Cómo personalizar una sopa comprada

Muchos caldos, sopas y cremas industriales vienen listos para calentar y consumir, aunque es posible darles nuestro toque personal añadiéndoles los ingredientes que más nos gustan
Por Peio Gartzia 27 de octubre de 2014
Img sopa casera veg hd
Imagen: Katrin Morenz

La industria alimentaria nos ofrece decenas de productos para hacernos más sencillo el día a día en la cocina. Entre ellos, las cremas y los caldos ocupan un lugar destacado, ya que nos permiten disfrutar de una riquísima sopa al instante o preparar deliciosas recetas como guisos, arroces o salsas para pescados y carnes. Muchas veces, basta con calentar y consumir (o añadir agua, cuando se trata de las pastillas de caldo o de las sopas deshidratadas). Pero, en ocasiones, apetece “crear” un poco más, darle otro sabor al plato, ponerle algo de color, hacerlo más rico o consistente… En suma, añadir nuestro toque personal. A continuación se ofrecen ideas y consejos para personalizar caldos, cremas y sopas industriales.

Sopas y cremas, despensa de otoño

Hay distintos productos en el mundo de las cremas, sopas y caldos. Por ejemplo, están las sopas liofilizadas (las secas), que ya vienen con los ingredientes vegetales, condimentos y pasta, y que solo necesitan rehidratarse durante tres minutos con agua caliente y están listas para consumir. También existen las cremas y los caldos envasados en tetra bricks, que tan solo hay que calentar para comer, y, por supuesto, las míticas pastillas de concentrado de carne, ave, pescado o verdura, que tanto nos sirven para aromatizar un guiso o una salsa, como para empezar una sopa rápida, casi de urgencia.

Desde luego, son productos diferentes. Algunos son platos listos para calentar y servir, otros solo necesitan agua y los terceros -las pastillas- están más indicados para reforzar algún sabor, más que para elaborar un plato en sí. Todos son útiles a su manera, aunque los que nos darán una mayor ventaja en la cocina son tanto los caldos de ave, de pescado y de marisco como las cremas de marisco y de boletus. Es decir, las opciones más ‘gourmet’, ya que por su complejidad y largo proceso de elaboración, nos permiten usarlas en el día a día y nos evitan pasar largas horas en la cocina preparándolas.

Cremas y caldos: seis ideas para darles nuestro toque

Es interesante, entretenido y creativo personalizar los caldos y cremas con los ingredientes que más nos gustan o con los que tenemos en casa. Las siguientes son solo algunas ideas:

  • 1. Sopa juliana. Rallamos una zanahoria, abrimos medio puerro y lo cortamos superfino. Rehogamos en una cazuela durante un minuto, con dos cucharadas de aceite de oliva. Vertemos el caldo de verduras, dejamos que hierva un minuto, ponemos a punto de sal y ¡listo! Por supuesto, quien dice una zanahoria, un poco de col, una judías verdes o unas hojas de espinacas. Lo que tengamos en casa.
  • 2. Crema de hongos. Sofreímos en una sartén un diente de ajo muy picadito, con unos champiñones. Cuando se doren, vertemos en la cazuela donde hemos calentado la crema de boletus. Damos un hervor de dos minutos, rectificamos el punto de sal y servimos calentito con unas lascas de queso de oveja curado por encima.
  • 3. Salsa verde. Sofreímos en una cazuela un diente de ajo, sin dejar que que coja color. Agregamos una cucharada de harina de trigo, rehogamos y mojamos con el caldo de pescado. Cuando el conjunto empiece a espesar, ponemos a punto de sal, añadimos unas hojas de perejil fresco muy picadas, damos un hervor de 1 minuto y sacamos. Ya está elaborada la famosa salsa para acompañar una merluza, unos mejillones o unos huevos escalfados con almejas. ¡Riquísimo!
  • 4. Crema de verduras, para los peques. En general, a los niños les encantan los purés de verduras, sobre todo los de color naranja. Calentamos una crema de zanahorias, probamos el punto de sal y agregamos un hilito de aceite de oliva virgen extra. Al servir, colocamos unos panecillos tostados alargados y, sobre ellos, en forma de vela, unos triángulos de medio quesito bajo en calorías. Así tendremos unos barquitos divertidos sobre una crema mediterránea. Triunfo seguro.
  • 5. Paella de marisco. En una cazuela baja sofreímos unos langostinos congelados (pueden ser gambas, carabineros o unos modestos mejillones; lo que cuadre en nuestro presupuesto). Sacamos de la cazuela cuando se doren y reservamos. En ese mismo aceite sofreímos el arroz, añadimos el doble de volumen de caldo de marisco que de arroz y agregamos una cucharadita de ajo y de cebolla seca. El arroz debe hervir durante 18 minutos. Un poco antes -a los 15 minutos de cocción- introducimos los langostinos que habíamos reservado y dejamos que termine de cocinarse todo el conjunto. Sacamos del fuego, dejamos reposar durante 5 minutos y ¡listo para disfrutar!
  • 6. Sopa de pollo. Para hacer sopas, comenzar la receta con un caldo comprado es un gran paso, porque lo más importante es el fondo -o caldo base- sobre el que construyamos la receta. Así, tan solo deberemos de añadir nuestro toque, agregando unos trocitos de ave, que bien pueden ser de los restos del pollo asado del mediodía. El pollo, junto con unas estrellitas o fideos, convertirá al caldo en una sabrosa y excelente sopa guarnecida.
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