Salud capilar y nutrición, ¿en qué se parecen?

La salud capilar y la relacionada con la nutrición dependen de estrategias a largo plazo, no de tratamientos puntuales que solo mejoran las apariencias
Por Julio Basulto, Laura Caorsi 18 de marzo de 2014
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Imagen: Terry Robinson

Existen muchos productos, artículos y tratamientos diseñados para mejorar la apariencia del pelo: desde el cepillo y el secador hasta la plancha y la laca, sin olvidar los tintes con amoniaco, los aceites o los químicos empleados para rizarlo o alisarlo. En la nutrición sucede lo mismo. Hay muchos productos, métodos y tratamientos diseñados para mejorar la apariencia del cuerpo, desde complementos y “quemagrasas” hasta dietas cuasi mágicas o métodos que suprimen grupos enteros de alimentos para bajar de peso con rapidez. Pero una cosa es la apariencia y otra distinta, la realidad. Así como el cabello puede parecer sano sin estarlo, el organismo puede aparentar un buen estado de salud sin poseerlo. El presente artículo explica la importancia de tomar decisiones acertadas para cuidar la salud a largo plazo, de no delegar nuestra “responsabilidad nutricional” y proponerse mejorar el aspecto desde el interior.

¿Quién controla nuestra salud nutricional?

Hay diferentes maneras de abordar el cuidado la salud. Una de ellas se resume en lo que en psicología se conoce como «locus de control». La palabra locus tiene su raíz en el latín y significa «lugar». Las personas con un locus de control interno piensan que los aspectos relacionados con su salud tienen que ver, en mayor o menor medida, con sus propias acciones o decisiones, es decir, en el «interior». Son personas que valoran su propia responsabilidad en lo que atañe a su salud e intentan mejorar sus habilidades y conocimientos día a día. Por el contrario, las personas con un locus de control externo delegan el control de su salud y suelen realizar afirmaciones como las siguientes:

  • La mejor manera de evitar una dolencia es visitar a menudo a mi médico.
  • Los profesionales sanitarios controlan mi salud.
  • Siempre que no me sienta bien debo consultar a un profesional de la salud.
  • Cuando me recupero de una enfermedad es normalmente porque otras personas (médicos, enfermeros, familia, amigos) han cuidado bien de mí.
  • Si visito de forma regular a un médico excelente, es menos probable que empeore mi salud.
  • Tengo la certeza de que mi salud se ve influenciada por situaciones accidentales.

Estas frases forman parte de unas conocidas escalas, diseñadas para evaluar las creencias relativas a la salud de las personas. Su creador es el doctor Kenneth A. Wallston, un profesor de psicología considerado una autoridad en el «locus de control». Lo interesante es que este sistema puede emplearse para reflexionar sobre otras cuestiones; en este caso, qué lugar ocupan para nosotros las peluquerías y los centros dietéticos. O, más precisamente, cómo manejamos nuestra salud capilar y nutricional día a día.

Todos sabemos que existe un uso razonable y juicioso de ambos espacios, pero ¿cómo saber si estamos abusando de ellos? ¿En qué punto nos convertimos en adictos a las dietas o a los salones de belleza? ¿Somos conscientes de que ciertas prácticas, sostenidas en el tiempo, pueden afectar a la salud y desencadenar justo el efecto contrario al objetivo que perseguimos? Para responder a estas preguntas, sometemos nuestras costumbres estéticas y dietéticas a las escalas del doctor Wallston.

Peluquería y dietética, ¿qué uso hacemos de ellas?

Si retomamos las frases de Wallston, y las adaptamos al lenguaje de una peluquería, podríamos formularlas así:

  • La mejor manera de mejorar la salud de mi cabello es lavar muy a menudo mi pelo y usar sustancias para embellecerlo.
  • Los peluqueros controlan la salud de mi pelo.
  • Cuando mi cabello luce bien es, normalmente, porque un peluquero ha cuidado bien de mí.
  • Tengo la certeza de que la salud de mi pelo se ve influenciada por situaciones accidentales.

En el caso de la dietética, las frases serían:

  • La mejor manera de mejorar mi alimentación es hacer dieta de forma constante y consumir complementos dietéticos.
  • Los dietistas controlan mi nutrición.
  • Siempre que bajo de peso es porque he hecho una dieta de moda.
  • Tengo la certeza de que mi peso se ve influenciado por situaciones accidentales.

Dar por válidas todas estas frases, enunciarlas de manera acrítica, puede desencadenar una serie de situaciones indeseables, y hasta peligrosas, como se detalla a continuación.

Los riesgos de delegar la salud capilar y las decisiones dietéticas

La Academia Americana de Dermatología (AAD), en un post titulado ‘El cuidado de tu cabello, ¿está dañándolo?’, detalla la siguiente reflexión: «En nuestra búsqueda de un cabello hermoso, con frecuencia hacemos cosas que lo dañan. El cabello dañado es frágil, por lo que tiende a romperse. Su rotura puede dejarnos un cabello encrespado de aspecto insano. Si continuamos dañándolo, es posible que con el tiempo se vuelva más débil, tenga manchas o se caiga».

Así, la AAD incluye una serie de consejos para evitar dañar nuestro pelo, tales como evitar usar a menudo un secador, un peine caliente o una plancha para alisarlo. Estas acciones no deberían, según la AAD, realizarse más de una vez por semana. Desaconseja la aplicación de fijadores, usar trenzas apretadas y peines de dientes estrechos, pero también colorearlo o hacerse la permanente. Es decir, usar de manera habitual productos químicos o utensilios capaces de agredir al cabello, aunque por fuera, y al principio, no se note.

Algo similar se observa en el terreno de la dietética. Muchas personas realizan una y otra vez infinidad de «regímenes» para perder peso, lucir una bonita figura o ganar en salud, sin darse cuenta de que son esas mismas dietas las que impiden cumplir los objetivos iniciales, como se explica en el artículo ‘Tres razones para huir del efecto yoyó‘. Se trata de métodos de todo tipo (depurativos, alcalinos u otros, englobados en la expresión «dieta milagro«), que, como en el caso de la peluquería, en muchas ocasiones se acompañan de productos no exentos de efectos adversos. A saber: antioxidantes, polivitamínicos o «quemagrasas», sean o no naturales. Aunque tales estrategias puedan generar efectos espectaculares a corto plazo, resultan contraproducentes a medio o largo plazo.

Como la salud capilar y la relacionada con la nutrición dependen de estrategias a largo plazo, debemos adoptar hábitos que sepamos que podamos mantener en el tiempo, que no creen efectos adversos y que vengan avalados por entidades de referencia. Además, la salud del cabello y la dietética no solo se parecen, sino que están relacionadas. Se sabe, como detalló el artículo ‘Alimentos para mejorar la salud del cabello‘, que el alcoholismo o seguir una dieta milagro forman parte de las principales causas de pérdida de cabello.

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