La alimentación del espeleólogo

La espeleología exige importantes esfuerzos musculares en condiciones de temperatura y humedad especiales
Por EROSKI Consumer 24 de agosto de 2004

La espeleología, hasta hace poco tiempo, no estaba considerada una práctica deportiva, si bien su nivel de exigencia física y mental es en muchos casos superior al de otros deportes.

La protección de los alimentos

La práctica de la espeleología exige al deportista realizar esfuerzos de gran intensidad a bajas temperaturas, normalmente de 2 a 5ºC, y bajo niveles importantes de humedad. Esto supone que los alimentos que porta el espeleólogo han de estar separados por raciones de consumo, además de poseer una buena protección y embalaje, para que además de conservarse correctamente en dichas condiciones ambientales, sean capaces de resistir choques y golpes sin deteriorarse.

Desayuno, marcha y cena

Por lo general en la espeleología, la alimentación consta de un desayuno, una serie de alimentos que se consumen a lo largo del día y la cena. Durante una jornada deportiva, el espeleólogo consume alrededor de unas 3.500 calorías, de las cuales aproximadamente 2.000 están presentes durante las comidas del día, es decir el desayuno y la marcha, y el resto, unas 1.500 están contenidas en la cena.

De las 2.000 calorías que se consumen en el desyuno y la marcha, aproximadamente el 65 % las aportan los hidratos de carbono, del 25 al 30 % las grasas, mientras que las restantes, sobre un 10 % aproximadamente son aportadas por las proteínas. Para poder cumplir estos requisitos energéticos y nutricionales, es útil que tanto el desayuno como las ingestas que tienen lugar durante el día estén compuestas de alimentos de alto poder energético y ricos sobretodo en hidratos de carbono y grasas. Algunos de los alimentos de los que podrían constar estas tomas son las galletas, los frutos secos, el azúcar, los bombones, el chocolate o la leche condensada con azúcar, que aporta cantidades importantes de energía en pequeñas porciones de alimento.

La composición nutricional de la cena es muy diferente a la de la alimentación que tiene lugar el resto del día. De hecho, un 55 % de las calorías que contiene la cena se deben a la presencia de grasas, el 30 % aproximadamente a los hidratos de carbono y el resto a las proteínas. Es habitual que esta cena se componga de alimentos más variados que los consumidos hasta ese momento, como por ejemplo jamón, crema de queso, platos de pasta o arroz precocidos, galletas…

De este modo, el espeleólogo puede disponer de alimentos que le proporcionen toda la energía y nutrientes que necesita para llevar a cabo el intenso esfuerzo que supone la realización de este deporte.

Aporte de vitaminas

El deporte de la espeleología exige permanecer durante largos periodos de tiempo en la oscuridad, por lo que al regresar a la superficie es posible que aparezcan molestias o problemas visuales, sobre todo relacionados con la distinción de los colores. Por ello, es importante que en la dieta del espeleólogo esté presente una cantidad importante de vitamina A.

Los alimentos ricos en esta vitamina como la mantequilla o las verduras, no se incluyen en las expediciones debido a la imposibilidad de consumirlos y conservarlos, por lo que el espeleólogo ha de aportar a su organismo una cantidad extra de vitamina A sintética, cantidad que ha de ser la recomendada por su médico.

 

 

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