¿Desnutrición infantil en España?

Es importante distinguir entre desnutrición y malnutrición, ya que no significan lo mismo ni se combaten de la misma manera
Por Maite Zudaire 27 de septiembre de 2013
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Imagen: anthony kelly

La crisis económica ha generado muchos cambios en nuestro país, incluida la manera de comer. En los últimos años, las posibilidades alimentarias de muchas familias se han reducido, mientras que el desafío de seguir una dieta saludable pese a la crisis ha aumentado. Sobre todo, cuando hay niños pequeños en casa. Los cambios sociales y de consumo han llegado hasta tal punto que no son pocas las noticias que han alertado sobre un número creciente de casos de desnutrición infantil en España; una afirmación muy seria y delicada, con la que cabe hacerse preguntas. ¿Es realmente así? ¿Hemos llegado a ese extremo? ¿Es correcto hablar de desnutrición o deberíamos hablar de malnutrición? ¿Cuál es la diferencia entre ambas? El presente reportaje explica qué se entiende por malnutrición y desnutrición, cuáles son sus riesgos principales y cómo detectarlas, y ofrece ideas para evitarlas, aun con recursos limitados.

¿Desnutrición infantil en España? Los orígenes de la alerta

La falta de recursos económicos limita las posibilidades de compra, y por ende, de confeccionar un menú equilibrado y ajustado a las necesidades de los más pequeños, en pleno proceso de crecimiento. El reciente informe del Síndic de Greuges, defensor del Pueblo de Cataluña, alertó sobre la tasa de malnutrición infantil en esa comunidad. Y dio voz a un tema serio, la desnutrición en los niños, capaz de condicionar y alterar el estatus nutricional de un pequeño hasta el punto de comprometer su crecimiento y desarrollo, o de poner en riesgo su salud y su vida.

Muchos medios de comunicación, agentes sociales y representantes políticos se hicieron eco de ese dato y de las cifras de malnutrición, no solo en Cataluña, sino también en otras comunidades autónomas. Y abordaron el asunto, aunque en más de una oportunidad utilizaron la palabra desnutrición como sinónimo. Alcanza con buscar en Google «desnutrición infantil en España» para encontrar un buen surtido de ejemplos. El problema, como veremos a continuación, es que malnutrición y desnutrición no significan lo mismo.

Malnutrición y desnutrición no es lo mismo

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Para evitar alarmas sociales es importante conocer y comprender la diferencia entre desnutrición y malnutrición, cuáles son sus riesgos principales, cómo detectar cada caso y cómo evitarlas en las situaciones de privación alimentaria en las que se encuentran muchas familias de nuestro país. Los expertos diferencian entre desnutrición, que puede tener una causa médica y que supone graves desórdenes por falta de alimentos, y malnutrición, que significa una mala calidad de la alimentación, bien por exceso o bien por defecto en el consumo de alimentos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) es la institución sanitaria de referencia que establece los patrones de crecimiento infantil, datos a partir de los cuales se pueden estimar los casos de desnutrición en los niños. Es en base a estas normas que se determinan los criterios para determinar el grado de desnutrición, así como la incidencia y la prevalencia que afecta a las distintas regiones o países, incluido España.

  1. DESNUTRICIÓN. Es un problema de salud causado por el desequilibrio entre el aporte y el gasto de nutrientes en el organismo, acusado por ingesta deficiente.

  • Cómo reconocerla. Este desequilibrio nutricional se manifiesta de diversas formas en el niño. O bien es más pequeño de lo que le corresponde para su edad, o pesa poco para su altura, o pesa menos de lo que le corresponde para su edad. Según informa Unicef en su dossier sobre ‘La desnutrición infantil‘, cada una de estas manifestaciones se relaciona con un tipo específico de carencias:

  • La altura refleja carencias nutricionales prolongadas en el tiempo.
  • El peso es un indicador de carencias agudas.
  • Detectar distintos tipos de desnutrición:

    • Un niño con desnutrición aguda moderada pesa menos de lo que le corresponde con relación a su altura según los estándares de crecimiento de la OMS, y su circunferencia media del brazo también está por debajo del estándar de referencia. En estos casos, el niño requiere un tratamiento inmediato para prevenir que la situación empeore y se convierta en grave.
    • Los casos de desnutrición aguda grave o severa requieren de atención médica urgente dado que el riesgo de mortalidad es 9 veces superior que para un niño en condiciones normales.
    • Otro grado de desnutrición es la desnutrición crónica, en la que el niño presenta un retraso en su crecimiento debido a una carencia prolongada de los nutrientes necesarios para su crecimiento, lo que eleva el riesgo de que contraiga enfermedades y afecta a su desarrollo físico e intelectual.
  • Principales causas de la desnutrición. Unicef apunta varias causas para la aparición de la desnutrición. Entre las básicas se incluye la pobreza, la desigualdad y la escasa educación de las madres. Entre las subyacentes están la falta de acceso a alimentos, la falta de atención sanitaria y el agua y el saneamiento insalubre. Y como causas inmediatas se distinguen la alimentación insuficiente, la atención inadecuada y las enfermedades.

