Como cada año, a finales de junio o en los primeros días de julio empiezan las rebajas. Antes, la tendencia era consumir de forma algo descontrolada, a veces comprar por comprar, por el simple hecho de que el artículo era barato. Hoy la situación ha cambiado y la mayoría de las personas utiliza esta época de descuentos para adquirir cosas de verdad necesarias y aprovecha la bajada de precios para satisfacer las necesidades inminentes y anticiparse a las futuras. Los comercios, por su parte, ven en estas promociones una forma de cuadrar las cuentas de un año que no se ha caracterizado por un gasto excesivo. Como cada temporada, los consumidores deben saber que sus derechos son los mismos que durante el resto del año y que cuentan con medios para reclamar si los establecimientos incumplen la ley.
Rebajas bajo el signo de la crisis
Con la crisis, el consumo de los ciudadanos se ha reducido de manera notable. Si al principio de la recesión se hizo un llamamiento a la compra como forma de mejorar la economía, hoy la tendencia es al ahorro. Del consumismo que durante un tiempo dominó a una parte de la sociedad, se ha pasado a la adquisición de productos de forma meditada. Hace unos años era frecuente ceder a los caprichos y comprar fuera del periodo de rebajas, pero hoy en día los españoles esperan a que lleguen los descuentos de invierno y de verano para hacerse con un producto, aunque tengan que pasar meses hasta que lo consigan.
Encuestas recientes señalan que más de la mitad de los entrevistados no comprará durante las rebajas de verano
Se confía en que estas rebajas ayuden a afrontar la caída en las ventas que ha sufrido el sector durante la primavera, porque la crisis ha afectado de forma muy negativa al consumo. Más de cinco millones de españoles están en paro, los ingresos se han reducido de manera cuantiosa y por eso cada vez es más habitual considerar que los artículos que antes eran necesarios hoy son prescindibles. A esto se suman las malas noticias económicas con las que cada día se abren los informativos, que generan gran incertidumbre en el futuro del país y que hacen que en los ciudadanos haya calado la austeridad como modo de vida. Incluso las personas con una posición media, trabajo más o menos asegurado e ingresos regulares han disminuido el número y el importe de las compras que realizan.
La situación ha llegado a tal punto que encuestas recientes señalan que más de la mitad de los entrevistados no comprará durante las rebajas de verano. Quienes tienen la intención de adquirir algún producto se han esperado a la época de descuentos para hacer sus compras, en vez de realizarlas en la primavera. Si antes de la crisis en las rebajas de verano se llevaba a cabo el 10% de las ventas, en la actualidad este porcentaje se eleva al 20%. Los ciudadanos ya no están dispuestos a adquirir productos que unas semanas después cuesten la mitad.
Descuentos y ofertas todo el año
Esta nueva manera de actuar ha provocado que los comercios se vean casi obligados a hacer descuentos a lo largo del año en forma de ofertas, promociones, días especiales, jornadas sin IVA… No son rebajas porque estas están sujetas a unos plazos, a un número determinado de productos con descuento o a una temporada concreta: ciertos meses de invierno y de verano.
La ley prohíbe de manera expresa ofertar como rebajados artículos que estén deteriorados
Para los comercios, la llegada de las rebajas será positiva porque podrán dar salida a artículos que hasta ahora tenían estancados. Mucha gente espera a este momento para comprarse el bañador, las sandalias o los artículos propios de verano. Según señalan los expertos en el sector, los comercios, sobre todo los pequeños, tienen ya poca liquidez y, con la bajada de precios, podrán vender y con ello hacer frente a sus compromisos con proveedores, trabajadores o pagar el alquiler del local.
Qué son las rebajas
- Según fija la Ley del Comercio Minorista, se entiende que hay rebajas cuando los artículos se ofertan a un precio inferior al fijado antes de dicha venta. No cabe calificar como rebajas la comercialización de productos no puestos a la venta en condiciones de precio ordinario con anterioridad, así como la de los productos deteriorados o adquiridos con objeto de ser vendidos a precio inferior al habitual.
Una de las principales diferencias con otro tipo de promociones es que las rebajas solo pueden tener lugar como tales en dos temporadas anuales: una a principios de año, y la otra, en torno al periodo estival de vacaciones. La duración de cada época de rebajas será como mínimo de una semana y como máximo de dos meses, de acuerdo con la decisión de cada comerciante, dentro de las fechas concretas que fijarán las comunidades autónomas.
