El flato: qué es y cómo combatirlo

El dolor abdominal transitorio asociado a la práctica deportiva, y conocido como flato, no tiene repercusión sobre la salud del afectado
Por Montse Arboix 11 de marzo de 2013
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Imagen: epimetheus

¿Quién, en mitad de una carrera, no ha sufrido alguna vez un dolor punzante en un costado del abdomen? ¿Por qué hay personas que parecen más predispuestas a padecer esta molestia llamada flato? ¿Hay deportes donde es más habitual que se produzca? Las causas del flato, que tan mal rato hace pasar durante la práctica deportiva, todavía no están demasiado claras. En este artículo se dan algunas respuestas y se indican algunos consejos que pueden ayudar a prevenir el dolor abdominal transitorio asociado a la práctica deportiva.

La comunidad médica describe el flato como el dolor abdominal transitorio vinculado al ejercicio (DAT) que, en ocasiones, es tan molesto que hace detener la actividad deportiva. Este dolor agudo y punzante es habitual que aparezca en la zona abdominal por debajo de las costillas. No obstante, algunos deportistas indican la misma dolencia pero centrada entre el cuello y el hombro, en el área de la clavícula. A pesar de ser frecuente en muchas personas e, incluso perjudicial para el rendimiento del deportista de élite, el flato está considerado como una molestia benigna y autolimitada.

Flato o dolor abdominal transitorio vinculado al ejercicio

El flato está considerado como una molestia benigna y autolimitada sin repercusión sobre la salud

Algunas de las hipótesis tradicionales, no demostradas hasta el momento, señalan como culpables de su desarrollo: una rigidez excesiva de la columna vertebral; una situación de hipoxia (escasez de oxígeno) en el diafragma (músculo que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal y que interviene en el proceso respiratorio), debido a que la sangre se dirige hacia los músculos implicados y se restringe a este músculo; una posible tensión de los ligamentos que unen el estómago con el diafragma; o, incluso, el rozamiento de las vísceras y la consecuente irritación del peritoneo (membrana que envuelve la mayor parte de los órganos).

Pero, ¿por qué el flato afecta más algunas personas que a otras? Juan Bosch, médico especialista en Medicina del Deporte del Hospital Sant Rafael de Hermanas Hospitalarias, en Barcelona, señala que el dolor abdominal transitorio «no tiene aún una explicación clara y, por tanto, no puede establecerse su origen. De todos modos, se observa una mayor susceptibilidad a padecerlo en los individuos con una actitud cifótica (mala postura mantenida que hace a la persona inclinarse de forma excesiva y aumenta su curva dorsal) o con una excesiva rigidez en la musculatura vertebral. También hay una relación inversa con la edad (a menor edad, mayor riesgo de sufrirlo). Lo que parece claro es que no tiene relación con el sexo, ya que los sufren por igual hombres y mujeres».

Deporte y el molesto flato

Un trabajo del Avondale Centre for Excercise Sciences at Avondale College, en Cooranbong (Australia), publicado en ‘Medicine and science in sports and exercice’ ya apuntaba esta disociación del flato con el sexo. Los investigadores DP. Morton y R. Callister, de dilatada experiencia en el ámbito de la Medicina del Deporte, en uno de sus estudios buscaron, entre 965 participantes de seis actividades deportivas distintas (atletismo, natación, ciclismo, aeróbic, baloncesto y equitación), la correlación entre flato y otras características individuales como edad, sexo, índice de masa corporal (IMC) e, incluso, nivel de entrenamiento y experiencia deportiva. Solo pudieron encontrar una relación directa entre quienes están más entrenados, que tienen menores posibilidades de sufrirlo, pero ello no tiene efecto sobre la gravedad del dolor.

Los autores establecieron, después de un año de seguimiento, que las modalidades deportivas más afectadas por el flato son la natación (75%), la carrera (69%), la equitación (62%), el ejercicio aeróbico (52%), el baloncesto (47%) y el ciclismo (32%).

Aliviar el flato

Juan Bosch, médico especialista en Medicina del Deporte, asegura que el hecho de sufrir flato no parece que tenga repercusión alguna sobre la salud, si el afectado sigue con la actividad física, aunque añade que “tanto las características como la intensidad del dolor suelen obligar a parar el ejercicio”. Una vez surge, la ejecución de diferentes maniobras, “como realizar una respiración abdominal, hacer estiramientos del lado doloroso o expulsar el aire con los labios fruncidos puede disminuirlo“, indica.

Otro estudio de los expertos australianos DP. Morton y R. Callister, publicado en ‘International Journal of Sport Nutrition and Exercice Metabolism’, en 2004, sobre el efecto de la composición de las bebidas ingeridas relacionado con el dolor abdominal transitorio también tiene sus conclusiones: con el objetivo de evitar el flato, los individuos susceptibles deberían abstenerse de consumir zumos de frutas y bebidas reconstituidas con gran contenido en carbohidratos y alta osmolaridad (bebidas hipertónicas), poco antes y durante el entrenamiento. Esta afirmación la corrobora Bosch quien agrega que, a la vez, “la práctica habitual de ejercicio físico disminuye la percepción del dolor cuando este surge“.

Una revisión de C. Ayán, de la Facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte, de la Universidad de Vigo (Pontevedra), publicada en la ‘Revista Andaluza de Medicina del Deporte’, resume en cuatro puntos las recomendaciones para quienes son más susceptibles de sufrir flato:

  1. Modificar la pauta respiratoria una vez aparece: las inspiraciones profundas o la respiración abdominal pueden disminuir su intensidad.
  2. Movilizar el abdomen: hacer estiramientos de la zona afectada, aplicar presión con la mano o aumentar la tensión de la musculatura del área afectada mediante contracciones musculares voluntarias.
  3. Controlar la ingesta de sólidos y líquidos antes y durante el ejercicio, para poder identificar de forma más fácil los que con mayor frecuencia desencadenan un episodio.
  4. Fisioterapia en los afectados que se haya demostrado una correlación entre este dolor abdominal y una alteración postural.
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