  • MALNUTRICIÓN. Se diferencia de la desnutrición en que incluye tanto la falta como el exceso de alimentos. Los indicadores antropométricos (peso, talla) y el estado nutricional no son sinónimos. Un niño puede estar dentro de los estándares antropométricos y sin embargo estar «malnutrido» por exceso en el consumo de grasas, de azúcares, de proteína animal; o por falta de ciertas vitaminas y minerales.
    • Malnutrición por exceso. Según el Estudio Aladino, que analiza la prevalencia de la obesidad infantil en España, el 26,2% de niños (25,7% de las niñas y 26,7% de los niños) tiene sobrepeso, y el 18,3% tiene obesidad (15,5% de las niñas y 20,9% de los niños). Todos ellos son casos de malnutrición por exceso. En estas situaciones, la malnutrición se da como resultado de una mala elección alimentaria: comidas de baja calidad nutricional (densas en energía y pobres en vitaminas, minerales, fibra…), alimentos ricos en harinas refinadas (bollería, repostería, galletas…), escasez de frutas y verduras frescas, excesivo aporte de proteína animal o todo lo contrario, aporte proteico insuficiente.

    • Malnutrición por carencia. Unicef España, organismo dependiente de la ONU, explica en un reciente informe cómo impacta en la infancia la crisis económica en la que está inmerso el país. De dicho informe se desprende que «el desempleo, la bajada de los salarios y el incremento de los impuestos son situaciones asociadas a la pobreza y que tienen un impacto contundente en la situación familiar». Además, estas circunstancias se agravan con «decisiones políticas de reducción del gasto público que repercute en menores ingresos familiares derivados de ayudas a las familias, becas escolares del comedor, etc». Desde Acción Contra el Hambre (AcH) remarcan que «la pobreza afecta a la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables», entre las que se encuentran los niños.

  • Estrategias para hacer las comidas infantiles más nutritivas

    Un presupuesto limitado no siempre permite conseguir un menú equilibrado. Pese a las dificultades económicas, a continuación se dan consejos para adaptar los menús en tiempos de crisis y hacerlos más completos nutricionalmente, al menor precio.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Recuperar el «libro» de recetas caseras de la abuela, puede ayudar a descubrir un interesante mundo en la confección de platos económicos, sencillos, de fácil elaboración y muy nutritivos. Croquetas caseras, purés de patata rellenos de carne u otras preparaciones rellenas (como lasañas, canelones o pimientos); sopas con miga de pan y huevo duro; recetas dulces como bizcochos (con frutos secos, frutas desecadas o rellenos de mermelada), flanes o natillas, yogures, mermeladas caseras… son algunas de las sugerencias de platos que reúnen una amplia variedad de nutrientes por ración.

    Además de ello, se pueden añadir a la dieta infantil tres alimentos caracterizados por un perfil nutritivo interesante para un consumo habitual entre los niños. Son los que siguen:

    1. Un puñado de pipas. Las pipas pueden ser los frutos secos más asequibles y suelen ser muy apetecibles para los niños, por lo que se les puede dar uno o dos puñados cada día como refuerzo energético, de proteína vegetal y de ácidos grasos esenciales. Por otra parte, los días de otoño, temporada natural para recolectar frutos secos, se pueden hacer excursiones al monte con los niños con la bonita excusa de ir a recoger nueces y castañas.
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      Imagen: CONSUMER EROSKI

      Uvas pasas. Las frutas desecadas (uvas, ciruelas, orejones, dátiles…) concentran los azúcares naturales de la fruta fresca así como los minerales (potasio, magnesio, calcio, hierro). Un puñado de pasas puede ser un interesante recurso para sumar calorías a la ración diaria de almuerzo o de merienda, y una buena elección como postre para las cenas caseras.

    3. Verduras ultracongeladas. La ultracongelación es un método de conservación de alimentos que permite que éstos mantengan casi intacto el valor nutricional de las verduras en origen, en particular su contenido de vitaminas y minerales. Si bien el sabor y la textura de las hortalizas frescas y de temporada son inigualables, las verduras ultracongeladas son un recurso útil e interesante en caso de que no poder adquirir con la frecuencia deseada las verduras y hortalizas frescas.

    Proteínas low cost

    El informe del Síndic de Greuges, defensor del Pueblo de Cataluña, cuantificaba en “50.000 los niños catalanes menores de 16 años que no se pueden permitir carne o pescado al menos una vez cada dos días, que no comen proteínas de manera regular”. Para que este dato no sea una preocupación más en familias con niños y con dificultades para llegar a fin de mes, se proponen dos alternativas alimentarias que compensan esta limitación:

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      Imagen: CONSUMER EROSKI

      Clara de huevo como fuente proteica. Si no se puede adquirir con la frecuencia deseada o recomendada carne y pescado, los huevos son otro alimento muy nutritivo y de referencia en cuanto a aporte proteico de la máxima calidad. Para no sobrecargar en grasa saturada y colesterol la dieta infantil, se puede ofrecer a los niños platos a los que se añada la clara de huevo cocida a ensaladas, ensaladillas e incluso legumbres, como los garbanzos con clara de huevo y perejil, o tortilla de claras a platos de arroz o de pasta.

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      Imagen: CONSUMER EROSKI

      Legumbres con arroz, 3-4 veces por semana. Esta combinación alimentaria escasea en muchos menús infantiles, por lo que convendría tenerla en cuenta como ejemplo de plato de referencia a nivel energético, proteico, fuente de hidratos de carbono, rico en vitaminas del grupo B, en variedad de minerales y en fibra. Engloba un compendio nutritivo incomparable con otros platos proteicos más comunes en la dieta infantil como las salchichas, los emparedados o las hamburguesas.

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