Reformas en casa, ¿cómo me organizo?

Tener planeado al milímetro qué se hará y en qué plazos, y detallar todo en el presupuesto, facilita organizar una obra en casa
Por Blanca Álvarez Barco 23 de enero de 2014
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Imagen: Mark Levisay

Polvo, ruidos, desorden por todas partes… Para hacer una reforma en casa, más si es de envergadura, hay que pensarlo muy bien. No solo respecto al dinero destinado al lavado de cara del piso, sino también en lo referente a plazos, organización y todo cuanto afecte a la vida cotidiana. Por ello, como se señala en este reportaje, tener planeado al milímetro qué se hará y en qué plazos, y detallar todo en el presupuesto, facilita organizar una reforma en casa sin padecer sobresaltos.

1. Pensar muy bien en todos los detalles

¿Reformo solo el baño o, ya que hago una obra en casa, aprovecho para hacer más cambios? ¿Pinto también? ¿Cuál es la mejor fecha? Estas son solo tres de las miles de dudas que asaltan a quien decide embarcarse en una reforma en su hogar. Por ello, antes hay que tomarse mucho tiempo para pensar en todos los detalles. Todo debe estar planeado al milímetro, ya que serán unas semanas o meses en los que la casa no será la misma.

Respecto a la fecha idónea para acometer la obra, conviene saber que en otoño e invierno se producen menos molestias a los vecinos, al estar más tiempo cerradas las ventanas, que amortiguan los ruidos y el polvo. Pero en verano, el día es más largo y, al poder tener las ventanas abiertas, los materiales se secan antes. El único inconveniente es que en los meses estivales casi todo el mundo está de vacaciones y estos trabajos suelen sufrir retrasos.

Conviene no molestar a los profesionales durante su trabajo, pero sí vigilar qué y cómo se hace

Pero hay más problemas, se deben escoger materiales, colores… y además tener pensado si habrá que dejar la casa mientras se hace la reforma (y dónde, cómo y por cuánto tiempo y dinero se hará) o si se convive con la obra. Si es un piso grande, se puede adaptar una zona para vivir mientras dura la reforma. En cualquiera de los dos casos, conviene no molestar a los profesionales durante su trabajo, pero sí vigilar qué y cómo se hace.

2. Pedir presupuestos

Nunca hay que aceptar el presupuesto de una empresa que no haya visto la reforma que se quiere hacer sobre el terreno, y hay que huir de profesionales no acreditados. Además de pedir varios, en el definitivo -por escrito y sellado o firmado- hay que tomarse su tiempo, pues debe ser una descripción lo más detallada posible de cada uno de los conceptos de la obra.

Es un proceso lento y, a veces, incómodo de cara a los contratistas y empresas, pues en ocasiones hay que rehacerlo varias veces. Pero son las bases por las que se guiará la reforma, por lo que si están bien fijadas, se evitan muchos problemas.

3. Personal

Hay que saber con todo detalle qué profesionales estarán en nuestra obra, cuántos y de qué gremios. También hay que estar al tanto de sus horarios, si se trabajará el fin de semana, etc. Todo debe estar bien atado antes de comenzar la reforma.

También hay que conocer qué días no trabajarán, cuándo y por qué se ausentarán, tanto para avisar a los vecinos, como para llevar un control de la obra.

4. La burocracia

Antes de hacer una reforma hay que solicitar diversos permisos y licencias al Ayuntamiento. Las licencias varían según el tipo de obra:

  • Obras menores: incluyen las reformas en pavimentos, alicatados y modificaciones de baños y cocinas.
  • Obras mayores: cuando se tienen que alterar aperturas de puertas y ventanas que den a la calle, cambios de paredes maestras, etc

Si el resultado no es el acordado, se puede retener a la empresa un 10% del importe de la factura hasta que la obra quede perfecta

Hay que acudir al Ayuntamiento para informarse sobre qué permiso corresponde solicitar y cuánto hay que pagar por él. Si la empresa que lleva a cabo el proyecto se encarga también de este servicio, resulta mucho más cómodo. Pero si se desea ahorrar, lo puede hacer uno mismo. En este caso hay que tener siempre presentes los plazos y contar con el asesoramiento de un profesional.

Tampoco hay que olvidar ponerlo en conocimineto de la comunidad de propietarios. Además, si la reforma afecta a zonas comunes o terrazas, puede que sea necesaria una aprobación unánime por parte de los vecinos.

Otra cuestión importante es conocer si hay subvenciones o ayudas para reformar la casa. A veces está en una zona histórica, o bien se trata de adaptar el piso a una persona con discapacidad. En estos casos hay ayudas, que casi siempre dependen de las comunidades autónomas o los ayuntamientos. Conviene informarse antes de empezar la obra, ya que algunas no se conceden si ya se han comenzado los trabajos.

5. Cómo hacer la reforma

Antes de que lleguen los operarios hay que guardar objetos y muebles que se puedan dañar. Si no es posible trasladar algunos muebles, se le puede pedir a la empresa que hará la reforma que lo haga. A veces, un trastero de alquiler puede ser la mejor solución para guardar estos objetos mientras duren las obras.

Una vez están los trabajadores en casa, los marcos de las puertas se cubren con cartón, otras áreas con plástico, y suelos y escaleras con papel. Si alguna habitación no se tocará, se puede sellar. También hay que tapar los conductos del aire acondicionado.

Además, hay que facilitar accesos, decidir qué vías se usarán para la entrada y salida de materiales y escombros. También es importante indicar a los obreros en qué zona pueden estar: qué baño utilizar, en qué lugar pueden llenar los cubos de agua que necesiten, etc. Debe haber un área donde almacenar los utensilios y materiales mientras duran los trabajos, y cada vez que terminen la jornada.

6. El momento de pagar

Hay una máxima que nunca debe dejar de observarse: hasta que la obra no haya acabado y todo haya quedado perfecto y conforme a lo pactado, no hay que pagar. Si el resultado no es el acordado, se puede retener a la empresa un 10% del importe de la factura hasta que la reforma quede perfecta.

Se aconseja adelantar un 30% del total al empezar y exigir que el cobro incluya siempre el IVA. Si la renta es de menos de 50.000 euros anuales, se puede desgravar el coste de las obras.

Como es habitual que estos trabajos sean largos, y a veces hay imprevistos, es muy importante haber incluido una cláusula de penalización. Tiene que estar contemplada en el presupuesto, con los tiempos de finalización de la obra. Una recomendación es penalizar cada día de retraso, por ejemplo, con 60 euros.

Molestar a los vecinos lo menos posible

Una obra siempre genera ruidos, suciedad… por eso, conviene informar a los vecinos de que se padecerán esas molestias (y por cuánto tiempo se estima) antes de empezar. No está de más:

  • Avisar con carteles -o en los buzones- del inicio de las obras, en qué piso y por cuánto tiempo. Dar las gracias por la comprensión a los vecinos y pedir disculpas por las molestias que se puedan ocasionar.
  • Forrar el ascensor que se utilizará para subir y bajar material, los obreros…

  • Limpiar todos los días las zonas comunes (rellano, escaleras…) que pudieran verse afectadas por los trabajos de reforma.

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