Cómo tratar las quemaduras leves

Para que una quemadura evolucione de forma adecuada, es importante saber cómo actuar y, sobre todo, qué se debe evitar
Por Montse Arboix 30 de septiembre de 2013
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Imagen: Jon Nicholls

Las quemaduras son las lesiones más comunes que ocurren en el hogar. Y para curarlas, desde las primeras referencias escritas que existen hasta hoy, se han utilizado distintos tratamientos basados en discutibles razonamientos, no siempre con buenos resultados. En la actualidad, estas lesiones se tratan como heridas agudas, y la mayoría debería cicatrizar en no más de tres semanas. No obstante, para que este proceso sea un éxito, es fundamental conocer cuáles son los primeros auxilios ante una quemadura, qué tratamiento es el más recomendable y qué signos de alarma indican la conveniencia de consultar con un profesional de salud.

Se estima que en las sociedades desarrolladas las quemaduras tienen una incidencia anual de una lesión por cada 3.000 habitantes. El entorno habitual donde suceden es el domicilio, sobre todo, en el baño y en la cocina. Sin embargo, a los accidentes domésticos les siguen las provocadas por accidentes laborables, de tráfico y las asociadas a actividades de ocio.

Los principales grupos de riesgo son los niños, los ancianos y las amas de casa. Los niños en edad preescolar (hasta los seis años) son los miembros más vulnerables, a pesar de que en esta etapa hay diferencias relacionadas con su desarrollo psicomotor. La mayor incidencia se da entre el primer año de vida y los tres, momento en el que desarrolla el movimiento y la curiosidad y hay un desconocimiento total del peligro, lo que les hace víctimas frecuentes de quemaduras en la cocina o mediante metales calientes, entre otros accidentes. De la misma manera, los ancianos, por su vulnerabilidad, disminución de la sensibilidad y reflejos, son uno de los colectivos con mayor riesgo de sufrir una lesión.

Cómo reconocer si es una quemadura leve y se puede curar en casa

En caso de quemadura leve, lo primero es refrigerar la lesión con agua a temperatura ambiente durante varios minutos
La mayoría de los accidentes domésticos donde se producen quemaduras son leves, sobre todo, escaldaduras. Pero, ¿cómo reconocer si es una quemadura leve y se puede curar en casa? Según Xavier Teixidó y Josep M. Petit, enfermeros asistenciales y docentes de la Unidad de Quemados del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, es «complicado definir ‘leve’, ya que influyen multitud de factores, además de la herida en sí. No es lo mismo una lesión en un adulto que en un niño o un anciano. O si se padece una enfermedad, por ejemplo: una quemadura en una persona con diabetes nunca se puede considerar como trivial», concretan.

A modo práctico, se podría definir como leve «cualquier quemadura solar, siempre y cuando no haya fiebre, o cualquiera más profunda, pero que no tenga una extensión más grande que la que cubriría una palma de la mano, y que no estuviera localizada en zonas especiales, como la cara, las articulaciones, los genitales o las manos», especifican estos expertos.

Primeros auxilios ante una quemadura

En caso de quemadura leve, lo primero que aconsejan estos especialistas es refrigerar la lesión, con agua a temperatura ambiente durante varios minutos. Si está provocada por la exposición solar, con la aplicación de crema hidratante a demanda será suficiente. Si se aprecia que se desprende alguna capa de la piel, se aplica algún apósito.

El resto de días, hasta su curación total, hay que conservar la herida limpia con agua y jabón y seguir tapándola con las menores manipulaciones posibles. Y, muy importante, aclara Teixidó, «es mantener la zona afectada en reposo«. El dolor asociado se controla con estas medidas y con analgésicos de venta libre. Pero si no fuera suficiente, se aconseja acudir al médico.

