Menos cefalea en la adolescencia

Una investigación señala que mantener hábitos de vida más saludables reduciría los frecuentes dolores de cabeza entre los más jóvenes
Por Núria Llavina Rubio 30 de agosto de 2010
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Imagen: Rachel Johnson

Alimentarse bien o hacer deporte durante la adolescencia no sólo ayuda a sentirse bien y a tener un mejor rendimiento en la escuela. Son hábitos saludables que previenen enfermedades futuras en la edad adulta, como diabetes, hipertensión, patologías cardiovasculares, osteoporosis, problemas neurológicos y algunos cánceres. A corto plazo pueden reducir, además, la tan molesta como habitual cefalea, típica de esta franja de edad.

Imagen: Rachel Johnson

El dolor de cabeza es una de las principales quejas físicas de los adolescentes. Lo sufren de forma recurrente entre el 30% y el 40% de los jóvenes y, en general, se ha relacionado con problemas de estrés. Los tipos más habituales de cefaleas son las debidas a contracciones musculares (tensionales) y las migrañas. Éstas últimas pueden ocasionar mucho malestar general e, incluso, vómitos si no se tratan de forma adecuada. En numerosas ocasiones, obligan a faltar a clase o al trabajo.

Los cambios hormonales también son un factor común, sobre todo en las chicas, que los padecen en momentos concretos del periodo menstrual. Otras causas de cefalea son algunas enfermedades subyacentes y la deshidratación, permanecer un tiempo prolongado ante la televisión o la pantalla del ordenador, sonidos demasiado fuertes, falta de sueño, golpes en la cabeza o largos viajes. Los especialistas en neurología también hacen hincapié en el hábito de fumar, la ingesta excesiva de alcohol, la cafeína y una mala alimentación. Un nuevo estudio publicado en ‘Neurology’ corrobora que estos últimos factores están más que relacionados con las cefaleas en adolescentes, aunque añade dos factores más hasta ahora no tenidos en cuenta: la falta de actividad física y el exceso de peso.

Factores desencadenantes

La investigación, realizada en Noruega con casi 6.000 adolescentes de 13 a 18 años, concluye que quienes fuman de forma frecuente, practican ejercicio menos de dos veces a la semana y tienen exceso de peso son tres veces más propensos a desarrollar cefalea tensional, migraña u otro dolor de cabeza no clasificado. El 55% de los encuestados que concentraban estos tres factores de riesgo sufrían este malestar de forma recurrente, frente al 25% de quienes carecían de estos síntomas. El trabajo concluye que cambiar ciertos hábitos poco saludables relacionados con los factores de riesgo reduciría el número de malestares y ayudaría a prevenirlos en quienes todavía no los sufren. Debido a que la migraña tiene un factor genético de peso, son los adolescentes con antecedentes familiares los más propensos, si no controlan los factores de riesgo.

Cambiar ciertos hábitos poco saludables reduciría el número de malestares y ayudaría a prevenirlos en los adolescentes que todavía no los sufren

Los datos son preocupantes, ya que la obesidad se considera un problema de salud mundial y una epidemia en España. En la última Encuesta Nacional de Salud, presentada en 2008 con datos de 2006, sólo un 64% de los jóvenes entre 16 y 24 años aseguraba realizar actividad física de forma habitual. Las chicas bajan la media, con un 55%. Si a la escasa práctica deportiva se suman los malos hábitos alimentarios, es fácil entender el aumento entre la población infantil y juvenil -de 2 a 24 años- de los casos de obesidad, que ascienden ya al 13,9%, y de sobrepeso, hasta el 12,4%.

En el caso del chocolate, un alimento destacado por su relación con la cefalea, su ingesta habitual tanto en la infancia como en la adolescencia obliga a controlar su consumo en estas etapas.

Según el estudio, la obesidad favorece la inflamación en el organismo y, como concluía una investigación previa, se relaciona con todo tipo de malestares. La inflamación recarga los sistemas esquelético y vascular y, en consecuencia, eleva el riesgo de formación de coágulos y el desarrollo de multitud de enfermedades. El trabajo noruego añade que una sustancia podría influir en la relación obesidad-dolor de cabeza: el péptido relacionado con la calcitonina. Ésta se produce en mayores cantidades en personas obesas.

Respecto al deporte, si bien en varias ocasiones se ha relacionado con la migraña, la actividad física moderada no sólo aporta los conocidos beneficios en el estado de salud general sino que, incluso, puede tener un efecto beneficioso sobre la frecuencia, la intensidad y la duración del dolor de cabeza. También el hábito tabáquico influye, pero con el efecto contrario: la nicotina provoca alteraciones en los niveles de óxido nítrico en el cerebro, relacionadas de forma directa con la cefalea. Es un vasodilatador cerebral que provoca un malestar similar a las migrañas. No obstante, según la Encuesta Nacional de Salud, casi el 27% de los jóvenes de 16 a 24 años fuman a diario y cerca del 5% lo hacen de forma ocasional.

Tratar el dolor

El dolor puede llegar a distorsionar la rutina diaria. Las personas con migraña recurrente se quedan a menudo en casa debido a un dolor intenso que no se supera ni siquiera con fármacos. Descansar en silencio y en la oscuridad se convierte en una necesidad. Con frecuencia, el enfermo padece náuseas y vómitos que se tratan con frío (toallas en la frente) y reposo. Ante situaciones como ésta, hay que acudir al médico o especialista para que determine las circunstancias que llevan a desarrollar el dolor.

Hay que definir los fármacos útiles, ya que los analgésicos de uso común pueden agravar los síntomas. Otras recomendaciones son: reducir el estrés, dormir de forma regular, permanecer en ambientes ventilados y con temperaturas agradables, sin ruidos y con buena iluminación.

CUIDAR EL CORAZÓN

Img adolescenteImagen: Duncan Harris

El estudio reciente establece de forma clara la relación entre el dolor de cabeza y la obesidad, desde hace años asociada con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Un nuevo trabajo llevado a cabo en la Universidad de Islandia, publicado en ‘British Medical Journal’, destaca el vínculo cercano entre cefalea, sobre todo migraña, y corazón. Los investigadores apuntan que el riesgo de enfermedad cardiovascular al que se enfrentan quienes sufren migrañas recurrentes es bajo, por lo que los esfuerzos para reducir las muertes por estas patologías deben centrarse en los factores de riesgo tradicionales (presión arterial alta, tabaquismo y colesterol alto), con independencia del estado de la migraña.

De todos modos, reclaman más estudios que comprueben si la reducción de la frecuencia de los ataques de migraña podría funcionar también como tratamiento preventivo. Si se tiene en cuenta que la migraña puede ser consecuencia de malos hábitos de vida, la principal prevención pasa por llevar un estilo de vida saludable en todos los sentidos.

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