La limpieza y drenaje de una herida infectada resultan determinantes para conseguir su curación, con independencia del antibiótico que se utilice para combatir la presencia de bacterias, tal como indica un estudio en niños llevado a cabo por investigadores del Centro Infantil Johns Hopkins, en Estados Unidos, y publicado en el último número de la revista «Pediatrics».
Esta investigación, en la que participaron casi 200 niños, estaba inicialmente enfocada a comparar la eficacia de dos antibióticos utilizados de forma habitual para tratar infecciones en la piel, la cefalexina y la clindamicina, que han demostrado funcionar bien contra las bacterias más resistentes a fármacos. Sin embargo, los autores del estudio observaron que la clave de la curación estaba en el cuidado de las heridas más que en la selección de uno u otro antibiótico.
«No importó el antibiótico utilizado», señaló el principal investigador del estudio, Aaron Chen, ya que con ambos fármacos las infecciones se superaron en una semana. En cambio, «cuando se limpiaba bien la zona afectada, se realizaba un drenaje y se vendaba bien, la curación era más rápida», explicó. El cuidado de las heridas infectadas en la piel era suficiente en la mayoría de casos, si bien en los últimos años «hay médicos que comienzan a prescribir antibióticos de forma preventiva», recordó Chen.
Los autores del trabajo están satisfechos con los resultados de esta investigación porque el uso de antibióticos «puede tener efectos secundarios graves», al tiempo que «aumenta el coste asistencial» en estos casos. En concreto, los 191 niños que participaron en este estudio tenían entre seis meses de edad a 18 años, de los cuales 133 se habían infectado con el «staphylococcus aureus» resistente a la meticilina (SARM), mientras que el resto mostraban una infección por otras bacterias no resistentes.