Actuar frente a riesgos alimentarios

Un nuevo informe avala que los controles que se aplican en la UE garantizan la seguridad de los alimentos
Por Marta Chavarrías 30 de agosto de 2012
Img campylobacter
Imagen: Wikimedia

La Unión Europea cuenta con distintas herramientas para garantizar que los alimentos que circulan por sus mercados son seguros. Una de ellas es el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF), que consiste en garantizar la inocuidad de los alimentos “de la granja a la mesa”. A través de medidas como esta, es posible actuar cuando se detecta un riesgo alimentario. El último informe de la Comisión Europea revela que la puesta en práctica del RASFF ha permitido “evitar o reducir muchos riesgos alimentarios”. Pero, ¿cómo se aplican este tipo de medidas? En este artículo se explica el funcionamiento de un sistema eficaz de normas de seguridad alimentaria, las actuaciones del RASFF en 2011 y cómo se actuó en la crisis de Fukushima.

En el año 2011, según el informe que acaba de presentar la Comisión Europea en función de los resultados del RASFF, se «transmitieron 9.157 notificaciones relacionadas con incumplimientos de la legislación alimentaria, de las cuales 617 eran riesgos graves». La mayoría de incidentes detectados hacen referencia a alimentos, mientras que un grupo más reducido se refiere a piensos y a materiales en contacto con alimentos. Las alertas más comunes son la presencia de aflatoxinas en piensos y frutos de cáscara y la presencia y migración de sustancias químicas de utensilios de cocina procedentes de China.

Sistema eficaz de normas de seguridad alimentaria

Identificar y eliminar los riesgos son los objetivos del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la UE. Con herramientas de este tipo se ha podido hacer frente a crisis alimentarias, como la registrada a consecuencia del accidente nuclear de Fukushima y el brote de Escherichia coli en pepinos alemanes, según afirma John Dalli, comisario de Salud y Política de Consumidores. En la mayoría de los casos, cuando se detecta un problema en las fronteras europeas, se informa al país exportador de la incidencia para que aplique medidas de corrección. Si el problema persiste, las medidas son más severas, como el bloqueo de las exportaciones o mayores controles.

En función de la gravedad del riesgo, las notificaciones se clasifican en alerta, información o rechazo.

  • Notificación de alerta. Se envía cuando un alimento, pienso o material en contacto con alimentos presenta un riesgo grave y precisa una acción rápida. A menudo, se toma como medida la retirada del producto. La notificación tiene como objetivo informar a los países para que verifiquen si el producto en cuestión está en su mercado y puedan así tomar las medidas necesarias.

  • Notificación informativa. Se refiere a un riesgo que no requiere una acción inmediata, bien porque el riesgo no se considera grave o porque el producto en cuestión no está en el mercado en el momento de la notificación.

  • Notificación de rechazo. Esta se debe a la negativa del ingreso en la UE de un alimento, piensos o material en contacto con alimentos por razones de seguridad humana, animal y para el medio ambiente.

Las autoridades sanitarias de cada país pueden tomar las medidas adecuadas para informar a los consumidores de la naturaleza del riesgo, del tipo de alimento implicado y de las medidas que adopten para prevenir, reducir o eliminar ese riesgo.

El RASFF en 2011

En 2011, y por segundo año consecutivo, ha habido un fuerte aumento de las notificaciones sobre residuos de plaguicidas en frutas y verduras. En la mayoría de estos casos, los productos se detienen en la frontera en espera de análisis que corroboren que son seguros. Si no cumplen con la legislación comunitaria, no entran en el mercado. También se han emitido notificaciones sobre metales pesados en alimentos, arsénico o cadmio. En este último caso, se encontró en sardinas procedentes de Marruecos y anchoas de Tailandia.

Según el informe, las notificaciones por la presencia de microorganismos patógenos continúan con la tendencia en aumento de los últimos años, sobre todo de Salmonella en productos de origen animal, como pescado, carne y leche, pero también en fruta y vegetales y, en menor grado, hierbas y especias. También se han emitido alertas por la presencia de Listeria monocytogenes, Escherichia coli, Bacillus cereus, Clostridium botulinum, Campylobacter y norovirus.

Las micotoxinas también han sido un tema de notificación recurrente en 2011. A partir de estas y otras alertas, los expertos trabajan para mejorar el sistema de comunicación y de control, como poner en marcha el iRASFF, «una plataforma de notificación en línea que permita al RASFF actuar con más rapidez y eficacia». También se pretende dar formación específica sobre la investigación de contaminaciones alimentarias y cómo gestionar los brotes.

LA CRISIS DE FUKUSHIMA

En marzo de 2011, un terremoto y un tsunami golpearon la costa este de Japón y ocasionaron graves daños en la planta nuclear de Daijchi, en Fukushima. Como consecuencia, se liberó radiactividad al medio ambiente. Entonces, la Comisión Europea pidió a los Estados miembros, a través del RASFF, que analizaran los niveles de radiactividad en los piensos y alimentos procedentes de Japón. A la vez, solicitó a las autoridades japonesas la aplicación de controles de los alimentos exportados. Estas medidas aún están vigentes y se revisan con regularidad.

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