Aprende a reconocer los trastornos más habituales que afectan a tu mente

El estrés, la ansiedad y la depresión pueden estar detrás de tu malestar general, así que presta atención a los siguientes síntomas
Por María Huidobro González 28 de abril de 2019

En 2015, un total de 2.408.700 personas sufrieron depresión (5,2 %) y 1.911.186 (4,1 %) se vieron afectadas por los principales trastornos de la ansiedad en España. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ambos problemas serán la primera causa de baja laboral en nuestro país el próximo año. Y, por si fuera poco, un tercio de los españoles son víctimas del estrés. Son algunos datos de los tres trastornos de salud mental más comunes. Conocer sus causas y sus principales síntomas es el primer paso para saber cómo tratarlas. En las siguientes líneas lo vemos.

1. Estrés

  • ¿Qué es? Un fenómeno fisiológico normal que ayuda a soportar situaciones exigentes y a reaccionar frente a las demandas del entorno, pero es negativo cuando el organismo no es capaz de adaptarse a la situación y de dar respuestas adecuadas. Puede acabar desarrollando una enfermedad física o problemas emocionales como ansiedad o depresión.
  • Causas. Desde factores de la vida diaria como exceso de actividad, la falta de tiempo, los hijos o problemas de cansancio y sueño, hasta el fallecimiento de un ser querido, la enfermedad propia o de un familiar, un proceso de separación, los problemas laborales o académicos (sobrecarga de trabajo, relación con jefes o compañeros o miedo a no estar a la altura) o el uso de las nuevas tecnologías (tecnoestrés por imposibilidad de desconectar).
  • Señales de alarma. Emociones negativas (estados prolongados de desesperanza, ansiedad, irritabilidad, cambios de ánimo, nerviosismo), falta de concentración y pensamientos nocivos (olvidos y distracciones frecuentes, autocrítica excesiva), cambios de la conducta (comer más o menos, tartamudez, llanto fácil, abuso de tóxicos, menor rendimiento laboral o académico) y alteraciones físicas (cansancio, insomnio, sudoración, contracturas, respiración agitada, taquicardias, disfunciones sexuales, etc.).
  • Qué hacer. Antes que tomar fármacos, la prevención es clave para tratar este trastorno. En el último estudio CinfaSalud sobre ‘Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés‘ (2017), avalado por la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), la resumen así: afronta las situaciones difíciles; entrénate en la solución de problemas; organiza bien tu tiempo; te mereces un descanso; aprende técnicas de autocontrol; fomenta las relaciones personales y sociales y apóyate en ellas; cuida tu dieta; haz deporte de manera regular; no restes horas de sueño; y recurre a ayuda profesional si es necesario.

2. Ansiedad

  • Qué es. El estrés puede desencadenar esta reacción emocional, que «es un sentimiento de aprehensión o de miedo, una preocupación incontrolable y excesiva sobre gran cantidad de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que suele prolongarse más de 6 meses», como define la web 1 de cada 4 para la lucha contra la estigmatización de las enfermedades mentales de la Junta de Andalucía.
  • Causas. La fuente del desasosiego no siempre se sabe o se reconoce, por lo que aumenta la angustia. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que haga sentir a la persona frustrada, furiosa o ansiosa.
  • Señales de alarma. El trastorno de ansiedad generalizada es el más frecuente, mientras que en niños lo es la ansiedad por separación y en adolescentes comienza la ansiedad social. Como recuerda el Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense, quienes la sufren tienen problemas para controlar sus preocupaciones o sentimientos de nerviosismo y para concentrarse. Siempre están cansadas, se muestran irritables y padecen insomnio. Tienen dolores de cabeza, musculares o del estómago o molestias inexplicables, dificultad para tragar, temblores o tics y sudores y se sienten mareadas o que les falta el aire. Los niños y adolescentes se preocupan en exceso por su rendimiento en la escuela o en los deportes y por catástrofes, como terremotos o guerras. Los más pequeños creen que algo malo les va a ocurrir a sus padres, mientras que a los jóvenes las redes sociales les genera más ansiedad.
  • Qué hacer. Háblalo con el médico o psicólogo. Hay que encontrar la causa y tratarla con psicoterapia, medicamentos o una combinación de ambos. También revisa tu estilo de vida y apuesta por hábitos saludables, como llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente, limitar el consumo de cafeína y alcohol, no fumar, practicar técnicas de relajación, incluso en los menores, o tomar descansos en el trabajo.

3. Depresión

  • Qué es. Está entre los trastornos del estado del ánimo que con mayor frecuencia desencadenan los episodios de estrés prolongados. Se caracteriza por una tristeza profunda y pérdida de interés general por las cosas al menos durante dos semanas. Según la OMS, afecta a la capacidad de llevar a cabo las actividades laborales y académicas y de afrontar la vida cotidiana. En su forma más grave, puede conducir al suicidio.
  • Causas. Incluso con una predisposición genética, por lo general empieza por un evento estresante: la muerte de un amigo o familiar, una desilusión importante en el hogar, en el trabajo o en la escuela (en adolescentes, por romper con la pareja, y en niños por perder un curso o el divorcio de los padres), un dolor prolongado o una enfermedad grave, parto o, por ejemplo, aislamiento social y discapacidades, como los problemas de audición y sordera típicos en mayores.
  • Señales de alarma. Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, vacío, desesperanza y pesimismo, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, sentimiento de culpa e inutilidad, irritabilidad e inquietud. Presenta trastornos del sueño o del apetito, cansancio y falta de concentración. Entre los síntomas físicos destacan las palpitaciones o presión en el pecho y molestias abdominales o problemas digestivos. El niño estará más irritable que triste o sin energía, pero con mala cara y ojeroso. Su apetito está alterado y disminuye su rendimiento escolar y su interés en sus juegos y amigos. En adolescentes coincide con cambios de carácter y conducta, mayor rebeldía, consumo de drogas, alcohol…
  • Qué hacer. En las ‘Guías de Práctica Clínica del SNS’ recuerdan que estos síntomas se pueden tratar. Cuéntaselo a alguien de confianza. También si tienes pensamientos relacionados con la muerte. No te aísles. No recurras a las drogas o al alcohol. Habla con tu médico y u otro profesional sanitario para poder hacer un diagnóstico y contarte los tratamientos posibles. Un grupo de apoyo, como Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, pueden ayudarte.
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