Turismo rural

La oferta de establecimientos se ha multiplicado por diez desde 1994, un éxito que ha hecho aflorar con fuerza un mercado ilegal paralelo
Por Azucena García 27 de julio de 2007

El turismo rural ha sido el sector turístico que más ha evolucionado en los últimos años. Aunque surgió con timidez, su crecimiento ha sido progresivo hasta conseguir colocar en el mercado una oferta que ronda las 200.000 plazas. Esta cifra ha conseguido que se trate de un mercado maduro al que se le plantean nuevos retos. El primero: equilibrar la oferta a la demanda, que no ha crecido al mismo ritmo. El segundo: hacer frente a un mercado ilegal que ha surgido con fuerza al amparo de Internet y la facilidad para alquilar un alojamiento a través de la Red. Desde las asociaciones oficiales de turismo rural se advierte de la necesidad de acudir a estas entidades o al Registro de Alojamientos Turísticos de cada comunidad autónoma para comprobar que la oferta es legal. Además, recuerdan que si el servicio o las características del establecimiento no son las contratadas, se puede solicitar una hoja de reclamaciones y una indemnización por daños y perjuicios.

Un mercado emergente

Un mercado emergenteEn la última década, el turismo rural ha crecido espectacularmente. La oferta de establecimientos se ha multiplicado por diez y ha pasado de 1.077 alojamientos en 1994 a 10.081 en 2005, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Respecto a las plazas, mientras que en 2001 había unas 44.000, en la actualidad se ofertan alrededor de 200.000. Ante estos datos, Julio Grande, miembro de la Asociación Española de Turismo Rural (ASETUR) durante muchos años y actualmente director de Sepinum, empresa especializada en el desarrollo turístico orientado al medio rural, considera que el crecimiento ha sido “un poco exagerado” y que la oferta “está creciendo de una manera excesivamente rápida”. De hecho, aunque la demanda también crece, lo hace por debajo de la oferta.

Para el presidente de la Asociación de Profesionales de Turismo Rural (AUTURAL), Francisco Parra, el éxito del turismo rural radica, entre otras cosas, en que resulta una opción “muy interesante” para pasar las vacaciones o realizar una escapada. Las zonas más demandadas son las que están más alejadas de los grandes centros urbanos, “donde se puede disfrutar del silencio, la tranquilidad y los espacios abiertos sin renunciar a los servicios más importantes”. Castilla y León, Cataluña y Asturias son las comunidades autónomas con un mayor número de alojamientos, frente a Asturias, Navarra, Aragón y Canarias, que fueron referentes en los años en que el turismo rural comenzó a despuntar, pero ahora parecen estancadas.

“Las zonas más demandadas son las que están más alejadas de los grandes centros urbanos, donde se puede disfrutar del silencio, la tranquilidad y los espacios abiertos”

En cuanto a los turistas, en su mayoría son personas entre 30 y 45 años, que viajan en familia o con amigos, si bien las personas mayores ganan cuota de mercado progresivamente. Por país de procedencia, la mayor parte de los clientes son de origen nacional, aunque cada año aumenta el nivel de clientes de países europeos, especialmente, Francia, Bélgica y Gran Bretaña. “Descubren que España es una elección turística con una diversidad que va más allá del sol y la playa”, destaca Parra, quien advierte también de los posibles riesgos de este crecimiento de la demanda: “Estamos asistiendo al nacimiento de una oferta que, con el nombre de turismo rural, esconde grandes inversiones inmobiliarias y complejos hoteleros que desvirtúan el sentido y la naturaleza de este sector turístico”.

La verdadera importancia del turismo rural descansa en su contribución al desarrollo general del entorno

Cada vez es más frecuente que se construyan o rehabiliten hoteles y casas rurales con un objetivo puramente económico, aunque la verdadera importancia del turismo rural descansa en su contribución al desarrollo general del entorno. Gracias a él, renacen pueblos olvidados, crecen las economías familiares y, en algún caso, hay personas que abandonan los espacios urbanos para regresar al medio rural. “Un dato: por cada euro que entra por la puerta de un alojamiento rural, seis euros van parar al territorio donde está localizado”, concreta Parra. También para Julio Grande, el turismo rural juega un papel “definitivo” en la economía de las zonas en las que se asienta, y las previsiones para este año así lo confirman. “Pensamos que va a haber un éxito de campaña, aunque las reservas son más tardías, la gente apura más para cerrar las vacaciones y no podemos ofrecer datos aún”, apostilla Grande. De hecho, ya en el mes de mayo, las pernoctaciones en alojamientos de turismo rural superaron las 471.500, lo que supuso un aumento del 8,8% respecto al mismo mes del año anterior.

Organizar cada detalle

El turismo rural puede considerarse un mercado maduro. Por esta razón, se empieza a demandar un producto más específico, que ofrezca algo más que alojamiento. Se buscan paseos en caballo, excursiones en bicicleta, turismo ornitológico, visitas a bodegas, senderismo? El efecto novedad que se dio al principio ha quedado caduco y aunque aún se recurre al turismo rural para descansar y disfrutar de la naturaleza, empieza a emerger un público más especializado. “La gente va porque quiere ver pájaros, le gusta la gastronomía o quiere descender barrancos. Este tipo de turismo temático va a ser la tendencia de los próximos años”, augura Grande.

