso a Internet por cable o fibra? En este artículo se da respuesta a esta pregunta.

Tanto el cable como la fibra ofrecen un ancho de banda que muchas veces excede las necesidades de los miembros del hogar
Un informe del Ministerio de Industria muestra que la mayor expansión se extiende al cable (46%), mientras que la fibra óptica hasta el hogar se mantiene a niveles del 15-20% de la cobertura. Pero ocurre que los niveles de contratación de estas modalidades no despegan, lo que obliga en ocasiones a las compañías a rebajar sus precios, que incluso los expertos creen que deberían ser menores.

¿Derroche de «megas»?

El motivo de esta penetración radica en que son servicios caros que además ofrecen un ancho de banda que muchas veces excede las necesidades de los miembros del hogar.

Los creadores de la aplicación para analizar contratos y facturas iAhorro aseguran que el 80% de los hogares que tienen un contrato de acceso de banda ancha no aprovechan en realidad el potencial de su conexión. Según los analistas de este sitio web, ni siquiera en el caso de contar con un acceso de 30 Mbps se aprovecharía del todo este ancho de banda en muchas casas, y bastaría con una conexión de 10 Mbps, con lo que podrían obtener un ahorro sustancial en su gasto en telecomunicaciones. Se trata de un ancho del que, según datos del informe del Ministerio antes citado, todavía se ve privado el 29% de los hogares españoles.

Ni siquiera en el caso de contar con un acceso de 30 Mbps se aprovecharía del todo el ancho de banda en muchos casos

Sin embargo, un estudio de BSG, una asociación británica integrada por operadores de telecomunicaciones, fabricantes, productores de contenido y administraciones públicas, destaca que en el Reino Unido la demanda media asciende a 19 Mbps y el 10% necesitará 30 Mbps o más. Según el mismo informe, en el escenario del uso generalizado de televisores ultra HD (4K), la demanda podría dispararse hasta los 72 Mbps en los domicilios más exigentes.

Ancho de banda y estabilidad de conexión

Los 10 Mbps pueden dar acceso fluido a varios dispositivos a la vez y reproducir en streaming música digital. Incluso se pueden ver vídeos en streaming en un ordenador o una tableta, si hay pocos usuarios conectados al mismo tiempo, y también descargar archivos pesados de las redes P2P. Pero es un tipo de conexión que presenta numerosos inconvenientes, en especial por el tipo de tecnología que usa.

La conexión de 10 Mbps por lo general procede de un par de cobre, el mismo que emplea el cable telefónico (salvo en zonas rurales donde puede venir de tecnologías como el WiMax) y, por tanto, tiene ciertas limitaciones físicas.

Antes de contratar una modalidad determinada debemos ser conscientes de que en par de cobre nunca llegará el ancho de banda real

Para empezar, casi nunca llegará al usuario el ancho de banda prometido, ya que el rozamiento de los electrones en el cable (los transmisores de la información) les hace perder eficiencia. De este modo, cuanto más larga sea la distancia al nodo de conexión del proveedor, menos «megas» llegarán de los 10 supuestamente contratados, que pueden acabar siendo cinco o seis, si el hogar está muy lejos de la centralita de conexiones («bucle del abonado«) de la compañía operadora. Por lo tanto, no se debe contar nunca con esos 10 Mbps.

En cambio, con una conexión de 30 Mbps, aunque tendrá los mismos problemas al ir por par de cobre, se asegura un rango de ancho de banda más cercano a los 20 Mbps, suficiente para las funciones antes descritas. Sin embargo, mientras se use par de cobre, se estará sometido a las inestabilidades de la conexión, ya que el ancho de banda no siempre es igual en este sistema.

En una conexión de cable o fibra, al no existir el problema del rozamiento de electrones porque lo que se transporta es luz, el ancho de banda prometido (que ahora está en torno a los 100 Mbps) es el que llega e, incluso, a veces alcanza más. En este caso, la estabilidad de la conexión es mucho más alta y, además, si tenemos el problema de zonas de poca cobertura, porque estén alejadas del router, o porque haya elementos que distorsionen las ondas, la potencia de la red wifi será suficiente para que lleguen al menos unos pocos megabits por segundo a estas áreas.

¿Para qué tener 100 Mbps?

No todo el mundo necesita un ancho de banda como el que ofrece la fibra o el cable, y en muchos hogares y oficinas de pequeñas y medianas empresas bastará con una conexión de 30 o 50 «megas». Ahora bien, hay que tener en cuenta que se dan usos domésticos cada vez más acentuados que exigen altos anchos de banda. Este es el caso del vídeo en streaming, y más se si reproduce en una televisón de definición 4K, que cuadruplica el aporte de información en pantalla de las actuales.

Tal vez todavía no nos salga a cuenta contratar fibra, pero no debemos desecharla de cara al futuro

En España, el negocio de los videoclubes on line tampoco termina de funcionar, debido a la falta de una oferta actualizada y convincente, así como al poco desarrollo de las tecnologías de conexión entre Internet y el televisor. Pero en Estados Unidos, por ejemplo, el vídeo on line, que cuenta con servicios tan potentes como Netflix, ya ocupa el 80% del ancho de banda de los hogares.

De todos modos, en nuestro país, poco a poco se imponen propuestas de televisión digital por cable y fibra, como Imagenio y otras, que requieren un mínimo ancho de banda, aunque de momento no 100 Mbps.

Pero si, en una hora de consumo punta en un hogar, sumamos a la conexión de los diferentes miembros de una familia (cada uno desde su dispositivo, ya sea tableta, portátil o smartphone) la actividad en streaming de un servicio de vídeo on line, o incluso el uso por parte de varios miembros de una plataforma de videojuegos en Internet, nos interesará contar con el mayor número de Mbps posible.

A ello hay que añadir que se espera que en el futuro las conexiones M2M (la Internet de las cosas) regulen muchos de nuestros procesos del hogar.

En definitiva, si en nuestro edificio tenemos la posibilidad de conectarnos a la fibra o al cable, tal vez todavía no nos salga a cuenta, pero no debemos desecharla de cara al futuro.

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