Las quemaduras son lesiones agudas que en el momento de producirse quedan esterilizadas, por lo que el uso de antibióticos no son aconsejables

Sin embargo, no solo es importante qué se aplica en el lecho de la herida. Es fundamental saber qué no hay que hacer para no entorpecer su curación. A esta cuestión, Teixidó es tajante: ni hielo, ni productos que enmascaren la lesión, ni productos «milagrosos». «Las quemaduras son lesiones agudas que en el momento de producirse quedan prácticamente esterilizadas, por tanto, el uso de antibióticos, y menos sin receta médica, no son aconsejables. Tampoco la aplicación en los primeros momentos de productos que no dejarían ver la herida. Más adelante, manteniéndola limpia y sin manipular en demasía es suficiente», explica.

Ante el uso o abuso habitual que hay de las cremas antibióticas para cualquier quemadura, hay quien se pregunta si es fácil que estas lesiones se infecten. Pero, Teixidó responde con un categórico «no», todo lo contrario. «En las quemaduras de primer grado no existe herida en sí, al estar afectada solo la primera capa de la piel, la epidermis. Por tanto, no tendremos puerta de entrada de los gérmenes y no se desarrollará en ningún caso infección«, aclara. Cuando hay lesiones más profundas, la infección puede surgir si no se manipula de manera correcta aunque, puntualiza, «no hay que obsesionarse; son lesiones agudas que si no se complican, evolucionan bien en la mayoría de los casos».

Cuándo hay que acudir a los servicios médicos

Pero, entonces, ¿cuándo hay que acudir a los servicios médicos? Los expertos recomiendan siempre que se cumplan los criterios antes descritos: cualquier quemadura en niños o ancianos, o en personas que padezcan alguna enfermedad previa o cuando la herida esté en alguna localización especial. También requieren de evaluación por parte de un profesional todas las de origen químico o eléctrico. Y, muy importante, siempre que se tenga alguna duda.

Para que sea fácil, Teixidó y Petit ofrecen, a modo de recordatorio, qué hay que tener en cuenta:

  • Cualquier quemadura solar debería estar totalmente resuelta en una semana.
  • Las quemaduras con pérdida de parte de la piel deben estar cerradas por completo entre dos y tres semanas.
  • Los signos de alarma de una mala evolución serían: fiebre (más de 38 grados y habiendo descartado cualquier otro foco), existencia de pus maloliente o estancamiento de la curación (alargamiento de los tiempos indicados).

Siempre que aparezcan estos signos, se hace necesario que la herida sea valorada por un profesional sanitario.

Diferenciar los tipos de quemaduras

Las quemaduras se clasifican de dos maneras: por su profundidad (o grados) o por la causa que la provoca (lesión térmica, química, radioactiva, solar, eléctrica o por congelación, que comportan complicaciones específicas asociadas). En cuanto a la profundidad, hay tres grados: de primer, segundo y tercer grado. Estas últimas son las que revisten mayor gravedad y necesitan atención médica urgente, ya que pueden resultar mortales. Esta clasificación la determina la extensión y el daño sufrido por los tejidos afectados.

Las quemaduras de primer grado, que son las menos graves, se dan en la capa más externa de la piel (epidermis), que responde con un enrojecimiento (eritema), inflamación y dolor de leve a moderado.

Las quemaduras de segundo grado se dividen, a su vez, en superficiales y profundas. Las superficiales afectan a toda la epidermis, pero dejan intacta la dermis. Su signo más particular es la ampolla o flictena, junto con coloración rosada y brillante y una gran exudación. Muy dolorosas, dejan ligeras alteraciones en la coloración de la piel que desaparecen con el tiempo. Las profundas dañan la dermis, y las terminaciones sensitivas superficiales están destruidas, por eso son menos dolorosas que las superficiales. La superficie de la lesión es de color rojo pálido o blanquecino. A veces, surgen flictenas. Una vez cicatrizadas, dejan secuelas funcionales y estéticas. A menudo, el tratamiento quirúrgico es el que mejores resultados aporta.

Por último, las quemaduras de tercer grado implican una destrucción total de la piel hasta alcanzar tejidos musculares, tendones, vasos sanguíneos y huesos. Su característica principal es una lesión negra y dura (escara). No tienen sensibilidad en su superficie (anestesia), aunque sí duelen los tejidos circundantes. De evolución muy lenta, dejan secuelas importantes, incluso psicológicas.

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