Ashwagandha, el suplemento de moda: ¿remedio eficaz o peligroso para la salud?

Es uno de los suplementos de moda desde la pandemia y se le atribuyen infinidad de beneficios para la salud, pero también se habla de posibles efectos adversos. ¿Es seguro su consumo?
Por Miguel Ángel Lurueña Martínez 6 de octubre de 2025
propiedades de la ashwagandha
La ashwagandha se ha convertido en uno de los suplementos de moda en occidente, sobre todo desde la pandemia, cuando su popularidad se disparó. A esta planta, originaria de India, se le atribuyen infinidad de beneficios para la salud, pero también se habla de posibles efectos adversos. En las siguientes líneas analizamos qué dicen los estudios sobre su eficacia y seguridad.

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La ashwagandha es una planta (Withania somnifera), que también se conoce con muchos otros nombres, como bufera, cereza de invierno o ginseng indio. Procede precisamente de India, donde es una de las hierbas más importantes del ayurveda, el sistema médico tradicional de ese país.

Allí ha sido empleada durante siglos y se le atribuyen innumerables beneficios: se considera que promueve la longevidad y mejora la vitalidad, que reduce el estrés, la ansiedad y el insomnio, aumenta la energía y la resistencia física, mejora la fertilidad, refuerza el sistema inmunitario, alivia la artritis… y muchas cosas más. 

En nuestro entorno comenzó a ser más conocida hace un par de décadas, aunque fue a partir del año 2020 cuando su popularidad creció notablemente. Fue, en buena medida, gracias a las redes sociales donde abundan las publicaciones sobre esta planta: algunas alaban sus presuntos beneficios, especialmente para combatir el estrés, la ansiedad y el insomnio, mientras que otras advierten de sus posibles riesgos. 

¿Qué compuestos activos contiene esta planta?

Muchas personas optan por remedios basados en plantas, atraídas por su origen ancestral, cierto misticismo o por creer que al ser “naturales” son inocuos. Sin embargo, la efectividad y seguridad de un remedio dependen de sus compuestos activos y de su concentración, no de su origen ni antigüedad.

En el caso de la ashwagandha, los principales compuestos bioactivos a los que se asocia su actividad farmacológica son los siguientes: 

  • withanólidos, que son los más importantes y se relacionan con efectos adaptógenos, antiinflamatorios, inmunomoduladores y ansiolíticos. 
  • alcaloides, como la anaferina o la tropina, que se asocian con efectos calmantes. 
  • saponinas, que tienen acción antioxidante. 
  • sitoinósidos, que se relacionan con la reducción del estrés.

¿Cómo se administra la ashwagandha?

Por lo general, lo que se utiliza como remedio terapéutico son extractos obtenidos a partir de la raíz de ashwagandha, que se presentan en diferentes formatos, como píldoras, comprimidos o incluso gominolas. Aunque también se comercializan otras partes de la planta, como las hojas.

efectos adversos de la ashwagandha
Imagen: kiran nagare / iStock

Un problema frecuente en los extractos de plantas es la variabilidad en la concentración de sus principios activos, que puede depender del método de extracción, la parte utilizada, el momento de la cosecha o el fabricante. Esto dificulta conocer con precisión la dosis real de los compuestos activos. Además, algunos extractos pueden contener compuestos no deseados o potencialmente tóxicos, si no se han purificado o estandarizado de forma adecuada.

Por eso, en el caso de la ashwagandha, ha ganado popularidad el KSM-66, un extracto estandarizado y patentado bajo esa marca, que garantiza ciertas características, como un contenido del 5 % de withanólidos y estar obtenido exclusivamente a partir de la raíz y no de las hojas. Este extracto se suele utilizar en muchos de los estudios que investigan los efectos farmacológicos de la ashwagandha.

¿Beneficios o riesgos?

Quienes defienden el uso de la ashwagandha aseguran que aporta beneficios para mejorar el sueño, el estrés, la ansiedad y la función cognitiva, y la califican como un adaptógeno, es decir, que ayuda al cuerpo a adaptarse al estrés físico y mental. 

Además, se le atribuyen otros efectos beneficiosos, como mejora de la función tiroidea y la disfunción sexual, tiene acción antiinflamatoria, ayuda en el control de peso, protege al cerebro del envejecimiento, tiene efecto cardioprotector…

Entre quienes defienden su uso se encuentran algunos profesionales sanitarios, que se apoyan en estudios científicos. Sin embargo, otros profesionales sanitarios, basándose también en estudios científicos, desaconsejan su uso y advierten de sus posibles efectos adversos, entre los que se citan algunos como los siguientes: podría provocar interacciones con medicamentos, alteraciones hormonales y del sistema nervioso central, riesgo para personas con enfermedades autoinmunes y posible daño hepático. 

Entonces, ¿de quién nos fiamos?

Ante esta situación muchas personas no saben a qué atenerse, dado que reciben información aparentemente contradictoria.

