¿Cómo reconocer un huevo en mal estado?
Hay varios trucos para detectar si un huevo no es fresco ni seguro, incluso antes de romperlo
- Autor: Por Marta Chavarrías
- Fecha de publicación: jueves 9 julio de 2015

La calidad del huevo puede verse comprometida por el paso del tiempo y unas inadecuadas condiciones de almacenamiento. Si no se conserva de manera correcta, en especial con respecto a la humedad (no debe ser muy alta) y a las temperaturas (lo más recomendable es entre 1 ºC y 10 ºC, sin fluctuaciones bruscas), la proliferación de hongos puede aumentar. También se produce la salida de parte del agua del huevo en forma de vapor a través de los poros de la cáscara, lo que se traduce en una pérdida de peso. El artículo explica las señales que indican cómo saber si un huevo es seguro y fresco y qué dicen los códigos que llevan impresos.
Para saber si un huevo está fresco y mantiene las condiciones de calidad mínimas, pueden ayudar ciertas señales visuales y la aplicación de algunos métodos. A continuación se desvelan cuáles.
Consejos para saber si un huevo es seguro y fresco
Las normas de la Unión Europea determinan que, para que un huevo pueda comercializarse, debe cumplir con una serie de requisitos:- La cáscara debe estar limpia e intacta.
- La clara tiene que ser transparente, sin manchas, de consistencia gelatinosa y exenta de materias extrañas.
- La yema debe ser visible solo al trasluz como una sombra, sin contorno discernible, que no se separe del centro al someter al huevo a un movimiento de rotación.
- No debe haber olores.
- Al agitarlo, no se oye ruido de líquido en su interior.
- Si es fresco, se hunde en un vaso de agua. Que un huevo flote es signo de alteración y mal estado.
- Si cuando se rompe la cáscara la clara se dispersa mucho, el huevo no es fresco.
- Al cocer un huevo fresco, la yema debe ocupar la parte central, queda compacta; si se desvía hacia los lados, es sinónimo de que no es fresco. La yema de un huevo fresco es densa, bien centrada en la clara y con cierto abombamiento.
Los códigos dicen mucho de los huevos

El primer dígito ofrece información sobre la forma de cría de la gallina (0, producción ecológica; 1, producción campera; 2, producción en el suelo; 3, producción en jaulas). El segundo y tercer dígito corresponden a las letras que identifican el país de la Unión Europea donde se han producido (ES para España). Los dígitos restantes corresponden al número de identificación del productor (2 dígitos identifican la provincia; otros 3 dígitos, el municipio; y el resto, la explotación ganadera).
Una vez envasados, los huevos frescos o a granel deben llevar en el envase la siguiente información:
- Nombre y dirección de la empresa responsable del embalado.
- Número de centro de embalaje autorizado.
- Categoría de calidad y de peso.
- Número de huevos embalados.
- Fecha de consumo preferente.
- Indicación de que deben mantenerse refrigerados tras la compra.
- Forma de cría.
Huevos y salmonella
El huevo es uno de los alimentos más “amigos” de la Salmonella, sobre todo en verano, ya que las altas temperaturas favorecen su desarrollo. El patógeno llega a través de la cáscara o por medio de aves infectadas. La cáscara es vulnerable al ataque de esta bacteria, que logra vencer su resistencia y penetrarla. Para evitar la contaminación, deben adquirirse huevos con la cáscara limpia e intacta, manipularlos con las manos limpias y mantener una adecuada cocción.
La prevención de salmonelosis empieza en el momento de comprar: se evitarán huevos rotos, demasiado pequeños y deformes; se comprobará el etiquetado, que debe indicar la fecha de consumo preferente, la categoría de calidad y el peso del huevo, la forma de cría, el lugar donde se han envasado y clasificado y las recomendaciones de conservación; por último, deberán adquirirse huevos con la cáscara limpia, entera y sin signos de humedad.
En casa, los huevos deben conservarse en un lugar fresco, seco y a temperatura constante en la nevera (debe tenerse en cuenta que el cambio de temperatura contribuye a la desintegración de la cáscara y, por tanto, a su contaminación).
Antes de manipularlos para cocinar, hay que lavarse las manos y no separar las claras de las yemas con la cáscara, tampoco en el mismo recipiente (sartén, por ejemplo) donde se tenga intención de cocinarlos; es preferible hacerlo en un lugar aparte.
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