Niños hiperactivos: cómo reconocerlos a tiempo

La hiperactividad infantil puede mitigarse e incluso es posible eliminar sus consecuencias si se descubre a tiempo
Por Cristian Vázquez 25 de abril de 2013
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Imagen: iluvcocacola

Uno de cada 20 niños es hiperactivo en España. Los tratamientos para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) pueden reducir de forma significativa sus consecuencias negativas, si se detecta pronto. Pero esto a menudo no ocurre. Este artículo explica cómo descubrir a tiempo la hiperactividad en los hijos y cuáles son sus señales. También apunta las ventajas de aplicar un tratamiento de forma temprana.

Cómo reconocer a un niño hiperactivo

En términos técnicos, los niños «inquietos», «traviesos» o señalados como «hiperactivos» padecen el llamado trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), una dolencia infantil que combina «falta de atención, hiperactividad e impulsividad». Así lo define el Protocolo de Coordinación del TDAH, publicado por la Consejería de Salud de Castilla y León.

Esas tres señales que componen el trastorno se manifiestan, a su vez, de diversas maneras. La Asociación Americana de Psiquiatría ha creado un listado de características, de las que deben cumplirse al menos una docena -y durante al menos un semestre- para poder determinar la existencia del trastorno infantil de hiperactividad.

  1. Falta de atención

    Algunos de los síntomas relacionados con la falta de atención son los siguientes: dificultad para mantener la atención en las actividades o profundizar en los detalles, no escuchar cuando se habla con el niño o no seguir las instrucciones que se le han dado para una tarea.

    Este tipo de pequeños, además, tienen problemas para seguir las conversaciones y evitar las que requieren un esfuerzo mental sostenido, olvidan las actividades diarias, pierden objetos y se distraen con mucha facilidad ante los menores estímulos.

  2. Hiperactividad

    Entre las señales de hiperactividad en niños, por su parte, se encuentran la intranquilidad, levantarse del asiento cuando deberían permanecer sentados o moverse de un sitio a otro cuando tendrían que estar quietos. Además, los menores hiperactivos tienen dificultad para jugar de un modo tranquilo y hablan mucho.

  3. Impulsividad

    La impulsividad en los pequeños hiperactivos se expresa en la tendencia de responder antes de que terminen de formularle una pregunta, no poder esperar su turno para hablar o actuar e interrumpir o molestar a los otros niños.

    Los niños hiperactivos no escuchan cuando se les habla, interrumpen y les cuesta atender en el colegio

    Como consecuencia de estos comportamientos, los menores hiperactivos son reprendidos y castigados con mucha frecuencia, sufren altas tasas de fracaso escolar y muchas veces son rechazados por sus compañeros. Todo ello atenta contra su autoestima. Y, de mayores, los problemas se manifiestan como problemas para establecer vínculos sociales.

Tratamiento temprano de la hiperactividad infantil

Si bien un niño hiperactivo no se cura, sí es posible mitigar o incluso eliminar sus síntomas. Y para ello, lo idóneo es aplicar un tratamiento lo antes posible. Sin embargo, los expertos coinciden en que no se puede diagnosticar el transtorno por hiperactividad infantil hasta los cinco o seis años de edad.

Los niños hiperactivos sufren reprimendas y castigos frecuentes, que perjudican su autoestima

La Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad afirma que en la mayor parte de los casos -en función del tiempo de evolución del trastorno sin tratamiento-, se pueden evitar las limitaciones en el rendimiento escolar y en la percepción de sí mismo y del entorno, el desarrollo de la competencia social.

En resumen, un diagnóstico precoz posibilita una educación coherente por parte de los padres, la transmisión de valores positivos y estabilidad familiar. Además, aporta el conocimiento por parte de los profesores y adaptación de las actividades educativas y la colaboración entre los padres y la escuela.

Por el contrario, las consecuencias de un diagnóstico tardío son el fracaso escolar, una educación demasiado permisiva o demasiado severa, desavenencias y hostilidad entre los padres, problemas de salud en el niño y, en los casos más graves, precedentes familiares de alcoholismo, conductas antisociales u otros trastornos mentales.

Hiperactividad infantil, en datos

Según diversas investigaciones realizadas en diferentes países, el trastorno por hiperactividad en niños afecta a entre el 2 y el 7 % de la población infantil. En España lo sufren el 5% de los pequeños, según la doctora Isabel Hernández-Otero, coordinadora del Proyecto Pandah, un grupo de trabajo creado para mejorar la calidad de vida de las personas hiperactivas. Sin embargo, un 2% de los casos todavía está sin diagnosticar.

Un estudio reciente reveló que las familias españolas que conviven con un niño hiperactivo padecen más estrés con la vuelta al colegio. La investigación analizó a 1.400 familias -con y sin el trastorno- de España, Francia, Italia, Holanda, Gran Bretaña y Canadá. Los resultados indicaron que en nuestro país el grado de estrés fue el más alto, debido a que es aquí donde los padres pasan más tiempo con sus hijos.

Pero la hiperactividad no es un problema exclusivo de la infancia, ya que afecta al 8% de los adultos. Un pequeño que padece este problema tiene un 80% de probabilidades de seguir sufriéndolo durante su adolescencia, y entre un 30 y un 65% de que se prolongue hasta su adultez.

En España, unas 110.000 personas (de todas las edades) reciben un tratamiento por hiperactividad, según un dato proporcionado por Fulgencio Madrid, presidente de la Federación de Asociaciones de Hiperactividad. Es decir, apenas un 0,23 % de la población total.

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