El futuro apunta a turistas con una idea concreta de lo que buscan y destinos con la infraestructura necesaria. De hecho, las asociaciones de turismo rural cuentan con folletos y guías en los que se explica con detalle la oferta de cada establecimiento. La Red Andaluza de Alojamientos Rurales, por ejemplo, dispone en su página web ( www.raar.es ) de más de 450 alternativas repartidas por la comunidad, desde caseríos señoriales a casas de pueblo reformadas y cortijos. Se puede alquilar tanto la casa completa como por habitaciones y disfrutar, en este último caso, de comida casera elaborada por quienes regentan el negocio. Una ventaja de este tipo de alojamiento es la posibilidad de mantener una relación y un trato más humano que el del turismo convencional, lo que enriquece mucho la estancia.

El efecto novedad que se dio al principio ha quedado caduco y aunque aún se recurre al turismo rural para descansar y disfrutar de la naturaleza, empieza a emerger un público más especializado

Otro aspecto a tener en cuenta es que, si se viaja solo, con otra persona o en grupos pequeños, hay que hacer cálculos. No siempre resulta rentable alquilar una casa completa si no se va a hacer uso de todas las habitaciones. Para comparar la oferta nacional, ASETUR dispone en su web (www.ecoturismorural.com) de un total de 4.476 alojamientos rurales. Además, garantiza el contacto directo con las asociaciones, que ofrecen información sobre los establecimientos y pueden advertir de posibles irregularidades, y con los propietarios de casas rurales. A estos últimos se puede preguntar por la ubicación de la vivienda, es decir, si está alejada de otros centros rurales o urbanos, o la distancia a la que se encuentran el hospital o la tienda más cercanos, ya que en cualquier momento de la estancia puede ser necesario recibir atención médica o acercarse hasta una panadería para adquirir algún producto.

Por último, se debe prestar atención a la fecha en la que se hace la reserva y, en épocas de mayor demanda, alquilar con tiempo. Los expertos aseguran que la estacionalidad afecta en menor medida al turismo rural que al turismo convencional, pero las fechas clave son también el verano y, sobre todo, Semana Santa, cuando se registra el mayor pico de reservas.

Condiciones del contrato

El principal problema detectado en el turismo rural en los últimos tiempos es, según Julio Grande, “la oferta ilegal que está surgiendo con mucha fuerza”. Esta circunstancia genera un cierto riesgo, que se acrecienta por la facilidad para acceder a Internet, ya que la Red es un canal muy utilizado para alquilar estos establecimientos. Sin embargo, antes de hacerlo, es necesario recurrir al Registro de Alojamientos Turísticos de cada comunidad autónoma o a las asociaciones de turismo rural para confirmar que la oferta es legal, es decir, que se trata de un establecimiento que está regulado, que cumple los requisitos exigidos y que pasa las inspecciones correspondientes.

Suele ser habitual que se busque un alojamiento por Internet y se reserve por teléfono. En este caso, hay que preguntar siempre cuál es la situación de la casa y si cumple los requisitos marcados por la ley. Para Francisco Parra, la oferta española se encuentra, con respecto a la del resto de Europa, “con mucho retraso. Es una oferta más joven y que ha crecido muy deprisa, sin haber solucionado algo tan importante como es la regulación”. De hecho, la oferta europea se caracteriza por ser más homogénea que la española y más competitiva en precio.

Si la reserva se hace por Internet es necesario preguntar siempre por la ubicación de la casa y si cumple los requisitos marcados por la ley

En este sentido, el coste del alojamiento depende del servicio y las características que se contraten, por lo que si al llegar al establecimiento se constata que ambos aspectos son de una calidad inferior a la contratada se puede solicitar una hoja de reclamaciones. La RAAR garantiza un plazo de 24 horas para subsanar cualquier defecto detectado. Un buen punto de referencia es la publicidad del alojamiento (folletos), que informa sobre su situación, servicios o capacidad. El hecho de que alguna de estas condiciones no se cumpla da derecho a pedir una indemnización por daños y perjuicios. Si se quiere ir sobre seguro, la ‘Q’ de calidad turística es un símbolo que certifica el nivel del establecimiento, pese a que, se queja Parra, “nuestra Administración debe respaldar el enorme esfuerzo que supone acceder a las certificaciones, prohibitivas para las casas rurales que, además, no ven respaldo promocional”.

El sector reivindica planes de ayuda para mejorar las instalaciones que se han quedado desfasadas por el uso, ya que el arrendador tiene la obligación de entregar la habitación o la vivienda en perfecto estado y eso supone una inversión en mantenimiento. Asimismo, también suele ser habitual que tenga que proporcionar los enseres necesarios para la convivencia de los que, por cierto, conviene no encapricharse. Es habitual que estos estén recogidos en un listado que guarda el dueño, y que el cliente tiene derecho a que se le muestre, por lo que se podría exigir su reembolso en caso de rotura o hurto. Por su parte, la persona que alquila también se compromete a mantener en buen estado el alojamiento y a devolverlo en las mismas condiciones en que lo encontró.

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