Los efectos secundarios asociados a las vacunas son muy reducidos

Una nueva investigación solo halló efectos secundarios adversos en algunos casos concretos, la mayoría de ellos a corto plazo
Por EROSKI Consumer 30 de agosto de 2011

Una investigación realizada por expertos sanitarios estadounidenses ha concluido que los efectos secundarios aparejados a la administración de vacunas son muy reducidos y ha descartado datos que corroboren que causan autismo y diabetes tipo 1. Tras un análisis de más de 1.000 estudios anteriores, los científicos concluyeron que las vacunas solo provocan daños colaterales en algunos casos concretos y que la mayoría de ellos son a corto plazo y autocontrolados.

La investigación, la primera en profundidad que analiza los efectos secundarios de las vacunas desde 1994, analizó ocho tipos de vacunas que se administran habitualmente. Las inmunizaciones estudiadas protegen frente a una serie de patologías comunes: paperas, sarampión, tos convulsa, hepatitis, difteria, tétanos, varicela, meningitis, la enfermedad meningocócica y el cáncer de cuello de útero.

La mayor parte de los análisis arrojó resultados negativos, aunque algunos demostraron efectos secundarios a corto plazo, como en el caso de la vacuna MMR, que puede provocar convulsiones en las personas que reaccionan con fiebre alta a su administración, e inflación cerebral en ocasiones excepcionales. También observaron que la vacuna contra la varicela produce en algunas personas neumonía, hepatitis, meningitis, herpes zóster o inflamación cerebral. Además, anuncian que la vacuna MMR, la de varicela, la de influenza, la de hepatitis B, la meningocócica y la del tétanos pueden desencadenar anafilaxia, una reacción alérgica que sigue a la administración de los compuestos.

Este estudio se realizó con el objetivo de mejorar el Programa de Compensación de Lesiones por Vacunas del Departamento de Salud de Estados Unidos, por el que se otorgan ayudas económicas a niños que experimentan daños tras la administración de vacunas. Los expertos habían observado un descenso en el número de vacunaciones por el temor de sus padres de que desarrollaran autismo u otros problemas de salud graves.

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