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Cerebro infantil: dinámico y moldeable
El cerebro infantil está en constante desarrollo y transformación. Y es durante los primeros años de vida cuando se sientan las bases para todas las funciones cognitivas, emocionales y sociales del menor.
- A los 18 días de vida fetal, comienzan a formarse las estructuras básicas del sistema nervioso, y poco antes de nacer el bebé, ya está completamente desarrollado.
- En los tres primeros años, vive la etapa de mayor plasticidad cerebral: adquiere y mejora habilidades motoras finas y gruesas como gatear o caminar, el lenguaje y la cognición.
- Y a partir de los 3 años, el neurodesarrollo va más lento, pero se centra en el dominio del lenguaje, que ayudará al menor a entender su entorno.
La genética desempeña un papel fundamental en la formación y funcionamiento del cerebro, así como los neurotransmisores y las hormonas. Pero a estas edades las experiencias que viven, tanto positivas como negativas, y los diversos factores ambientales (nutrición, estrés, tóxicos, infecciones) que les rodean tienen un impacto significativo.
Así, cada vez más científicos hablan de que lo que está pasando en el medio ambiente tiene efectos negativos en el cerebro infantil. Por ejemplo, investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) demuestran que la contaminación del aire puede afectar a la conectividad cerebral y, por tanto al rendimiento cognitivo, o que las temperaturas extremas (calor o frío) provocan un retraso madurativo de la materia blanca del cerebro (peor función cognitiva y determinados problemas de salud mental).
Qué es bueno para el desarrollo del cerebro de un niño
Sin embargo, los neurólogos prefieren fijarse en otros aspectos en los que los padres y las madres de las criaturas pueden actuar con más margen de maniobra. Estas son las diez recomendaciones de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP) de cara a proteger y estimular el cerebro infantil:
✔️ Alimentación adecuada
Una alimentación rica en nutrientes esenciales es vital, y no solo durante la infancia. Los expertos destacan que en el embarazo es importante el consumo de alimentos fuente de omega 3 y el suplemento de ácido fólico. Además, por supuesto, desaconsejan el alcohol y el tabaco.
Y ya de niños, confirman que hay una dieta fundamental para la formación de las estructuras cerebrales y del correcto funcionamiento de los neurotransmisores. ¿Cuál? La compuesta por frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables (como las del pescado azul). Tanto en la alimentación complementaria de los bebés, como más adelante, debería limitarse —o evitarse— el consumo de alimentos ultraprocesados y con azúcares añadidos.
✔️ Juego interactivo

El juego ayuda al desarrollo cognitivo, la psicomotricidad, la coordinación y protege la salud mental: en definitiva, es una herramienta clave en el desarrollo cerebral. De aquí que los neurólogos inviten a los progenitores a favorecer en sus hijos actividades que fomenten la exploración, la curiosidad, la resolución de problemas, así como la interacción social. ¿Cómo? Para contribuir a la formación de nuevas conexiones neuronales también sirven acciones tan sencillas y cotidianas como hablar con los niños, leerles cuentos, cantarles y proporcionarles un entorno rico en experiencias sensoriales y motoras.
✔️ Sueño reparador
Durante el sueño, el cerebro procesa la información del día, consolida el aprendizaje y se recupera. Pero si no es de calidad, estos beneficios no se logran: tampoco en los niños y niñas. Crear un ambiente propicio para el descanso, libre de pantallas o con las luces adecuadas, por ejemplo, y establecer horarios de sueño regulares figuran dentro del decálogo de la higiene del sueño infantil.
✔️ Ambientes seguros y amorosos
El abuso verbal (culpar, insultar, regañar, amenazar, gritar…) altera el físicamente el desarrollo cerebral de los peques, como confirman últimamente los expertos. Y es que los niños y niñas necesitan sentirse seguros y queridos, una práctica que “no se debe confundir con la sobreprotección”, advierten los neurólogos.
Por eso, un entorno familiar estable y el apego seguro con sus cuidadores fomenta un desarrollo emocional sano que, a su vez, impacta positivamente en la arquitectura cerebral del menor. En cambio, el estrés crónico le perjudica, por lo que es importante minimizarlo y proporcionar herramientas para gestionarlo.
- Álvaro Bilbao (neuropsicólogo): “El cariño es el principal factor nutricional del cerebro de los niños”
✔️ Actividad física y deporte
El ejercicio regular beneficia a todo el cuerpo, y de manera especial al cerebro. La actividad física en los menores mejora el flujo sanguíneo cerebral, promueve el crecimiento de nuevas neuronas y optimiza la función cognitiva. Los escolares que hacen ejercicio son más inteligentes y rinden más académicamente, según estudios recientes como los que se hacen en el proyecto «Active Brains» de la Universidad de Granada.
✔️ Interacción con otros niños de su edad

Los peques necesitan de sus padres, y de sus iguales desde edades tempranas. La ausencia de relaciones sociales afecta al ánimo y la conducta de los niños en desarrollo, mientras que la interacción con otros menores permite el desarrollo de habilidades cognitivas como el lenguaje y la psicomotricidad.
✔️ Escolarización
Y dónde mejor que interactuar con otros peques que en la escuela, además de la familia, el parque, los amigos…. “La escolarización proporciona un entorno estructurado que estimula el aprendizaje continuo, la socialización, el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales”, comentan desde la SENEP.
✔️ Limitación del tiempo de pantallas
No solo en el descanso. Un uso excesivo de pantallas interfiere con otras actividades más beneficiosas para el desarrollo del cerebro infantil como el juego interactivo, la lectura, la relación con otros niños… De ahí que sea fundamental poner límites y supervisar los contenidos a los que acceden; y en el caso de los más pequeños, se recomienda evitarlas por completo. Eso sí, los especialistas reconocen que las tecnologías digitales pueden tener un papel educativo y de ocio.
✔️ Prevención de lesiones y protección física del cerebro
Mover con brusquedad al recién nacido, una caída, un accidente de tráfico, un golpe… pueden causar un fuerte impacto en la cabeza del niño y, por tanto, en su cerebro. De hecho, este órgano vital es especialmente vulnerable a los traumatismos.
¿Cómo prevenirlos? Los profesionales de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica insisten en que es vital concienciarse sobre el síndrome del bebé zarandeado en los primeros meses de vida y usar sistemas de retención infantil (SRI) en el coche o casco al ir en bicicleta o patinete, además de fomentar hábitos de juego seguro.
✔️ Detección precoz de alteraciones del neurodesarrollo
Ante la sospecha de un retraso en el desarrollo del lenguaje, una escasa interacción social o la falta de respuesta al nombre en el peque, es fundamental consultar al pediatra o a un especialista en neurología pediátrica. “Observar y actuar ante señales de alarma permite una intervención temprana que mejora significativamente el pronóstico”, aseguran en la SENEP.