En estos casos siempre hay que tener en cuenta que no todos los estudios científicos tienen igual rigor ni validez. Algunos ofrecen un nivel de evidencia mucho más robusto y fiable que otros. 

FP laboratorio
Imagen: jarmoluk

👉 Estudios in vitro

Los estudios in vitro (realizados con células en laboratorio) o los estudios en animales, como los realizados en ratones, proporcionan información preliminar sobre los posibles efectos de una sustancia, pero no se pueden extrapolar directamente a humanos. Estos estudios consisten en observar cómo reaccionan células o tejidos aislados, o cómo responde el organismo de un animal, ante la administración de un compuesto.

👉 Ensayos en humanos

En cambio, los ensayos clínicos controlados aleatorizados en humanos constituyen el nivel más alto de evidencia científica. Estos consisten en asignar al azar a los participantes a diferentes grupos (por ejemplo, un grupo que recibe el tratamiento y otro que recibe un placebo), con el fin de evaluar de forma objetiva y controlada los efectos reales de una sustancia sobre la salud humana.

👉 Revisiones sistemáticas y metaanálisis

Además, hay estudios que se consideran aún más robustos desde el punto de vista metodológico: las revisiones sistemáticas y los metaanálisis. Estos consisten en recopilar y analizar de forma crítica todos los estudios disponibles sobre una determinada intervención (por ejemplo, el uso de ashwagandha para reducir el estrés), siguiendo criterios estrictos. En el caso del metaanálisis, además, se combinan estadísticamente los resultados de varios ensayos clínicos para obtener una estimación global del efecto, lo que aumenta la potencia y fiabilidad de las conclusiones.

En definitiva, son estos últimos estudios, que muestran evidencia sólida, los que deben guiar las decisiones de salud. 

¿Qué nos dicen los estudios robustos sobre la ashwagandha?

Existen ensayos clínicos y metaanálisis que sugieren que la ashwagandha puede ayudar a combatir el estrés y la ansiedad y mejorar el sueño. Pero la mayoría son de tamaño pequeño y con periodos de seguimiento relativamente cortos, así que se necesitan más estudios de alta calidad, con muestras más grandes y a largo plazo, para establecer firmemente tanto su eficacia clínica como su seguridad.

Y es que la mayoría de los estudios disponibles en humanos se han centrado en los posibles beneficios, mientras que los posibles efectos adversos no se han investigado tanto. 

Entre estos últimos se encuentran los que señalamos anteriormente. Podría provocar alteraciones en el sistema inmunitario y endocrino (por ejemplo, podría afectar a hormonas tiroideas, sexuales, cortisol y glucosa en sangre). Además, podría interaccionar con medicamentos y causar daño hepático. Aunque hay que aclarar que la evidencia sobre hepatotoxicidad es limitada y no existe una relación causal clara.

Situación de la ashwagandha en Europa

En Europa no hay una normativa armonizada con respecto a la comercialización y la administración de ashwagandha, así que la situación es diferente para cada país. Por ejemplo, en España se puede comercializar como suplemento alimenticio, mientras que en Dinamarca está prohibida su comercialización porque se considera potencialmente peligrosa para la salud. 

suplemento de ashwagandha
Imagen: Nataliya Vaitkevich

En otros países existen medidas específicas. Por ejemplo, en Polonia, se limita la dosis máxima de withanólidos, mientras que en Francia se han emitido advertencias para grupos vulnerables (embarazadas, menores, personas con problemas tiroideos, hepáticos o cardíacos), lo que ha llevado a exigir etiquetas más estrictas.

En Alemania el Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR) emitió a finales del año pasado una comunicación sobre los riesgos potenciales para la salud asociados al consumo de suplementos que contienen ashwagandha, entre los que se encuentran los ya comentados. 

Entonces, ¿funciona o no?

Los beneficios potenciales de la ashwagandha para la reducción del estrés, la ansiedad y la mejora del sueño cuentan con respaldo preliminar en estudios clínicos, pero es necesario realizar ensayos más amplios y más prolongados para confirmar estos efectos, establecer dosis óptimas de consumo y garantizar la seguridad a largo plazo.

Es decir, dado que la mayoría de los estudios sobre la ashwagandha tienen limitaciones importantes y que no se conocen con certeza sus efectos adversos a largo plazo, especialmente en poblaciones vulnerables, su consumo no debería recomendarse de forma generalizada y debe ser considerado con cautela. Por ello se recomienda consultar a un profesional sanitario antes de tomar ashwagandha y mientras se está tomando para que haga un seguimiento adecuado.

Además, se recomienda que los grupos vulnerables eviten su consumo (niños, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, personas con enfermedades hepáticas o riesgo de sufrirlas). También deben extremar precauciones las personas que se encuentran en situaciones particulares (por ejemplo, quienes toman medicación).  

Descargo de responsabilidad

Este artículo tiene fines informativos y educativos y no sustituye el papel de un profesional de la salud. Consulta siempre a un médico o especialista antes de iniciar la toma de cualquier suplemento o tratamiento.

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