Los derechos no se rebajan
Para que un artículo pueda ofrecerse como rebajado tiene que haber estado a la venta en ese establecimiento al menos durante un mes. A veces da la sensación de que algunos comercios sacan las prendas de manera específica para las rebajas,ya que los clientes no los habían visto antes allí. Esto no está permitido. Tampoco podrán haber sido objeto de práctica de promoción alguna en el curso del mes que preceda a la fecha de inicio de la venta en rebajas.
Al menos la mitad de los productos deben tener un precio más bajo. Estos artículos deben estar separados del resto o señalizados. A veces llevan etiquetas de otro color llamativo, como el naranja, y, en otras ocasiones, los que no están rebajados se sitúan junto a un cartel de «nueva temporada».
La calidad de los artículos tiene que ser la misma que antes de las rebajas, no puede ser inferior porque cuesten menos dinero. Los productos defectuosos, los de otras temporadas o aquellos que hayan perdido su valor de mercado por el desuso u obsolescencia son saldos. No se les puede catalogar como rebajas, ya que la ley prohíbe de modo expreso ofertar como rebajados artículos que estén deteriorados.
En las etiquetas debe aparecer con claridad lo que costaban antes y el precio actual o, de lo contrario, incluir el porcentaje de descuento. Es decir, en una prenda puede poner 30 euros y después con una pegatina, 15 euros o bien 50%.
Como ocurre durante el resto del año, es importante exigir y conservar el tique de compra porque es el documento que demuestra qué producto se ha comprado, en qué establecimiento y con qué fecha. Sin él sería muy complicado hacer una devolución o presentar una reclamación si fuera necesario.
Durante las rebajas, es posible que algunos comercios modifiquen las condiciones de compra. En este tiempo pueden no permitir el pago con tarjeta de crédito, no aceptar devoluciones o establecer un periodo más corto para realizar un cambio. De acuerdo a la ley pueden hacerlo, pero deben indicárselo a sus clientes de forma muy clara (por ejemplo mediante carteles visibles en la caja) para que se perciba de manera inequívoca.
Al igual que ocurre durante el resto del año, cuando un artículo tenga algún defecto, el comprador podrá solicitar la devolución de su dinero sin tener por qué aceptar a cambio un artículo igual, otro producto de la tienda o un vale del establecimiento.
La garantía de los bienes comprados durante las rebajas es la misma que en otras épocas del año, pues la ley se aplica con independencia del momento en que se realice la compra. Para los bienes de carácter duradero el periodo de garantía es de dos años.
Ante cualquier problema en un comercio, el usuario puede pedir la hoja de reclamaciones. Todos los establecimientos públicos tienen la obligación de contar con estos libros en los que el consumidor deja por escrito su queja.
También es posible recurrir al arbitraje, si el local está adscrito a este procedimiento, similar a un juicio pero sin necesidad de recurrir a abogados o procuradores. Es gratuito para el cliente y para el comerciante y dirime de forma rápida los problemas entre ellos.
- Anticipación.
Antes de salir de compras es importante saber qué se necesita de cara a las rebajas. Pueden ser artículos para el verano, pero también productos que ahora están más bajos de precio y que subirán cuando acabe este periodo. Aunque el otoño parezca hoy muy lejano, los niños y los adultos volverán a necesitar ropa que durante las rebajas estará más barata y que no es solo estival: pantalones, zapatillas, camisas. También es el momento de adquirir electrodomésticos o equipos electrónicos como ordenadores, impresoras, que, al finalizar el verano, volverán a costar más dinero.
Presupuesto.
Conviene apuntar el listado de artículos que el consumidor quiere adquirir y poner un límite de gasto. De esta forma, evita hacerse con productos que no necesita y llegar a casa con infinidad de cosas que ha adquirido por el simple hecho de que eran baratas. Si se quiere respetar este tope, se puede salir de casa solo con el dinero máximo que utilizará y dejar en casa las tarjetas u otros medios de pago.
Comparar.
Antes de decantarse por un artículo, quien tenga tiempo puede comparar su precio en varios comercios. Se puede echar un vistazo a las ofertas de cada tienda a través de Internet para hacerse una idea de lo que cuesta cada producto y, después, adquirir el que sea más barato, bien en la tienda física o a través de la web. Para comparar bien es importante que el producto sea idéntico o de calidad similar. Un modelo concreto de libro electrónico o de televisor puede estar mucho más rebajado en una tienda que en otra, o unas sandalias de una marca determinada pueden ser más caras en cierto establecimiento. Comparando se puede ahorrar bastante dinero, también en rebajas.