Investigadores de la Clínica Mayo de EE.UU. han descubierto el mecanismo que produce el daño hepático en muchos niños y adultos obesos. El exceso de ácidos grasos provoca la reacción de una proteína que mata a las células hepáticas, causando cicatrices y lesiones en el hígado. Según las estadísticas, la obesidad es una de las principales causas de afecciones hepáticas crónicas.
Como consecuencia se produce la «enfermedad no alcohólica de hígado graso», cuya incidencia está sobrepasando a la hepatitis C, en términos de daño potencial al hígado. Los primeros síntomas de esta patología consisten en una acumulación de grasa en este órgano, que se puede encontrar en cerca de dos tercios de las personas obesas.
Otra indicación es la inflamación del hígado, a veces con lesiones y cicatrices. Un 10% de las personas con hígado graso puede desarrollar otras anomalías hepáticas, así como diabetes, colesterol alto e hipertensión.