Vigilar la salud, una receta para ahorrar

Una estrategia basada en la prevención y el abandono de los hábitos que perjudican nuestra calidad de vida permite ahorrar mucho dinero
Por José Ignacio Recio 20 de febrero de 2014
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Imagen: Chris Hunkeler

Aunque secundario, uno de los efectos que tiene la pérdida de salud es el descenso de los ahorros de la cuenta corriente, debido a una serie de gastos que, de no haberse llegado a esa situación, se hubieran podido eludir. Afrontar estos imprevistos puede comprometer la liquidez de nóminas o pensiones, pero en ocasiones se puede evitar si se abandonan hábitos perjudiciales y se lleva a cabo una política de prevención, como se explica en este reportaje.

Cuidar la salud, fuente de ahorro

Algunas necesidades sanitarias, como los implantes dentales, pueden mermar de manera severa el presupuesto familiar

¿Ahorrar en la factura eléctrica, en teléfono o consumir de modo más responsable? Todo ello está muy bien y es siempre deseable, pero también se puede pensar que nuestro mejor patrimonio es la salud. Y no solo en el aspecto sanitario, sino también en el plano económico. La primera fuente de ahorro en este ámbito proviene de una estrategia basada en la prevención, pero también en abandonar una serie de hábitos perjudiciales, desde desacertadas políticas de nutrición, higiene dental deficiente o aptitudes poco responsables, como la falta de visitas a los especialistas médicos.

Con una buena política sanitaria se puede vivir de forma más saludable, y lo que no es menos importante, se reducirán los gastos derivados de los problemas de salud que, en caso de ser severos, pueden lastrar los presupuestos familiares.

Nueve fórmulas para ahorrar cuidando la salud

  • 1. Contratar un buen seguro para la salud en el que se incluyan las principales coberturas asistenciales y médicas: hospitalización, consultas, segunda opinión médica, gastos no hospitalarios… La contratación de un producto asegurador de estas características puede incidir en un mayor ahorro ante cualquier percance o deterioro en el estado de salud.

  • 2. Cuidar la salud de manera regular. Se conseguirá no solo una mejor calidad de vida, sino también se evitará un mayor gasto en medicamentos. Todo ello se obtendrá a través de una alimentación sana y adecuada, así como con un ejercicio regular y evitando malos hábitos en la vida diaria como fumar, abuso de alcohol, ingerir comidas no apropiadas o vivir de manera sedentaria.

  • 3. Controlar las constantes vitales. Una consulta al profesional sanitario pertinente (médico/enfermera) para el control de las constantes vitales y, si procede, de un análisis de sangre y/o orina ayudará a conocer el estado de salud, mantener su control y a prevenir algunas enfermedades, y los gastos derivados de ellas.

  • 4. Llevar una vida sana y eliminar gastos de los que dependan nuestros recursos físicos. Una idea es caminar en lugar de utilizar automóvil, metro o el bus. Si se dedica un pequeño esfuerzo a mejorar la salud, es probable que se traduzca en no tener que ampliar ni desequilibrar el presupuesto familiar en la compra de productos y alimentos específicos aconsejados por el médico.

  • 5. Acudir con regularidad al oftalmólogo, dentista u otro tipo de especialistas médicos: de este modo se pueden corregir posibles disfunciones y evitar la compra de aparatos o instrumentos para su resolución, cuando el problema haya aparecido. Un ejemplo de ello es el ya muy habitual de no ir al dentista para hacerse una revisión y limpieza de boca cada seis o 12 meses. Si no se formaliza este proceso preventivo, puede que sea ya tarde y al paciente se encuentre con un grave problema en su dentadura que exigirá algún implante u otro tipo de operación bucodental que demandará un importe elevado para solucionarlo.

  • 6. Es necesario cubrir las contingencias que no estén contempladas en la Seguridad Social y que tarde o temprano habrá que utilizar. Los servicios dentales, fisioterapia, segunda opinión médica o asistencia domiciliaria son algunas de las especialidades que se deben tener con una póliza de seguro o un servicio médico privado.

  • 7. Si los particulares disponen de algún seguro familiar, es conveniente que consulten sus coberturas. Es muy probable que incida en algún aspecto vinculante a la salud o sirva para ciertos servicios médicos, sin necesidad de contratar un seguro especializado.

  • 8. Hay que acudir al médico cada vez que se sufra un problema de salud, por pequeño que parezca. Si no, puede ir a más y, aparte de suponer un trastorno en la salud, exigirá un mayor gasto en el tratamiento y resolución del problema.

  • 9. Mantener una vida saludable será un pasaporte para conservarse mejor y, de esta forma, eliminar una serie de gastos que con el paso de los años menguarán los ingresos.

Ahorra con un seguro de salud

El precio del seguro de salud varía en función de la edad, el estado del cliente y, por supuesto, de las coberturas contratadas. Sin embargo, se puede ajustar el presupuesto destinado a sufragar su contratación a través de unos sencillos consejos.

  • En primer lugar, comparar sus precios a través de las diferentes compañías del sector, ya que puede haber oscilaciones de más de 100 euros entre una y otra aseguradora.

  • Elegir el pago anual de sus cuotas frente al fraccionamiento mensual, pues en algunas pólizas puede reducirse su coste en torno al 5% si se opta por este modelo de pago.

  • Se puede contratar solo lo que en realidad se necesite, ya que muchas coberturas las cubre la Seguridad Social y no será necesario duplicarlas.

  • Puede que la solución para ahorrar dinero resida en la suscripción de un seguro familiar, en el que se incorpore a todos los miembros de la familia. Se comercializan con grandes descuentos en relación al número de personas incluidas.

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