Cocinar rosquillas caseras

Este postre de fácil elaboración es una buena manera de iniciarse en el mundo de la repostería
Por EROSKI Consumer 27 de enero de 2010
Img rosquillas
Imagen: Daniel Lobo

Las rosquillas se elaboran con una pasta de masa frita u horneada que se caracteriza por una textura semiesponjosa. Sus principales ingredientes son la harina, el azúcar, la levadura, el aceite de oliva y los huevos, además de los toques personales propios de quien las cocina, como ralladura de limón, de naranja, unos granos de anís, un toque de aguardiente y un chorro de vino dulce u otro licor.

Imagen: Daniel Lobo

Algunas recetas más clásicas requieren como ingredientes polvos de gaseosa y claras de huevos batidas a punto de nieve. Así se consigue una masa esponjosa que, una vez cocinada, aporta mayor ligereza. Las versiones más modernas utilizan levadura, mientras que otras recetas indican la cantidad de huevos y de harina, que se deben añadir poco a poco. Como referencia, se utiliza un huevo por cada seis cucharadas de harina.

Los primeros pasos

La masa de las rosquillas debe ser suave y manejable

Para preparar las clásicas rosquillas, se bate en un cuenco un huevo con un pequeño chorro de anís o cualquier otro aroma. Se añade el azúcar y la ralladura fina de un limón o una naranja (sólo la parte de color, ya que la parte blanca amarga). Después se agrega la harina despacio -sin olvidar la referencia de un huevo por cada seis cucharadas de harina-, la levadura o los polvos de gaseosa, en función de la receta.

Otra opción es mezclar la masa con las claras a punto de nieve, un huevo y tres cucharadas soperas de aceite. En cualquiera de los casos, el resultado debe ser una masa suave y manejable. Se amasan todos los ingredientes, se tapa con un paño y se deja reposar unos minutos. Con estas cantidades se pueden elaborar unas 40 rosquillas.

Dar forma y aroma

Para conseguir la forma característica de las rosquillas hay dos métodos. Uno de ellos consiste en cortar la masa en trozos, frotarla con las palmas de las manos hasta formar rollos de cierto grosor y unir ambos extremos. Otra manera de conseguir la forma deseada pasa por cortar en porciones la masa, amasar bolas pequeñas del tamaño de una nuez y perforar el centro.

Cuando ya se han elaborado, se colocan sobre una superficie enharinada o se fríen en una sartén con abundante aceite caliente, que se ha aromatizado antes. Para aromatizarlo, es suficiente el aceite de oliva, sin necesidad de que sea aceite de oliva virgen extra. Se vierte en la sartén el aceite, la cáscara de limón o de naranja y, cuando se comience a freír la corteza, ésta se retira.

LA IMPORTANCIA DE LA FRITURA

Aunque algunas recetas aconsejan cocer las rosquillas en el horno, en lugar de freírlas, la receta más tradicional remite a la fritura como la técnica más adecuada para elaborarlas. Se fríen hasta dorarlas por ambos lados. Si no hay demasiado aceite, es preciso freír durante unos dos minutos por cada lado; con una freidora, estarán listas cuando se doren y se alejen del fondo. Entonces se sacan y se dejan reposar sobre un recipiente con papel de cocina, para que absorba el exceso de aceite.

El último paso consiste en espolvorear las rosquillas con azúcar. No hay que agregar el azúcar cuando las rosquillas estén muy calientes ya que el calor lo deshace. Es preferible esperar y, cuando estén templadas, pasarlas por azúcar glass o espolvorear éste en el momento en el que se vayan a consumir.

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