No todo vale cuando se compran alimentos. La manipulación y colocación adecuada de los productos es importante, si lo que se quiere es estar seguro de su calidad, higiene y valor nutritivo. Saber por dónde empezar y cómo organizar los productos ayuda a conservarlos mejor en las condiciones que precisan. Porque no todos los alimentos son iguales, ni vienen presentados de la misma manera ni necesitan idénticas condiciones de manipulación. No es lo mismo adquirir productos congelados que frescos o envasados. Por ello, conviene conocer cuáles son sus necesidades para que la compra no arruine ni ponga a perder su seguridad. El artículo explica lo que debe hacerse, y lo que no, cuando se compran alimentos.
Por delante, una multitud de estanterías repletas de alimentos y otros productos. En la mano, la lista y el carro de la compra para empezar a llenarlo. Pero no todo vale a la hora de hacerlo, ya que una buena organización es clave para una mayor seguridad de los alimentos que se adquieren. La mayoría de las veces se tienen más en cuenta otros aspectos, como los precios, y no tanto otros detalles que influyen de manera directa en la seguridad alimentaria. Pero es importante ser conscientes de que, en el mismo momento en el que se hace la compra y se adquieren los alimentos, pasamos de ser simples consumidores a convertirnos en manipuladores y, por tanto, en responsables de su seguridad.
Lo que debe hacerse, y lo que no, en la compra de alimentos
Para algunos, adquirir alimentos puede llegar a ser una actividad placentera, aunque una compra eficaz implica mucha planificación y organización. Seguir unas prácticas de manipulación correctas ayudará a adquirir alimentos seguros, tanto cuando se compran como cuando se transportan a casa.
Lo que debe hacerse:
Elaborar una lista. Antes de ir a la compra es recomendable hacer una lista con todo lo necesario. Para ello, ya puede dividirse en los distintos alimentos: los que no precisan frío, los refrigerados y los congelados (debe incluirse también los productos no alimentarios). Si se ordena en la lista, se pueden evitar problemas como la rotura de la cadena del frío.
Seguir un orden. Primero, los productos que no necesitan frío, como conservas o bebidas, latas o los productos que no son alimentos (limpieza, higiene, entre otros); segundo, los alimentos refrigerados como carnes o yogures; y, por último, los productos congelados. Así, la carne o el pescado deben adquirirse después de los cereales y la leche.
Cuando se compran alimentos refrigerados, deberá comprobarse que están debidamente almacenados en las vitrinas y a las temperaturas adecuadas. Para saber que están bien hay que cerciorarse de que los refrigerados están fríos al tacto y los congelados, duros.
Transportar los alimentos congelados en bolsas térmicas indicadas para ello. De esta manera, el alimento aguanta más durante el tiempo que transcurre entre la compra y la llegada a casa, que debe ser el mínimo.
Deben adquirirse los alimentos que se sepa que se tenga intención de consumir.
Lo que no debe hacerse:
No se deben comprar alimentos que tengan un olor extraño, latas con abolladuras o huevos sucios.
No deben adquirirse los productos congelados que tengan escarcha o cristales de hielo.
No mezclar carne cruda con otros alimentos porque sus jugos podrían contaminarlos.
En qué fijarse
Cada pequeño paso que se realiza durante la compra es esencial para la seguridad de los alimentos. Por tanto, es importante tener en cuenta cinco aspectos fundamentales que ayudarán a conseguirlo:
Los distintos tipos de alimentos (crudos y cocinados) no deben estar mezclados, ya que se corre el riesgo de una contaminación cruzada.
Deben controlarse las fechas de consumo preferente y las de caducidad para comprobar que se podrán tomar en el plazo que indican.
Si se usan bolsas reutilizables, debe prestarse atención a su higiene.
Las etiquetas de los alimentos aportan información importante para el consumidor, como la presencia de alérgenos o los ingredientes usados, o cuál es el origen del alimento y en qué condiciones se ha elaborado.
En la compra de pescado, hay que fijarse en que la carne sea firme y brillante y los ojos claros y traslúcidos, nunca hundidos.
El transporte a casa
En el momento de organizar las bolsas para transportar los productos a casa deben seguirse los mismos pasos que en el supermercado. Los alimentos deben estar separados de los productos de limpieza, insecticidas u otros productos no alimentarios. Deben agruparse los que no necesitan frío y los refrigerados y congelados, aislarlos en bolsas isotérmicas. Además, los alimentos como carne cruda, que puede desprender jugos, no deben mezclarse con frutas o verduras. Pueden utilizarse bolsas distintas a fin de separar los alimentos crudos de los que están listos para su consumo y evitar así el riesgo de contaminaciones cruzadas.
El tiempo que transcurre de la compra hasta que se llega al domicilio debe ser el mínimo posible, sobre todo si se han cogido alimentos refrigerados, congelados o calientes. Desde el momento de la adquisición hasta que se llega al hogar debería pasar menos de hora y media. Un producto bien congelado, por debajo de -18 ºC, es poco probable que se descongele por completo en 90 minutos. Esto es importante sobre todo durante los meses más calurosos, cuando las temperaturas pueden echar a perder los alimentos que requieren frío, porque propician la multiplicación de bacterias. Respetar la cadena de frío es fundamental en estos casos.